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LIBRO I

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Generalidades sobre el método biológico

En lo relativo a toda especulación e [639a 1] investigación, por igual la más humilde como la más elevada, parece que hay dos posiciones posibles, de las cuales una bien se puede denominar ciencia del objeto y la otra como una especie de cultura. En efecto, es propio de un hombre educado convenientemente el poder [5] juzgar de forma certera si el que habla expone bien o no. Tal persona es la que precisamente creemos que está bien instruida, y el tener cultura el poder hacer lo antes dicho. Aparte, consideramos que esa persona por sí sola es capaz de juzgar sobre todos los temas, por decirlo así, y en cambio, [10] otra únicamente sobre un tema determinado, pues podría haber algún otro dispuesto de la misma manera que el antes citado sólo sobre un aspecto particular.

Por tanto, es evidente que también en la investigación de las ciencias naturales deben existir algunos criterios tales que al referirnos a ellos se pruebe el modo de demostración, al margen de cómo es la verdad, si de esta manera [15] o de otra. Quiero decir, por ejemplo, si hay que definir por sí mismo a cada ser tomándolo por separado, abordando el estudio de la naturaleza del hombre, del león, del buey o de cualquier otro ser específicamente, o bien tomar como base de estudio las características comunes a todos los seres de acuerdo con un punto de vista común.

[20] De hecho, muchas funciones son iguales en muchos géneros que son distintos entre sí, como el sueño, la respiración, el crecimiento, la decadencia, la muerte y, además, las restantes propiedades y estados de tal tipo; hablar, pues, de ello ahora sería oscuro e impreciso. Es evidente que al tratar sobre muchas especies de forma particular diremos [25] lo mismo muchas veces, pues cada una de las funciones citadas existe tanto en los caballos, como en los perros o en los seres humanos, de modo que si se habla de estas características en cada animal, será obligado hablar a menudo sobre lo mismo, en tanto las mismas características se den en seres de distinta especie sin que presenten ninguna diferencia.

[30] En cambio, puede haber otras funciones que tienen la [639b] misma denominación, pero se diferencian según la especie, como la locomoción1 de los animales que, ciertamente, no se presenta de modo unitario en la forma: difieren, pues, el vuelo, la natación, la marcha y la reptación. Por ello es preciso que no haya incertidumbre en cómo abordar la investigación, quiero decir si primero se debe hacer una observación [5] común por géneros, y luego centrarse en las características específicas, o estudiar directamente cada especie por separado. Por ahora no hay nada fijado sobre este tema, ni tampoco sobre lo que voy a decir a continuación, si, al igual que los matemáticos realizan sus demostraciones sobre la astronomía, también el naturalista debe observar primero los fenómenos relativos a los animales y las partes propias de cada uno, y luego explicar el [10] porqué y las causas, o bien debe actuar de otra manera2.

Finalidad y necesidad

Además, puesto que vemos muchas causas en cualquier devenir natural, como la que explica el para qué y la que explica a partir de qué3 se origina el principio del movimiento4, hay que determinar también acerca de ellas cuál es la primera y cuál la segunda por naturaleza. Parece que la primera es la que llamamos «el para qué de algo»; esto es, pues, la razón, y la [15] razón es principio por igual en los productos de la técnica como en los de la naturaleza. Tras haber definido, en efecto, mediante el razonamiento o la percepción, el médico la salud, o el arquitecto la casa, dan las razones y las causas de cada cosa que hacen, y por qué se deben hacer así. Pero existe más finalidad y belleza en las obras de la naturaleza [20] que en las de la técnica.

Por otra parte, el principio de necesidad no afecta por igual a todos los hechos de la naturaleza, aunque casi todo el mundo trata de conducir a él sus explicaciones, sin distinguir en cuántos sentidos se dice «lo necesario». Por un lado la necesidad absoluta sólo existe para los seres eternos, mientras la necesidad condicional se da tanto en todos los seres sujetos al devenir natural, como en los productos [25] técnicos, por ejemplo, una casa o cualquier otro objeto semejante. Es necesario que exista determinada materia para que haya una casa o cualquier otro fin; y debe haber sido producido y puesto en movimiento primero esto, luego lo otro, y de esta manera en adelante hasta el fin, es decir, el [30] para qué cada cosa se produce y existe. Y lo mismo sucede también en los procesos naturales.

[640a] En cambio, la forma de la demostración y de la necesidad es distinta en la ciencia de la naturaleza y en las ciencias especulativas. Sobre este tema se ha hablado ya en otras obras5. En unos casos, pues, el principio es el ser, en otros lo que será; en efecto, puesto que tal es la salud o [5] el hombre, es necesario que tal cosa exista o se produzca, pero no que, puesto que esto existe o se ha producido, la salud o el hombre necesariamente existan o vayan a existir. Ni es posible ligar a lo eterno la necesidad de tal demostración, para poder decir que esto es, puesto que esto otro también es. Sobre este tema también se ha tratado en otras obras, y a quiénes se aplica la necesidad, quiénes tienen necesidad recíproca y por qué causa6.

