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1. Introducción
ОглавлениеLa migración es una característica central en el desarrollo de las ciudades. El movimiento de personas y el arribo de nuevas poblaciones juega un rol relevante en los procesos de urbanización en su doble dimensión, tanto en la construcción física y material de la ciudad como en la conformación de una sociedad urbana que comparte y disputa valores, significados y prácticas (Bahrdt, 1961). La migración transforma el espacio urbano por necesidades de habitación, servicios y economía, a la vez que introduce y transforma prácticas y significaciones que expanden los repertorios de las personas y comunidades que habitan la ciudad. Esta ha sido la historia de la ciudad.
Hacia mediados del siglo pasado la masiva migración campo-ciudad en América Latina da inicio a procesos de metropolitanización, especialmente en las capitales nacionales. Miles de personas de áreas rurales se asientan en centros urbanos que concentran las oportunidades laborales y servicios. Santiago se pobló con personas provenientes de todas las regiones del país, concentrando sin contrapeso nacional población, economía y poder político (De Ramón, 2015). La capacidad de la ciudad de integrar a las nuevas poblaciones fue insuficiente, los nuevos habitantes urbanos debieron, en un importante porcentaje, crear sus propias fuentes de trabajo y proveerse de vivienda, expandiendo las economías populares y los asentamientos irregulares en las periferias. Este proceso común en toda América Latina implicó la emergencia de grandes poblaciones marginadas, el incremento de economías populares paralelas y la producción social del hábitat (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, 1976; Hardoy, 1973). Así, la formación de áreas metropolitanas tuvo en su base la exclusión y marginación de millones de personas que debieron, a partir de sus propias fuerzas, construir su espacio en la ciudad. Los flujos campo-ciudad a la región de Santiago han disminuido significativamente desde finales del siglo pasado; no obstante, la exclusión, precariedad y desigualdad que se han estructurado a partir de esos procesos continúan hasta la actualidad. Los estudios urbanos se han centrado de forma insistente en estos temas, analizando procesos habitacionales, transporte y movilidad, infraestructura, servicios y de gobernanza urbana, intentando buscar caminos que logren quebrar las tendencias iniciadas con la metropolitanización y que se han exacerbado en décadas recientes a través de políticas de liberalización del suelo y retracción del Estado como ente regulador (López, Arrriagada, Jirón, & Eliash, 2013). Esta es la ciudad a la que arriban los nuevos habitantes transnacionales en las últimas dos décadas.
Sin embargo, las personas migradas no solo se insertan en un marco de desarrollo urbano, es decir, en un determinado funcionamiento de mercados de la vivienda y en geografías de oportunidades desigualmente distribuidas, sino también son actores que producen cambios en ellas. En virtud de su masividad y prácticas cotidianas, la migración genera nuevas dinámicas laborales y mercados de vivienda, construye y disputa espacios públicos, así como cambian la provisión de servicios e infraestructuras (Imilan, Márquez, y Stefoni, 2016). La transformación de la ciudad es visible en la revitalización de barrios, la activación de una oferta habitacional formal e informal, la generación de nuevas actividades económicas y con ello nuevas prácticas de consumo. La capacidad de transformación de las personas migradas no se encuentra solo constreñida por las tremendas desigualdades territoriales, sino también por condiciones interseccionales que afectan de forma desigual en términos de estatus legal de ciudadanía, el género, el nivel educacional, el origen étnico y racial, que configuran diversas situaciones de vulnerabilidad y exclusión que afectan de forma diferenciada.
El estudio de las condiciones de acceso a la ciudad y transformación urbana es un campo que ha tomado creciente atención en los últimos años. El objetivo del presente capítulo es reseñar cómo este campo ha tomado forma y compartir reflexiones y análisis que emergen de él. En especial, observar la forma en que se analiza el impacto que ejerce el modelo de desarrollo urbano sobre las personas migradas, a la vez que identificar cómo ellas transforman la ciudad tanto en lo habitacional como en espacios públicos cotidianos. Nos parece importante resaltar esta doble dimensión, en cuanto las perspectivas estructurales del desarrollo urbano generan condiciones específicas a colectivos particulares, así como la capacidad de agencia de las personas migradas, que tiende a ser menos visibilizada en la urgencia y necesidad de tomar atención sobre la vulnerabilidad y exclusión que ejercen las políticas públicas, el mercado y la sociedad de acogida en general.
Con el fin de compartir una mirada amplia sobre el estudio de la relación entre migración y ciudades metropolitanas, reseñamos en una primera sección la tradición de sociología urbana que vincula procesos migratorios internacionales con teoría urbana. Presentamos allí el trabajo de la Escuela de Chicago de sociología, que ha tenido una persistente influencia en la forma en que se estudian colectivos migrantes, su vida cotidiana en la ciudad y transformación en dinámicas de desarrollo urbano. El segundo apartado se concentra en el concepto de centralidad y economías étnicas que se suelen usar como telón de fondo para problematizar la inserción económica en la ciudad. Ambas secciones las hemos agrupado como perspectivas teóricas. Los siguientes apartados abordan análisis de Santiago, para lo cual hemos revisado un conjunto de trabajos realizados en la última década que describen e informan de debates relacionados con el acceso a vivienda y condiciones de habitabilidad, la transformación de espacios públicos y convivencia a partir de estilos de vida y prácticas laborales junto con la transformación y revitalización de barrios de la ciudad.
Como todo intento de síntesis de trabajos académicos, trabajamos con un conjunto parcial de estudios y publicaciones, atendiendo específicamente las reflexiones que intentan problematizar la migración en un contexto metropolitano y que dialogan explícitamente con dimensiones espaciales. Básicamente se trata de trabajos desde perspectivas disciplinarias como la sociología, antropología, geografía, urbanismo y arquitectura, en una creciente relación interdisciplinaria. Este conjunto de reflexiones empieza a consolidar un campo de trabajo en los estudios de migración, a la vez que está aportando a los debates más amplios en los estudios urbanos sobre Santiago.