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Estructura y contenido de la obra

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El tratado sobre las Partes de los animales está organizado en cuatro libros28, de los cuales el I constituye una introducción metodológica general a toda la producción biológica aristotélica. Afronta los grandes temas del método, de la relación entre elaboración teórica y material de observación, de la causalidad y de la importancia y del puesto de la biología en el edificio de la ciencia. Además, traza un breve esquema de la evolución del método biológico de Empédocles a Demócrito y la Academia platónica.

Los libros II-IV son propiamente un tratado de anatomía comparada donde se estudian los tejidos, los órganos y los miembros de los animales. Supone la elaboración teórica del vasto material de observación recogido en la Investigación sobre los animales.

A) Libro I

Aristóteles, después de indicar que su obra va dirigida no a expertos, sino a un público educado, se pregunta sobre el método que se debe seguir en ciencia natural: ¿ir especie por especie o describir las características comunes a muchas especies? La respuesta es que se deben tratar las distintas especies animales según un punto de vista común para evitar repeticiones. Esto supone la existencia de una estructura analógica en el campo de la realidad animal.

La segunda cuestión se plantea en tres vertientes: a) ¿se deben estudiar primero los fenómenos y luego sus causas? b) ¿cuál es la causa primera: la final o la eficiente? c) ¿debemos estudiar primero el proceso de formación (génesis) o su estado final (ousía)? La respuesta es que se debe empezar por los fenómenos, para ir luego a las causas y al proceso de formación. Debemos empezar por el final, no por el principio.

A continuación estudia las causas, porque conocer científicamente significa conocer las causas de los fenómenos. La cuestión de fondo es saber si es primero la causa eficiente (de donde surge el movimiento) o la causa final que representa la dirección y el sentido del propio proceso. La causa eficiente genera la mutación (kínēsis) interna del individuo o la reproducción (génesis) de la ousía o especie. Pero todo proceso de este tipo tiene lugar en función del objetivo, del fin, y, por tanto, el objetivo es anterior respecto al agente del proceso. El fin es el lógos, es decir la esencia. La idea del fin no es otra cosa que la proyección de la esencia de la cosa en sí. Todo proceso tiene lugar para realizar la esencia, para permitir a la cosa ser lo que es, lo que debe ser, al menos en potencia. Para todo viviente se puede decir que la función consiste en garantizar la conservación y la permanencia de la especie, ousía29.

Tras la crítica a los filósofos anteriores que concedían excesiva importancia a la causa material, Aristóteles afirma que el animal como conjunto acabado es más significativo que las substancias que lo forman. La materia necesita del alma, que es la causa eficiente y final del animal. También se analiza el papel de la necesidad.

A continuación se comienza una crítica a la dicotomía como método para clasificar a los animales. Esta crítica, que ocupa casi la mitad del libro I, se debe a que la dicotomía se presentaba, en torno a la mitad del siglo IV, como la última palabra de Platón y de su escuela en el método científico, como el culmen de la dialéctica, como el instrumento cognoscitivo universal en todos los campos y, especialmente, en el saber naturalista30.

El propio Aristóteles la había utilizado en la Investigación sobre los animales. Pero las dificultades eran evidentes. En primer lugar, es absurdo pensar que las especies deban ser en número de dos, o potencia de dos, para culminar el proceso dicotómico en que la última diferencia sea la especie, pues en una secuencia de diferencias sólo la última es significativa. Esto nos obliga a asignar a cada especie una marca distintiva, y sólo una.

En segundo lugar, la dicotomía desmiembra artificialmente lo que es ontológicamente uno. Separa géneros naturales (por ejemplo, aves) y forma grupos artificiales (por ejemplo, animales acuáticos, compuestos por peces y aves). Pero la mayor crítica es al procedimiento de privación, pues no puede haber especies de lo que no es (por ejemplo, animales sin alas).

El método correcto de clasificación es por géneros (aves, peces). Debemos trabajar con ellos y no con especies (ave, no gorrión). Para partir de los géneros se debe aceptar la opinión común y las divisiones del lenguaje habitual.

