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a) Desde la vida cotidiana en los barrios
ОглавлениеEl trabajo de Thomas y Znaniecki utiliza documentos personales, como diarios de vida, cartas y autobiografías entre otros, todos materiales inéditos en la investigación sociológica de ese entonces, que era más bien de tipo filosófica especulativa –o llamada también sociología de biblioteca– que de un carácter empirista. La llegada de Robert E. Park a la dirección en 1920 marca el inicio de un prolífico trabajo que pone énfasis en capturar la vida cotidiana de diversos colectivos, algunos conformados por connacionales migrados y otros no, pero en las cuales la dinámica de la migración siempre está presente. Esta actitud metodológica permitió el desarrollo de un «paradigma de observación» (Lindner, 2004). La marca metodológica distintiva de la Escuela de Chicago resulta en un «arte de observar» (Lindner, 2004, p. 24) que dispone al investigador social a abandonar el gabinete y salir a explorar el «mundo real», una actitud guiada por los mandatos de «visitar los barrios», «imbuirse en las sensaciones» y «tomar contacto con la gente» (p.24.). En definitiva, se inventa la etnografía urbana. La inspiración etnográfica de Park se basa en el trabajo de la naciente antropología norteamericana, con su clásico ensayo The City. Suggestions for the Investigation of Human Behavior in the City Environment, publicado en 1925, donde afirma:
Los métodos de la observación que etnólogos como Boas y Lowie han desarrollado en la investigación de la vida y las costumbres de los indios norteamericanos, se podrían utilizar para investigar las necesidades, las creencias, las prácticas sociales y en general las formas de vida en «la pequeña Italia» (Little Italy) o en el Lower North Side, o bien para caracterizar las refinadas formas de vida de los habitantes de Greenwich Village o del vecindario en torno a la Washington Square en New York (1984, p. 3).
Un concepto que guía el trabajo de la Escuela es que la ciudad está compuesta por un «mosaico de culturas». La ciudad, en consecuencia, se puede estudiar concentrándose en grupos específicos que se apropian de lugares que toman el carácter de territorios morales. Con esta noción en mente desarrollan una serie de trabajos en los que exploran grupos y su espacialización en la ciudad. Un trabajo que destaca en esta línea es The Hobo de N. Anderson (1923), una investigación sobre los trabajadores que no poseen ni residencia estable ni trabajo regular, la mayoría de ellos hombres europeos recientemente arribados a EEUU. En su monografía, Anderson describe sus formas de vida, trabajos e instituciones, con especial énfasis a través del análisis de «Hobohemia», un distrito de la ciudad de Chicago donde los Hobos acceden a numerosos servicios desarrollados para ellos que Anderson define como un «área cultural». Siguiendo este impulso, en 1927 F. Thrasher publica The Gang, un estudio sobre la cultura juvenil de migrantes de segunda generación en las calles de Chicago; L. Wirth publica The Ghetto en 1929, donde se describe la vida en el barrio judío de Chicago; C. Shaw presenta The Jack-Roller (1930), la historia de vida de un joven ladrón de la calle, y en 1932, P. Cressey publica The Taxi-Dance Hall, la etnografía de un salón de baile donde hombres solitarios, efecto de una migración masculinizada, pagan a mujeres como compañeras de baile. En 1943 se publica la obra cúspide –según muchos críticos– de esta Escuela: Corner Street Society de W.F. Whyte (1943). Esta obra, si bien trabaja en Nueva York, es la última bajo el influjo directo de la dirección de Park, y es incluso comparada con Los Argonautas de Malinowski como dos piezas fundamentales de la producción etnográfica de la primera mitad del siglo pasado. Ambos trabajos aplican métodos parecidos. Mientras que Malinowski instala su tienda en el centro de una aldea Trobriand, Whyte vive en un departamento en la Little Italy de Nueva York y es aceptado durante cuatro años como miembro de una pandilla de jóvenes italianos de segunda generación. La descripción de «la sociedad de la esquina», sus formas de organización, sus códigos y valoraciones, están dispuestos como un reporte de periodismo de investigación del mundo pandillero, e incluso, el relato tiene descripciones y giros narrativos como si se tratase del guión de un film noir, género cinematográfico de moda en el tiempo que Whyte hace su trabajo (Lindner, 1990). Si estos son recursos narrativos válidos para una descripción etnográfica, es porque los propios jóvenes utilizan estas imágenes de la industria cultural para autorrepresentarse. Así, estos trabajos etnográficos no solo fueron piezas de reflexión social sobre la producción de la diversidad urbana, sino que también cumplieron un rol público a través de su narrativa cercana a la literatura y el cine para representar los conflictos, anhelos y esperanzas de una sociedad urbana en formación por numerosas experiencias migratorias.