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4. PRÁCTICA MÁGICA DIRIGIDA A APOLO PARA CONSEGUIR UN «PÁREDROS» O ASESOR
ОглавлениеInvocación a Apolo. Toma una rama de siete hojas de [265] laurel y sosténla con la mano derecha, mientras invocas a los dioses del cielo y a los démones subterráneos. Escribe en la rama de laurel los siete signos salvíficos. Los signos son éstos: (signos); el primer signo en la hoja primera, [270] el segundo igualmente en la segunda, hasta que completes las siete hojas y los siete signos. Atiende, no sea que destruyas una hoja y a ti mismo te perjudiques. Porque éste es el mayor amuleto protector de tu cuerpo y por él todos se te someten, el mar y las piedras se estremecen y los démones se ponen en guardia ante la divina energía de los [275] signos que vas a poseer. Es el talismán más poderoso de la práctica mágica, para que nada temas.
La práctica es así. Toma una lámpara que no esté pintada de rojo, prepárala con una mecha de lino, algo de aceite de rosas o de nardos, vístete la ropa de profeta y sostén la varilla de ébano en la mano izquierda y el amuleto [280] en la derecha, es decir, la rama de laurel; ten a mano una cabeza de lobo, para que coloques la lámpara sobre la cabeza de lobo; levanta también un altar con tierra sin cocer cerca de la cabeza y de la lámpara, para que ofrezcas sacrificios al dios; inmediatamente se acercará el divino espíritu.
La ofrenda consiste en un ojo de lobo, goma-resina, [285] cinamomo, una sanguijuela y aquello más exquisito que hay entre los perfumes; completa la libación con vino, miel, leche y agua de lluvia; prepara también siete tortas y siete pasteles. Esto lo tienes que completar cerca de la lámpara, vestido con los ropajes adecuados y apartado de todas [290] las obras abominables, de toda dieta de pescado y de toda relación sexual, para que lleves al dios a un deseo irrefrenable de estar a tu lado. Éstos son los nombres que escribirás en la mecha de lino, y encenderás la luz en la lámpara no pintada de rojo: aberamenthōulerthex anax ethrenlyoō thnema raibai: aeminnae barōther rethōbab eanimea. Cuando termines todo lo que queda dicho, invócalo [295] con el ensalmo:
«Soberano Apolo, ven con Peán, profetiza sobre aquello que te pido, Señor. Soberano, deja el monte Parnaso y la délfica Pitó cuando nuestras bocas consagradas hablen [300] sin palabras; primer ángel de dios, del gran Zeus, Iao, también te invoco a ti; y a ti también, Miguel, que posees el mundo celeste, y a ti te invoco, Gabriel, protoángel: dígnate venir aquí desde el Olimpo, Abrasax, gozoso en el amanecer, benévolo, tú que contemplas el ocaso desde la salida del sol, Adonáis; todo ser vivo se estremece [305] ante ti, padre del universo, Pacerbet; yo conjuro también a la cabeza del dios, que es el Olimpo; conjuro al sello del dios, que es la divina visión; conjuro la mano derecha que asientas sobre el universo; conjuro la copa del dios, que contiene la riqueza; conjuro al dios eterno y a Eón [310] entre todos; conjuro a la Naturaleza, que nace de sí misma, al poderoso Adoneo; conjuro al ocaso y al orto de Eloeo 18 . Conjuro a estos santos y divinos nombres, para que me envíen al espíritu divino y se cumpla todo aquello que tengo en mi mente y en mi corazón.
[315] »Escúchame, bienaventurado, te invoco a ti que conduces el cielo y la tierra, el caos y el Hades, donde habitan… envía este demon, en gracia a mis sagrados cánticos mágicos, avanzando en la noche por los mandatos que nacen de tu poder; aquél, de cuyos despojos existe esto; [320] que me informe de cuanto yo quiera conocer con mi razón diciéndome la verdad; 〈envíalo〉 sin mala disposición contra mí. Tú no te encolerices, en absoluto, contra mis sagrados ensalmos; por el contrario, cuida de que mi cuerpo todo se dirija a la luz; pues tú mismo ordenaste que se [325] enseñara esto entre los hombres. Invoco tu nombre, igual en número a las propias Moiras: achaїphō thōthō aїē їaēїa aїē aїē їaō thōthō phiacha.»