En este punto, Aristóteles hace una viva exhortación al estudio biológico con un tono tan entusiasta y profundamente sentido, casi poético, que choca con la tradicional sequedad del estilo aristotélico, con su objetividad de científico. El texto, muy conocido, se apoya en dos razones. La primera sería que la rica cantidad de datos científicos que la observación de los fenómenos naturales nos procura nos permite la construcción de una ciencia más vasta que aquélla que versa sobre los objetos divinos y eternos, y esto compensaría la diferencia de valores en ambos terrenos. La segunda razón es que en los seres perecederos podemos ver la causa, «el fin ocupa el lugar de lo bello»31. Por eso no debemos despreciar el estudio de los seres más humildes, «pues en todas las obras de la naturaleza existe algo maravilloso»32.

Para finalizar se hace un resumen de lo dicho respecto al método apropiado: describir los caracteres comunes a un género y después explicar sus causas. Por último, se definen algunos términos.

Conclusión.—El método que se debe seguir de acuerdo con las premisas anteriores es el siguiente:

1. Describir las partes de los animales tal como se observan:

— Primero, las partes comunes a todos los animales.

— Luego, las partes comunes a un grupo de animales únicamente.

— Excepcionalmente, las partes propias de especies particulares.

2. A continuación, dar una explicación de sus causas y de su proceso de formación33.

Una vez desechada la división dicotómica y establecido que se debe seguir el uso popular en la división de los animales en grupos bien definidos, constata que esta clasificación responde a dos criterios:

a) las partes se diferencia por exceso o defecto (el más o el menos)34, como en diferentes especies dentro del mismo género. Por ejemplo, el pico o las patas de las aves.

b) la semejanza entre las partes es por analogía entre diferentes géneros. Por ejemplo, lo que en las aves es pluma es escama en los peces.

Lugar del libro I.—A menudo se ha considerado al libro I como una obra aparte, una especie de «discurso del método», como dice P. Louis35, que en algún momento se habría unido al tratado de las Partes propiamente dicho. A principios del siglo XIX, Titze36 intentó demostrar que no hay lazos entre el libro I y el resto de la obra y que éste estaría mejor situado delante de la Investigación sobre los animales. Más recientemente, también Nuyens37, apoyándose en datos de crítica interna, afirma que es un tratado del método que formaba en su origen una obra separada y que más tarde algún editor adjuntó a los tres libros que primitivamente constituían las Partes. Los argumento de Nuyens se basan en un análisis serio y detallado de las teorías del libro I y de los restantes libros. De las diferencias de doctrina entre ellos, saca la conclusión de que el libro I tendría una composición y redacción mucho más tardía que el resto del tratado38.

Mansion39 considera que, aunque el libro I presenta consideraciones de método de tipo general, también refleja aspectos más concretos que conciernen especialmente al estudio de las partes constitutivas de los organismos vivos. P. Louis, en esta misma línea, sostiene que este libro estaba destinado a servir de introducción al tratado de las Partes, pero que constituía al mismo tiempo el preámbulo de toda la serie de escritos que irían detrás de este tratado, que habría sido concebido por Aristóteles como el primero de un conjunto de tratados biológicos. Es lógico, pues, que se comience por una introducción general donde se expone el método que se seguirá en toda la serie. La Investigación sobre los animales, en cambio, no necesitaba ninguna introducción porque se trata de una recopilación de datos, un conjunto de observaciones que servirían más tarde para elaborar los tratados biológicos40.

B) Libros II, III y IV

Libro II.—Aristóteles comienza este libro estableciendo claramente el tema del tratado41. Se trata no de describir la anatomía de los tejidos y los órganos de las distintas especies de animales, sino de explicar las causas y los medios dispuestos por la naturaleza para alcanzar el fin determinado.

Para explicar la naturaleza del ser vivo recurre a la síntesis de los elementos tradicionales: lo frío, lo caliente, lo seco y lo húmedo, cuyo equilibrio es la base necesaria para la vida. La organización y combinación de estos elementos constituye las partes homogéneas, es decir lo que nosotros llamamos tejidos, como la carne o el hueso. Estas partes homogéneas, a su vez, entran en la composición de las partes no homogéneas del cuerpo, que son los miembros y los órganos.

Comienza, pues, Aristóteles la descripción y explicación de las partes homogéneas. En primer lugar, la sangre, por su importancia en la organización de los seres vivos. Explica su naturaleza (volviendo a las nociones de lo caliente y lo frío, lo seco o sólido y lo húmedo o líquido), la relación entre la sangre y la nutrición, y cómo se encuentra contenida dentro del corazón y las venas.

