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3.1. El enclave étnico

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El concepto de economía de «enclave étnico» se ha referido tradicionalmente a la concentración de empresas o comercios «étnicos» asentados en un espacio urbano, generalmente áreas o regiones metropolitanas, entendiendo por dichas empresas a emprendimientos que son propiedad de alguna minoría de extranjeros, que dan empleo a un porcentaje importante de trabajadores del mismo grupo (Portes & Jensen, 1989, p. 930).

Portes & Bach (1985, p. 204-205) señalan la importancia de distinguir los enclaves étnicos –con su división del trabajo y la presencia de una clase emprendedora diferenciada– de los barrios con concentración de comunidades, en los que se desarrollan pequeños negocios para satisfacer una demanda de consumo de bienes y servicios específicos. Los «barrios étnicos», que desempeñarían un papel importante de apoyo social a las personas migradas, y que Zhou define, siguiendo los planteamientos de la Escuela de Chicago, como «áreas residenciales homogéneas donde se concentran los inmigrantes más pobres y los recién llegados y donde se desarrolla una escasa variedad de actividades económicas» (Zhou 1992, p.11), habrían sido la norma en las pautas de asentamiento inicial de la población migrante, mientras que los «enclaves» habrían sido, más bien, la excepción:

Los enclaves consisten en grupos de inmigrantes que se concentran en una localización espacial diferenciada y que organizan una variedad significativa de empresas que sirven a su propio mercado étnico y/o a la población en general. Su característica básica es que una proporción significativa de fuerza de trabajo inmigrante trabaja en empresas propiedad de otros inmigrantes» (Portes, 1987, p. 36).

Un «enclave» surgiría luego de que una primera ola de migrantes logra consolidar un capital social, monetario y cultural relevante, que les permite instalar comercios y empresas diversas que tienden a concentrarse en un área urbana definida, y que luego emplean, para su continuidad, a las nuevas olas de inmigrantes de su mismo origen como mano de obra barata. Estos enclaves, entonces, son el resultado del ingreso y desarrollo de una «clase» emprendedora, con elevada presencia en las primeras migraciones de un grupo étnico o nacional, el cual, en su expansión y diversificación comercial, ofrece posibilidades de integración en el mercado laboral a los miembros de las nuevas generaciones migrantes de su propio grupo (Wilson & Portes, 1980, p. 301-302; Portes & Bach, 1985, p. 203).

Como podría resultar evidente, los dueños del capital que se reproduce en esos comercios, inmersos en la densidad étnica de un enclave impulsado por criterios culturales compartidos, obtienen beneficios de una demanda laboral de bajo costo que les permite una mayor competitividad en el mercado. Los recién llegados, a cambio, si bien puede que en un momento inicial sufran los rigores de un bajo salario y un sometimiento jerárquico en lo laboral, apuestan a que el enclave les compense posteriormente con los apoyos necesarios para una mejor posición. Este fenómeno fue llamado «solidaridad étnica» (Portes & Bach, 1985, p. 203-204).

Investigando las migraciones en Chile

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