Forma y materia

[10] Pero tampoco se debe pasar por alto si conviene hablar, de la misma manera que realizaban nuestros antecesores su investigación, sobre cómo se ha formado cada ser en su desarrollo natural más que cómo es. Ciertamente, la diferencia entre este planteamiento y aquel otro no es pequeña. Parece que hay que empezar, como ya dijimos antes7, primero a partir de la recogida [15] de las características relativas a cada género, para luego hablar sobre sus causas y sobre su generación; este mismo orden se da, de hecho, también en la arquitectura, puesto que la forma de la casa es de determinado tipo o la casa es de determinada forma porque se hace así. El proceso de formación se produce, pues, para la existencia, pero no la existencia para el proceso8.

Por eso Empédocles9 no tenía razón al decir que muchas [20] características se dan en los animales por haberse producido durante el proceso de formación, como tener tal tipo de columna vertebral porque al estar doblada se ha llegado a fracturar10. Desconoce, en primer lugar, que el germen constituyente debe existir ya con tal potencialidad; luego, que lo que produce existe con anterioridad no sólo lógicamente, sino también temporalmente: así el hombre [25] engendra un hombre, de modo que, al tener tales características aquél, el proceso de formación de este otro se produce de tal manera.

Igual sucede también con aquéllos que parecen ser fruto de generación espontánea, y lo mismo también para los productos técnicos; de hecho, algunas cosas que se producen espontáneamente son iguales a los resultados de la técnica, como la salud. Pero, ciertamente, la idea creadora preexiste a su producto y es igual que él, como el arte estatuaria, [30] pues aquí no hay generación espontánea. El arte es concepto de la obra, pero sin materia. Y lo mismo para los productos del azar; pues como el arte, así sucede también en este caso. Por ello precisamente hay que decir que dado que ésta es la esencia del hombre, por eso tiene estas partes11, [35] pues no es posible que exista sin ellas. Y si no, las más cercanas, o en su totalidad (porque sería imposible de [640b] otra manera) o al menos que resulte bien así. Esto se sigue como consecuencia. Puesto que es tal, es necesario que su proceso de formación suceda así y de tal forma. Por eso una parte se forma primero12, luego otra. Y de la misma manera igual para todos los organismos naturales.

[5] Efectivamente, los antiguos que primero investigaron filosóficamente13 sobre la naturaleza fijaban su atención en el principio material y en tal tipo de causa, cuál y cómo era, cómo el mundo entero nace de ella, y cuál es el motor, por ejemplo la discordia o el amor, o la inteligencia o el azar, mientras la materia que sirve de base tiene por necesidad [10] una naturaleza determinada, por ejemplo caliente la del fuego, fría la de la tierra, y ligera aquélla, pesada ésta. Así conciben también la creación del universo. Y de la misma manera explican además la génesis de los animales y de las plantas, como, por ejemplo, que al fluir el agua en el cuerpo se forma el estómago y toda la cavidad para el [15] alimento y para los excrementos y, a su vez, al pasar el aire de la respiración, se abre la nariz. El aire y el agua son materia de los cuerpos; y a partir de tales cuerpos todos construyen la naturaleza.

Pero si el hombre y los animales son seres naturales, así como sus partes, habría que hablar también de la carne, el hueso, la sangre y todas las partes homogéneas14. E igualmente [20] también de las no homogéneas, como el rostro, la mano, el pie, cómo se caracteriza cada una de ellas y según qué capacidad. No es, pues, suficiente el decir a partir de qué elementos se produce, por ejemplo de fuego o de tierra, igual que, si estuviésemos hablando de un lecho o de alguna otra cosa semejante, intentaríamos determinar la forma más que la materia (por ejemplo bronce o madera); [25] o si no, al menos la del conjunto: pues un lecho es esto en tal materia o esto de tal forma, de modo que habría que hablar de su configuración y de cuál es su forma.

En efecto, la naturaleza según la forma es más importante que la naturaleza material. Si cada uno de los animales y de sus partes consistiera en su configuración y color, sería correcto lo que dice Demócrito15, pues parece pensar [30] así. Al menos afirma que a todo el mundo le resulta evidente cuál es la forma del hombre, al ser reconocible por su configuración y color. Sin embargo, también el cadáver16 tiene la misma forma exterior, pero en cambio no es un [35] hombre. Y además, es imposible que exista una mano hecha de cualquier materia, por ejemplo de bronce o madera, [641a] excepto por homonimia17, como un médico representado en un dibujo. Esta mano, pues, no podrá cumplir su función, como tampoco podrán realizarla flautas de piedra, ni el médico dibujado. E igualmente, ninguna de las partes de [5] un cadáver es ya propiamente tal, digo, por ejemplo, el ojo, la mano. Es hablar de una forma demasiado simplista, y de la misma manera como si un carpintero hablase de una mano de madera18.

Así, también los filósofos naturalistas exponen la génesis y las causas de la forma externa: se produjeron a causa de ciertas fuerzas. Pero igual que el carpintero hablaría del [10] hacha o del taladro, lo mismo dirá el naturalista del aire o la tierra, con la salvedad de que el carpintero habla mejor, pues no le bastará decir lo siguiente, que al golpear su herramienta se produjo una cavidad o una superficie plana, sino por qué dio tal golpe y para qué, explicará la causa por la que su producto tomará tal forma o, en otra ocasión, tal otra.