A continuación estudia la grasa y el sebo, que para Aristóteles son sangre cocida. Después, el tema de la médula, que le parece también un derivado de la sangre, nos lleva al del cerebro siguiendo la línea de algunos de sus predecesores que lo consideraban una continuación de la médula. Aristóteles los rebate y sostiene que el cerebro tiene una naturaleza particular, fría y exangüe, y su función sería la de refrescar el calor producido por el corazón.

Otra parte de gran importancia para la organización de los animales es la carne. Forma el cuerpo y, además, juega un papel muy importante en la sensación, pues es la sede del tacto.

Por último, se estudian en un mismo capítulo los huesos y las venas porque constituyen sistemas semejantes. Ni los huesos ni las venas existen aislados, están agrupados en un sistema formando un continuum que parte, en el caso de los huesos, de la columna vertebral y, en el caso de las venas, del corazón. Como complemento al estudio de los huesos examina las uñas, las pezuñas, los cuernos y los picos (volverá sobre ellos cuando aborde las partes no homogéneas, incluyendo entonces también los dientes).

En este punto Aristóteles, haciendo una interesante comparación entre animales y plantas, determina las partes esenciales para un ser vivo:

— las partes por donde toma el alimento.

— las partes por donde se expulsan los residuos.

— la parte intermedia donde se encuentra el principio de la vida.

También analiza el lugar del hombre dentro del reino animal.

A continuación comienza el estudio de las partes no homogéneas, empezando por la cabeza por dos motivos: porque Aristóteles toma como punto de partida de sus comparaciones y observaciones el cuerpo humano42 y porque la cabeza ocupa un lugar destacado por contener los órganos de los sentidos y la boca, que es el órgano característico del ser vivo.

Primero explica las razones por las que la cabeza está desprovista de carne. Sigue la descripción de los órganos sensoriales. Posición de las orejas y la razón de su ausencia en ciertos animales, estudio del sentido del oído. Después viene el estudio del ojo, los párpados, las pestañas (con una digresión sobre los pelos de las colas de los cuadrúpedos), las cejas. Luego la nariz, describiendo la trompa del elefante y la particularidad de la nariz en las aves. Por último, los labios.

A partir de aquí comienza la descripción de las partes internas de la cabeza: la lengua, con una explicación sobre su función para la emisión de la voz y el lenguaje, así como sede del sentido del gusto.

Libro III.—Prosiguiendo el análisis de las partes internas de la cabeza, se emprende el estudio de los dientes, con un apartado especial para los peces y el pico de las aves. A continuación se hace un desarrollo muy extenso sobre los cuernos, con indicación de su finalidad.

Después pasa a los órganos que se encuentran en el cuello: la faringe (que Aristóteles no distingue de la laringe), el esófago, la tráquea y la epiglotis, explicando su función y su posición. Ahora, dentro de las partes no homogéneas, se aborda el estudio de los órganos situados en el tronco en los animales sanguíneos: las vísceras. Y se empieza, lógicamente, por el corazón, el órgano mismo de la vida, sede de la sensación. Describe su anatomía y las enfermedades que le afectan. Relación entre la forma del corazón y el carácter de los animales. Descripción de las venas43, especialmente la aorta y la gran vena correspondiente a la vena cava inferior y superior).

Después viene el estudio del pulmón, cuya función es refrescar el cuerpo. Los peces, por analogía, tienen branquias en lugar de pulmón.

A continuación, la descripción del hígado y del bazo, cuyo papel en la digestión aparece mal definido. Viene después el estudio de los riñones y de la vejiga. Sobre ésta última comenta su presencia o ausencia en distintos animales, tratando de dar una explicación. La sección dedicada a los riñones es bastante amplia, describiendo su forma, su posición y enfermedades, especialmente en el hombre.

Al diafragma le dedica un largo capítulo. Su función es la de separar la parte superior de la inferior44 y aislar el corazón de la zona abdominal. Explica, también, el mecanismo de las cosquillas y cómo las heridas en el diafragma provocan risa.

En este punto se habla sobre las membranas que rodean las vísceras y se hace una comparación entre la anatomía de las diferentes vísceras.

Inmediatamente después, se aborda el estudio del estómago, con especial referencia a las peculiaridades del de los rumiantes, de las aves y de los peces. Luego se pasa a la descripción del intestino y de sus diversas partes, explicando que su función es la evacuación del excremento.

