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Transmisión y tradición

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Las Partes de los animales es uno de los tratados biológicos menos comentados en la Antigüedad. El único comentario griego conservado es el de Miguel de Éfeso, discípulo de Miguel Psello, en el siglo XI.

A comienzos del siglo IX las traducciones florecían en Bagdad bajo el califato de al-Mamun, y al frente de esta escuela de traductores se encontraba el físico Ibn al-Batriq que tradujo al árabe varias obras biológicas de Aristóteles, entre ellas el tratado De partibus. Pero fue en el sur de Italia, Sicilia y España donde se produjo la transmisión de la obra aristotélica del árabe al latín. En el marco de la Escuela de Traductores de Toledo, Miguel Escoto24 realizó hacia 1210 una traducción de toda la zoología de Aristóteles (De Animalibus, en 19 libros) probablemente a partir de la traducción árabe de Ibn al-Batriq. Sobre esta traducción latina compuso Alberto Magno un comentario en veintiséis libros hacia la mitad del siglo XIII.

Por las mismas fechas y a petición de Sto. Tomás de Aquino, Guillermo de Moerbeke25 efectuó una nueva traducción, esta vez directamente del griego. A comienzos del Renacimiento se sitúa la traducción, también a partir del griego, de Teodoro de Gaza26 que todavía constituye una gran ayuda para la comprensión del texto de Aristóteles. Su traducción de las obras zoológicas se convirtió pronto en la versión canónica.

A partir de aquí nuestro tratado queda relegado en la sombra, a pesar del comentario de Agostino Nifo, de la Universidad de Padua (1546). Y así, mientras la embriología despertaba el interés de los científicos Fabricio de Acquapendente y de Harvey, en otros campos de estudio, durante el sigo XVII, la autoridad de Aristóteles y la doctrina escolástica con la que se le identificaba fueron combatidas en nombre de la libertad.

El redescubrimiento del De partibus se produjo a finales del siglo XVII de la mano de biólogos como Cuvier o de Saint-Hilaire ya en el XIX. La filología germánica también colaboró; y de 1831 es la fundamental edición de I. Bekker.

Gracias a los comentarios de Von Frantzius (1853) y a la versión inglesa de Ogle (1882) la obra volvió de nuevo al centro de atención no sólo de los estudiosos de Aristóteles, sino también de los científicos, despertando el interés de Darwin27 y de los biólogos en general.

Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales.

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