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TEORÍA DEL FRAMING O ENCUADRE EN COMUNICACIÓN

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Sobre el segundo eje, partimos de la Teoría del Framing en comunicación, que tiene su origen en la sociología interpretativa. De acuerdo con Sábada (2001), esta perspectiva sociológica “estudia las significaciones de la realidad para cada individuo a través de un proceso interpretativo en el que cobra un papel fundamental la interacción y que tiene como objeto la definición de las situaciones de la vida cotidiana”. Dentro de la sociología interpretativa hay tres escuelas: el interaccionismo de la Escuela de Chicago, la etnometodología y la fenomenología, que fueron allanando el camino para el estudio del framing desde el campo de la comunicación.

Gregory Bateson fue el primero, en 1955, en plantear el concepto de frame. Lo define como el contexto o marco en el cual un individuo toma unos aspectos de la realidad y desecha otros. Desde una perspectiva psicológica, asume que los marcos son las herramientas con las cuales se perciben las diferencias de las cosas. Desde una perspectiva comunicativa, considera necesaria la existencia de marcos para interpretar los mensajes (Bateson, 2006).

Erving Goffman (1986), por su parte, propone que los frames, además de ser marcos, son esquemas; marcos que designan un contexto de la realidad y esquemas o estructuras mentales que incorporan los datos externos y objetivos. Del mismo modo, para Goffman los frames son formas transmitidas y compartidas por la sociedad a través de las cuales se mira la realidad. Doris Graber (1989), a su turno, amplía el radio de los frames no solo a los medios de comunicación sino a todas las instancias que se dan en el proceso de producción de un mensaje, es decir, el receptor y el entorno cultural. Y Robert Entman (1991), por su lado, entiende el framing como una selección de la realidad que hace el periodista y que implica su visión particular de un hecho. De lo dicho se infiere la presencia hegemónica de ciertas fuentes en detrimento de otras.

De acuerdo con lo anterior, podría decirse entonces que las representaciones transmitidas por los medios de comunicación gracias a sus productos comunicativos se convierten en un factor importante para que un individuo acceda a realidades que no le son cercanas. Esto implica, en primer lugar, el reconocimiento de un grado de poder de esos medios para incidir en la percepción que tienen los individuos sobre la realidad. En segundo lugar, que los medios de comunicación no son objetivos, sino que interpretan la realidad de acuerdo con una serie de marcos, tales como los intereses económicos, políticos y sociales de la organización mediática, las rutinas periodísticas de la misma o las características personales del periodista. Finalmente, revela que los marcos no están presentes solo en los medios de comunicación sino también en los individuos y en la realidad social en la que están inmersos.

En las últimas décadas la Teoría del Framing se ha convertido en una herramienta muy usada para el abordaje de investigaciones en el campo de la comunicación social. Sin embargo, no se puede hablar de la Teoría del Framing de una manera unívoca, dado que se puede abordar no solo desde distintas definiciones, tal como lo vimos anteriormente, sino desde distintos paradigmas. Al respecto, Sádaba (2001), citando a Entman y Scheufele, afirma que el framing es un paradigma fracturado porque los diferentes autores aportan delimitaciones y usos distintos del término. Entre tanto, D’Angelo (2002) propone incluir tres perspectivas paradigmáticas, llamadas cognitiva, constructiva y crítica, para proporcionar a los investigadores perspectivas específicas que les permitan examinar la interacción de los marcos mediáticos y la realidad individual o social. Así, en contra de los planteamientos de Entman (1993), D’Angelo sostiene que no debería haber un paradigma fragmentado para abordar la investigación desde la teoría de los marcos.

Según la clasificación que hacen Marín y Zamora (2014), retomando la perspectiva de estudio que plantea D’Angelo (2002), el paradigma cognitivo está orientado a explorar los efectos que producen los marcos en los comportamientos de los individuos. A pesar de que desde este paradigma existe una manifiesta preocupación por los efectos, no se asume que haya una relación directa entre un encuadre y el efecto que se genera en los individuos, dado que dicho efecto no es homogéneo para todos. El epicentro de este paradigma apunta a establecer de qué manera los frames provenientes de los medios alteran los esquemas mentales de los individuos y, gracias a esta alteración, influyen en su posición en relación con los asuntos de interés público. Chong y Duckman (2007) explican, por ejemplo, que existen múltiples marcos que compiten en un individuo para que este aborde la realidad. Desde su teoría del encuadre, los autores buscan identificar cuáles son los parámetros clave –individuales y contextuales– que determinan los marcos competidores que tiene mayor efecto sobre la opinión pública.

En segundo lugar, se puede hablar del paradigma crítico, que, como su nombre lo indica, se concibe desde la Teoría Crítica. Vale la pena recordar entonces que, según esta, “los medios juegan el mismo papel que la religión en Marx, son el nuevo opio del pueblo […] los hombres están abandonados a sí mismos, pero al perder sus raíces y sus comunidades de origen se vuelven extraños así mismos, ‘alienados’. Son entonces susceptibles de ser manipulados por las fuerzas que gobiernan a la sociedad, particularmente por los medios a los cuales están confrontados directamente” (Maigret, 2003, pp. 109-110). De acuerdo con el paradigma crítico, los frames propuestos por los medios de comunicación sirven a los intereses de las élites con el propósito de ejercer su hegemonía ideológica sobre la sociedad (Sábada, 2001). Así, Tuchman (1983) explica que los medios de comunicación dejan de lado su papel de mediadores y asumen la ideología y el discurso de las élites económicas y políticas como si fuese propio, con lo cual la visión de mundo de esas élites es la que se impone en dichos medios y, por ende, la que se transmite a las audiencias.

El tercer paradigma se denomina construccionista, y explica a los frames que proporcionan los medios de comunicación como herramientas que contribuyen a que un individuo pueda interpretar la realidad. Desde el construccionismo se supone que un individuo lee los marcos de los medios desde su experiencia, sus creencias personales, las conversaciones con otros ciudadanos, sus prejuicios, etc.

Con esta perspectiva, Gramson y Modigliani (1987) definieron conceptualmente los marcos mediáticos como ideas organizadoras centrales o líneas argumentales que proporcionan significado a un despliegue de eventos. El marco, en este caso, sugiere cuál es la controversia sobre la esencia de una cuestión. Tuchman (1978) presenta una definición afín para los marcos de los medios de comunicación cuando expresa que organizan la realidad cotidiana y constituyen un elemento esencial de esa realidad. Para Gitlin (1980), los marcos de los medios de comunicación también sirven como rutinas de trabajo que permiten a los periodistas identificar y clasificar rápidamente la información y organizarla para hacer la transmisión eficiente a sus audiencias.

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