Libro IV.—Primero prosigue con el estudio de los órganos de la nutrición en los reptiles y serpientes en el punto en el que lo había dejado al finalizar el libro III. Seguidamente examina la vesícula biliar y la bilis, así como su relación con el hígado. A continuación describe las membranas abdominales: el epiplón y el mesenterio.

Hasta este momento, Aristóteles ha tratado básicamente sobre los animales sanguíneos, sin introducir apenas en su estudio a los no sanguíneos, probablemente porque su anatomía tiene poca relación con la del hombre, los cuadrúpedos, las aves y los peces. Por eso ha preferido, en general, dejarlos al margen y no complicar demasiado la descripción.

Ahora se va a centrar en ellos, poniendo en paralelo su anatomía con la de los sanguíneos. Pero, además, en este último libro compara a los animales sanguíneos entre ellos y al hombre con el resto de los animales.

A partir de este punto emprende la descripción de los no sanguíneos. En primer lugar, los órganos de la nutrición: boca, dientes y aparato digestivo. De esta manera, va describiendo la anatomía de los insectos, los cefalópodos, los crustáceos y los testáceos. De esta comparación se extrae una idea básica, la de la analogía del sistema nutritivo en todos los seres vivos45. Luego dedica un largo apartado a la descripción del erizo de mar.

Seguidamente, describe las ascidias y los zoófitos: actinias y estrellas de mar, y en ellos reconoce una naturaleza intermedia entre el animal y la planta.

Tras analizar los órganos de la nutrición, se pregunta por la sede de la sensibilidad en los no sanguíneos siguiendo la clasificación citada más arriba.

Una vez estudiadas las partes internas de todos los animales, sanguíneos primero y luego no sanguíneos, es el momento de dedicarse a la descripción de las partes externas. Y, puesto que ya estamos centrados en los no sanguíneos, es evidente que Aristóteles considera más operativo y claro continuar con ellos.

Así, se describen las patas, las alas y el aguijón de los insectos, haciendo una certera observación sobre su segmentación y su capacidad de vivir tras ser divididos, como las plantas46.

A continuación se estudian las partes externas de los testáceos y de los crustáceos. Después, se describen las particularidades de los cefalópodos, con una especial atención a las patas, ventosas y aleta.

Completado el estudio de los animales no sanguíneos tanto en sus partes internas como externas, Aristóteles retoma el estudio de los sanguíneos, concretamente los mamíferos, en el punto exacto donde lo dejó para iniciar el análisis de las partes internas de la cabeza, es decir el capítulo 17 del libro II.

Tras hacer un breve repaso a la cabeza, comienza la descripción del tronco y los miembros superiores, lo que da pie a Aristóteles para hacer un apunte sobre las diferencias de estructura entre los animales y el hombre, con una curiosa teoría sobre los enanos. También hace unas finas y sugerentes observaciones relativas a la mano humana.

Luego pasa al estudio de las mamas y su posición en los diferentes animales. Acto seguido, da un breve repaso a los órganos sexuales, pero nos indica que su estudio detallado se verá en el tratado de la Reproducción de los animales.

A continuación viene el estudio de los miembros inferiores, con especial mención a los pies del hombre.

En el siguiente apartado, el interés aristotélico se centra en los ovíparos. Primero los reptiles: describe su lengua, sus órganos de los sentidos, sus mandíbulas… Hace una particular referencia al camaleón.

En segundo lugar, las aves: se estudian sus peculiaridades, en especial las plumas, el pico y las alas. Se describen también sus patas y su peculiar cadera.

Por último, los peces: se describen la cola, las aletas, las branquias y la boca. Mención especial merecen las escamas y el hecho de no poseer testículos.

Para cerrar el libro, Aristóteles menciona el carácter ambiguo de ciertos animales a los que no es posible incluir fácilmente en las clasificaciones anteriores y que parece que pertenecen a dos grupos a la vez. Es el caso de los cetáceos (pez y mamífero), las focas (animal acuático y terrestre), los murciélagos (animal volador y mamífero) y el avestruz (ave y cuadrúpedo).

Por último, anuncia la gran obra sobre fisiología que es la Reproducción de los animales.

Éstos son, muy resumidos, los principales temas tratados en los libros II a IV de las Partes de los animales.

Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales.

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