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Estructura del libro

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Dado que los artículos aquí reunidos surgen de ponencias en instancias académicas y jornadas realizadas en la Universidad, hemos utilizado un criterio cronológico para su secuenciación, marcando el ritmo en tres compases: Un primer grupo de tres artículos referidos particularmente al diálogo entre teología e historia, luego cinco artículos de encuentro interdisciplinar, en los que la filosofía/teología interpela y es interpelada por tres áreas disciplinares: economía, biología y trabajo social. Por último, tres ensayos de alumnos que expresan la recepción de la encíclica Laudato Si’ en ámbitos particulares.

Abre el primer ciclo de artículos Claudio Ramírez con la clase inaugural de la carrera de Formación Teológica. Analizando cuestiones metodológicas, asume el tema ecológico como un signo de los tiempos, señalando la necesidad de un abordaje inductivo para la comprensión global e integral de dicho problema. En pleno cambio de paradigma cultural, es lo que sucede en la historia —aquí el deterioro ambiental— lo que interpela a la teología de la creación para revisar su expresión en clave antropológica relacional.

Los dos siguientes artículos se enmarcan en una Jornada Académica sobre la Crisis Ecológica: “Hermana Tierra y Realidad Latinoamericana”. Carlos Rioja presenta las fuentes franciscanas que inspiran a Francisco en la redacción de Laudato Si´, en particular el “Cántico de las criaturas”, que acentúa el vínculo fraterno del ser humano con todo lo creado. Advierte que “no debe llevarnos a formas de sentimentalismo y devoción mal entendida” ya que no sería coherente una acción en favor de especies en extinción si “no se pone el mismo empeño en erradicar las situaciones de injusticia que contribuyen a la destrucción del ser humano en sus diversas dimensiones”. Es necesario desarrollar una “ecología humana” para propiciar desde allí una nueva relación con la naturaleza.

El tercer artículo de esta publicación corresponde a una exposición a cargo de Mercedes Puló, especializada en filosofía de la cultura, quien analiza —en perspectiva histórica— el contexto latinoamericano del cual somos parte. Entiende que es necesario definir la vida y la evolución para comprender el tema ecológico. Así, se remonta a la vida prehispánica, a los pueblos que expresaron su arraigo a la naturaleza reconociéndose, con conciencia mítica, como “creaturas” dependientes de un “creador”. Al abordar la actualidad de los pueblos andinos, analiza críticamente la relación de gobiernos y organismos con estos pueblos, que llegan a veces a cosificarlos, convirtiéndolos en objetos de estudio. Será necesario, insinúa, una nueva utopía de la vida donde no sean los relatos extranjeros los constitutivos de la realidad latinoamericana, sino que esta pueda expresar fielmente su realidad y su espíritu. Estos pueblos fueron, desde sus raíces —afirma—, “un ejemplo sobresaliente del manejo de recursos naturales (…) pioneros del desarrollo social sustentable”.

El segundo grupo de artículos que presentamos se enmarca en una segunda Jornada sobre la Crisis Ecológica realizada en UCASAL. El objetivo de aquel encuentro fue poner en juego la capacidad de diálogo y ensayar una conversación interdisciplinar que nos permita buscar juntos caminos operativos para el cuidado de la casa común.

Una de las perspectivas para una ecología integral es la económica. La economía se desarrolla a menudo desinteresándose de la sostenibilidad ecológica de largo plazo de los proyectos en los que se embarca. Ello se da no solo desde el punto de vista de la economía concreta o de las prácticas económicas, sino incluso desde la economía reflexionada o teoría, lo que es mucho más grave. La mayor parte de los modelos económicos ignoran la restricción ecológica al crecimiento. Se plantea como objetivo primordial el crecimiento, pero no se reflexiona sobre sus condiciones. Del otro lado, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU ha venido mostrando la altísima correlación entre el uso de energías fósiles y el aumento de las temperaturas medias en el planeta. Ello puede dar lugar incluso a una pérdida de riqueza y de productividad debido a la necesidad de hacer frente a una vida con mayores restricciones, si no se toman medidas a tiempo.

La presentación de Octavio Groppa aborda, desde una perspectiva económica, la inquietante realidad del cambio climático, señalando su carácter antropogénico. Expone tres enfoques desde los cuales se estudia en las últimas décadas este problema en el campo de la economía: costo-beneficio, bienes comunes y economía ecológica, fuente que dio lugar a la corriente de desarrollo sostenible y que se distingue de la llamada “economía ambiental”. Sin ignorar que hay diversas voces que han puesto en cuestión el origen humano del cambio climático (los llamados “negacionistas”), ofrece evidencias que determinan que la fuente del aumento de dióxido de carbono en la atmósfera (el causante del cambio climático) no es de origen natural, sino producto de la quema de combustibles fósiles. Para revertir esta situación, concluye, no es suficiente mejorar la eficiencia energética (moderando el aumento en la emisión de gases, ya sea a través de políticas de regulación o de impuestos al carbono, o a través de la promoción de tecnologías limpias). No se debe actuar solo sobre la oferta, sino también sobre la demanda, mediante políticas educativas, modificando las pautas de consumo.

