Читать книгу Solo se lo diría a un extraño - Varios autores, Carlos Beristain - Страница 9

Cuatro

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Dicen que Dios solo da a las personas lo que pueden manejar. Bueno, yo me cago en Dios, Alá, Yahveh y la puta que los parió.

Yo no quería ser madre de una hija con discapacidad. La gente se refiere a ella como especial, algunos incluso la llaman retrasada. Qué definición de mierda; o, como dirían los más nobles de mis amigos, qué definición tan políticamente incorrecta. Aunque, ¿sabes qué? Yo también soy políticamente incorrecta. ¿No lo parezco? Pues permíteme explicarte.

Soy inadecuada porque he imaginado muchísimas veces (más de las que quisiera) cómo hubiera sido mi vida sin ella. Soy censurable por seguir sin aceptarla tal cual es. Pásenme el libro de reclamaciones: solicito cambio de modelo por uno sin mutación genética. Soy egoísta porque todos los días sueño con regresar a mi vida de ejecutiva exitosa, con agenda rebosante, directorios en el Club Empresarial, almuerzos en La Carreta y una independencia incuestionada. Soy envidiosa porque, cuando me cruzo a una mamá que lleva de la mano a su hija, impecable, con el tutú de ballet rosado y el moño alto y prolijo, quisiera ser ella. Soy la culpable de que mi hijo mayor tuviera que decirme, a sus escasos diez años y ahogado en desesperación:

—¿Qué puedo hacer para que seas feliz?

Soy incongruente porque, a pesar de transitar por todas estas emociones inmorales, dedico todo mi tiempo a que la vida de mi hija sea lo más normal posible. Y quizás nada de lo que haga sea suficiente. Tal vez no aprenda nunca a leer o escribir, a amarrarse los pasadores, a sumar o a restar. Pero nunca tendrá una sola duda de lo mucho que es amada, tan amada que logra que todos los días me olvide de mis ganas de salir corriendo.

Solo se lo diría a un extraño

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