Cuando llegue, pregúntale sobre lo que quieras, sobre adivinación, sobre el sentido de los oráculos en verso, sobre el envío y la petición de sueños, sobre la interpretación [330] de los sueños, sobre la enfermedad, sobre todo cuanto se encierra en la práctica mágica. Cubre un trono y un sillón con telas de hilo; colócate de pie y ofrece un sacrificio en la forma establecida.
Y después de la prueba, si quieres dejar libre al mismo [335] dios, pasa a la mano derecha la varilla de ébano mencionada antes y que tienes en la mano izquierda; también tienes que pasar a la izquierda la rama de laurel que tienes en la mano derecha; apaga la lámpara que está encendida y emplea el mismo sahumerio diciendo: «Séme propicio, primer [340] padre, engendrado de ti mismo; conjuro al fuego que se manifestó primero en el espacio vacío; conjuro a tu fuerza, la más grande en todo; conjuro al que destruye hasta el interior de Hades, para que te alejes a tu nave particular y no me hagas ningún mal; por el contrario, sé para mí benéfico en todo tiempo.»
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1 Es el Papiro de Berlín, Museo Estatal, núm. 5025 (ahora lleva el núm. 40); del siglo III d. C.; publicado por primera vez por G. PARTHEY, Zwei griechische Zauberpapyri des Berliner Museum, Berlín, 1865. Falta el título de la práctica mágica, aunque, por su contenido, resulta obvio que tiene como objeto conseguir un páredros, demon particular asesor o asistente, que no hay que confundir con el ídios daímōn (cf. JÁMBLICO, De Mysteriis IX 1 ss.).
2 «Deificar» en este contexto es «ahogar en un líquido» para liberar el pneûma o espíritu del animal que, luego, asumirá el mago al beber la leche y la miel.
3 Quizá a la manera de una momia, como sugiere TH . HOPFNER, OZ, II, 128 y sigs.
4 A partir de ahora nos limitaremos a poner en el texto: (vocales), lo que significa que se trata de la serie anterior o de diferentes combinaciones de las siete vocales cuyo significado místico y mágico es de sobra conocido, cf. F. DORNSEIFF, Das Alphabet in Mystik und Magie, Leipzig, 19262 .
5 Esta denominación del Sol aparece ya en los textos jeroglíficos más antiguos de Egipto, cf. El Libro de los Muertos, passim.
6 Gr. páredros ; parece el título de la práctica o, incluso, título de libro. Es otra práctica más completa que la anterior y relativamente diferente —por lo que dice, debían de existir muchas para este fin—.
7 De hecho, la fórmula no aparece hasta las líns. 132 ss.
8 Los signos del amuleto aparecen en líns. 143 ss.
9 Selene.
10 La fórmula hímnica a Selene aquí aludida no aparece hasta las líns. 148 ss.
11 Es una clase de mirra, también llamada troglodita, cf. GALENO, XIV 68.
12 Con «estas cosas» se hace referencia al conjuro al que luego se alude en líns. 155-66.
13 Gr. ousía. Probablemente quiere decir «sin necesidad de ousía». Esta palabra designa, en realidad, al «espíritu» o esencia de una persona o animal y que, una vez acaecida la muerte, permanece en la ropa o en objetos con los que han estado en contacto. De ahí que a veces designe por extensión estos objetos portadores de la misma.
14 Descripción del amuleto al que se hacía referencia en líns. 65-70.
15 Fórmula a la que se aludía en lín. 71.
16 Aquí se completa la descripción de los poderes del demon que se inició en líns. 95-130.
17 Aquí termina la carta a Pnutis. Lo que sigue es una especie de apéndice que constituye una simple variante de la fórmula que aparecía en líns. 133 ss.
18 Aquí termina un himno hexamétrico publicado, como órfico, por E. ABEL en Orphica, Berlín, 1881, pág. 226. Para la continuación, cf. C. DILTHEY, en Rheinisches Museum 27 (1872), 366 y sigs.