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INTRODUCCIÓN La obra biológica de Aristóteles

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La presente obra forma parte de los tratados biológicos de Aristóteles. Durante mucho tiempo estos tratados han permanecido en un segundo plano frente a los escritos más propiamente filosóficos de nuestro autor, sin despertar el interés de los estudiosos de Aristóteles ni de los científicos. En los últimos años, sin embargo, se ha subsanado este olvido y son numerosos los estudios y las traducciones centrados en este campo de la producción aristotélica.

El propio Aristóteles ya en Meteorológicos1 había expuesto el plan de su obra, que no sería sino una especie de enciclopedia que exploraría todos los campos de la ciencia. El interés de la investigación aristotélica abarcaba desde la física y la astronomía a la zoología y la botánica2, y en este esquema nace la necesidad de organizar una vasta y exhaustiva enciclopedia de la ciencia natural basada en la biología. Precisamente estos temas eran centro de estudio de Platón y de la Academia durante los años en que Aristóteles la frecuentó. En el Timeo platónico hay un intento de unir ciencia y filosofía mediante un procedimiento lógico-dialéctico, que toma como modelo los paradigmas matemáticos, para llegar a un sistema unitario.

Ese camino suponía un intento fallido para Aristóteles, que partía de la premisa de la multiplicidad de las ciencias y su incapacidad de reducción, así como de la imposibilidad de crear una jerarquía entre ellas.

Las obras biológicas suponen cerca de un tercio del total de la producción aristotélica y podemos preguntarnos la razón de este profundo interés por las ciencias naturales3. Hacia la mitad del siglo IV las disciplinas biológicas eran las más avanzadas tras las matemáticas, pero eran saberes parciales reservados a los expertos (los conocimientos de anatomía y fisiología, sobre todo del cuerpo humano, se desarrollaban en las escuelas de medicina; los conocimientos de tipo zoológico eran patrimonio de pescadores, criadores, cazadores) y no habían entrado en los círculos de la ciencia mayor. Por otro lado, los estudios sobre psicología se habían desarrollado dentro de la filosofía y no se les había intentado encontrar una base fisiológica. Había, pues, abundancia de datos, pero faltaba sistematizarlos e interpretarlos de acuerdo con una teoría.

Y es aquí donde los conceptos analógico-funcionales de Aristóteles se mostraron como un instrumento perfecto para organizar todo ese material. Porque los escritos biológicos forman parte de su entramado filosófico, están perfectamente integrados en el conjunto de su obra. Las relaciones que se establecen en el mundo biológico entre estructura y función, proceso y fin, o individuo y especie ofrecían un magnífico campo para ese análisis, y así se explica el extraordinario desarrollo que experimentaron los estudios de biología dentro del cuadro general del pensamiento aristotélico.

De este modo, Aristóteles ha transmitido a la ciencia moderna la herencia de la biología griega, de una forma similar a como hizo Euclides respecto a la geometría, pero con el mérito añadido de la dificultad que entrañaba para los estudios biológicos la falta de instrumentos de observación microscópica y de conocimientos químicos. Así, ninguno de los dos fueron creadores originales, sino ordenadores y organizadores conceptuales de saberes previos.

Aristóteles puede ser considerado el fundador de la zoología, anatomía, botánica, etc. como disciplinas científicas. De hecho, la obra que nos ocupa es el primer tratado de anatomía comparada.

Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales.

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