El cambio climático, con el aumento de las temperaturas medias, arrastra otros problemas, como la desertificación de zonas antes fértiles, el derretimiento de glaciares —fuente importantísima de agua dulce—, el aumento de las precipitaciones y consecuentes inundaciones, la acidificación de los océanos y la pérdida de biodiversidad terrestre y marina. Sobre este último punto expone Federico Colombo señalando el valor de la singularidad de cada ser vivo, la belleza de la originalidad y diversidad que los vuelve irrepetibles. Refiere al mismo tiempo la fascinación de comprender la sucesión de hechos necesarios para que tenga curso un proceso biológico y, más aún, la compleja interacción de estos procesos para conformar un organismo o una comunidad ecológica. Frente a esto, la extinción de una especie es de lamentar, y aunque la variabilidad ambiental es un hecho natural, es necesario preguntarse de qué manera la mano humana la resguarda o amenaza. Lo cuestionable, en todo caso, es la aceleración de este proceso, producto de patrones consumistas de producción. El autor analiza la necesidad de trocar los sistemas de gestión basados en bienes y servicios a sistemas de gestión de mecanismos y procesos ambientales permitiendo que aquellos bienes estén disponibles para todos, inter e intrageneracionalmente.

Con esta problemática dialoga Lucio Florio, señalando, en primer lugar, que la situación ecológica demanda un tratamiento epistemológicamente serio debido a la magnitud del problema. “El requerimiento de racionalidad fuerte a las ciencias del ambiente —dice Florio— se conjuga con una también fuerte racionalidad de la fe”. De esta forma vincula ecología y teología, señalando el surgimiento de ecoteologías o teologías de la ecología, como también la incumbencia del tema para la teología de la creación, la propia cristología y la soteriología. Efectivamente, el ser humano se debate entre la posibilidad de dañar irremediablemente su hábitat —condicionando de este modo el final de la economía salvífica— o de retomar su lugar de administrador y cocreador, orientando el proceso ecológico hacia una instancia de plenitud y no de destrucción.

La evolución de la biósfera en su conjunto está sufriendo un momento inesperadamente dramático, debido a la acción antrópica potenciada por el desarrollo de la tecnología en los últimos siglos. Esto pone en riesgo la misma vida humana. Sin embargo, el grado de sufrimiento de las consecuencias de esta catástrofe no es parejo entre los grupos humanos. Las poblaciones pobres tienen, una vez más, una capacidad de acción defensiva mucho más limitada que quienes cuentan con recursos económicos y de conocimiento. Del otro lado, quienes carecen de una educación para afrontar la situación desconocen también los efectos y riesgos de muchas conductas naturalizadas. La cuestión ecológica requiere asimismo de una ecología social.

En este marco, Ana Soria puntea algunos aportes de Trabajo Social, advirtiendo el escaso interés que esta temática ha suscitado en la definición de la agenda pública en América Latina. Recorriendo algunos datos regionales, y de Salta en particular, reclama acciones de consenso efectivo que reúnan a técnicos y expertos. El trabajador social colaborará con la intervención en espacios microsociales, para promover el cambio, la cohesión social y el fortalecimiento de los sujetos.

Luis Scozzina completa el abordaje socioecológico, haciendo hincapié en el cuidado de la vida frágil, promoviendo un desarrollo humano integral y aplicando el principio del bien común. La preocupación —el cuidado— por el otro, señala Scozzina, es una dimensión antropológica constitutiva del ser humano, no se trata de una “elección” añadida, sino de una condición, un modo de ser humano ineludible para su realización. La mirada hacia lo más frágil constituye una interpelación para reconocer cómo deberíamos orientar nuestro poder, no solo en el ámbito económico y social, sino también educativo y cultural.

Este itinerario reflexivo se completa con tres ensayos de alumnos de UCASAL en el marco del concurso “Apasionados por el cuidado del mundo”. Conscientes de la necesidad de un programa educativo que instale el tema y ayude a tomar conciencia de la urgencia de la situación, el Vicerrectorado de Formación propuso la lectura y reflexión de la encíclica Laudato Si’ en el marco de las cátedras de Filosofía, Teología, Ética y Doctrina Social de la Iglesia en cada una de las carreras presenciales. Los tres trabajos premiados han puesto en diálogo la realidad ecológica crítica con el aporte original de la carrera a la que sus autores pertenecen. Estanislao Goñalons, alumno de Relaciones Internacionales, se ocupó del drama de los “refugiados ambientales”, es decir, de aquellos individuos obligados a migrar por cuestiones ambientales (ya sean peligros naturales o provocados por la actividad humana). Diego Terroba, estudiante de Economía, plantea la problemática de la contaminación del arroyo “El Codito” situado en la ciudad de General Güemes (Salta). Por último, María Lorena Celedón reflexiona sobre la responsabilidad ineludible de la comunicación social en el cuidado del ambiente y la ecología, desde la Escuela de Formación y Perfeccionamiento Docente.

La crisis ecológica en la que nos hallamos inmersos no es un problema solo del sistema productivo o de grupos humanos particulares, sino de cada uno de nosotros. Es también nuestra conducta cotidiana la que coadyuva a crear un mundo más vivible o no. Hace falta, entonces, un programa educativo, campañas de concientización, desde las escuelas hasta los lugares de trabajo, capacitaciones e información diseminada a través de los medios de comunicación, para poder mostrar la urgencia de la situación y la importancia del cuidado de los recursos energéticos, naturales, relacionales y vitales. Ello debe poner en cuestión un modelo de consumo que no solo genera desigualdad porque no es generalizable, sino que es insostenible desde el punto de vista ecológico. Esperamos que esta publicación sea una contribución para ello, que se extienda a todo el ámbito universitario para amplificar la rica experiencia de intercambio que ha significado estas ponencias, como así también alentar otros encuentros personales y comunitarios que agrandan la confianza en un trabajo común.

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