El principio vital

[15] Es, pues, evidente que sus afirmaciones no son correctas, y que hay que decir que el animal tiene tales características, y describirlo y decir qué es y cómo es, y cada una de sus partes, igual que se hace sobre la forma del lecho. Si, realmente, esto es el alma, o una parte del alma, o algo que no puede existir sin alma (pues, al marcharse ésta, el ser vivo ya no existe y ninguna de sus partes permanece igual, excepto sólo en la configuración [20] exterior, como en el mito los seres convertidos en piedra19), si así son los hechos, concerniría al naturalista hablar sobre el alma y conocerla, y si no de toda ella, al menos de la parte que hace que el ser vivo sea el que es, y decir qué es el alma o esta parte, y hablar sobre los accidentes de acuerdo con su propia esencia, sobre todo porque [25] «naturaleza» se dice y tiene dos sentidos: uno como materia, otro como esencia20. Y es también esta misma como causa motriz y como fin21.

Tal es, ciertamente, el alma del ser vivo en su totalidad, o una parte de ella. De modo que, de esta manera, el que estudia la naturaleza debería hablar sobre el alma más que [30] sobre la materia, en tanto que la materia es naturaleza gracias a aquélla, más que al contrario. Y, en efecto, la madera es lecho o trípode porque es eso en potencia. Se podría dudar, al considerar lo dicho hasta ahora, si corresponde a la ciencia de la naturaleza hablar de todo tipo de almas o sólo sobre alguna. Si se concluye que sobre todas, no quedará [35] ningún otro saber filosófico excepto la ciencia natural. La inteligencia, de hecho, se ocupa de las cosas inteligibles. De modo que la ciencia natural sería el conocimiento [641b] sobre todo, pues corresponde a la misma ciencia estudiar la inteligencia y lo inteligible, ya que son correlativos, y la misma ciencia se ocupa de todos los correlativos, como también es el caso de la sensación y de las cosas sensibles.

[5] Acaso no es toda el alma principio del movimiento, ni todas las partes juntas, sino una, la que se da también en las plantas, es principio del crecimiento22; otra, la sensitiva, es principio de la alteración23; otra de la traslación, que no es la pensante24, pues la traslación existe también en otros seres vivos, pero el razonamiento en ningún otro25. Es evidente, por tanto, que no hay que hablar sobre todas las partes [10] del alma, pues no todas son naturaleza, sino alguna parte de ella, única o también varias.

El orden del universo

Además, por otro lado, no es posible que la ciencia natural se ocupe de ninguno de los productos de la abstracción26, puesto que la naturaleza lo hace todo para algo. Parece, pues, que como en los productos artísticos existe el arte, así también en los propios objetos existe algún otro principio y causa de tal tipo [15] que tomamos de todo lo que nos rodea, como el calor y el frío. Por ello es más verosímil que el cielo se haya generado por una causa tal, si es que se ha generado27, y que exista debido a tal causa más que los seres mortales; al menos, el orden y la determinación se muestran mucho más en los fenómenos celestes que en torno a nosotros, mientras que lo cambiante y por azar se da sobre todo en los seres [20] mortales. Los filósofos naturalistas afirman que cada uno de los seres vivos existe y nace por naturaleza, y que el cielo está constituido como es por azar y de modo espontáneo, cuando precisamente en él no aparece nada debido al azar y al desorden. Nosotros, en cambio, decimos que una cosa es para algo en todas partes donde aparezca un fin hacia el [25] que se dirige el movimiento si nada lo impide.

De modo que es evidente que existe algo de tal tipo, a lo que precisamente llamamos naturaleza. En efecto, de cada germen28 no nace un ser al azar, sino este ser de este germen concreto, ni un germen al azar surge de cualquier cuerpo. El germen es, por tanto, principio y formador de lo que procede de él. Y esto sucede por naturaleza: nace, [30] pues, naturalmente de él. Pero, de hecho, aún es anterior al germen el ser del que es principio, pues el germen es proceso de formación y el fin una entidad. Y aún anterior a ambos, el ser de donde procede el germen. El germen se puede ver desde dos puntos de vista: a partir de donde surge o de lo que es principio, y del ser que procede, de ese mismo es efectivamente germen29, por ejemplo del caballo, pero también lo es del ser que nacerá a partir de él, por [35] ejemplo del mulo, pero no de la misma manera, sino según lo dicho de cada uno. Además el germen es en potencia: la potencia qué relación tiene con la entelequia30, lo sabemos. [642a]

La necesidad

Existen, pues, estas dos causas, la causa de finalidad y la de necesidad; muchos hechos se producen, efectivamente, porque hay necesidad. Pero, quizás, uno se podría preguntar de qué necesidad hablan [5] los que dicen «por necesidad», pues realmente ninguno de los dos modos de necesidad definidos en los tratados de filosofía31 es posible que se dé aquí. La tercera se da en los seres que tienen un proceso de formación; decimos, en efecto, que la alimentación es algo necesario no según ninguno de los dos primeros modos, sino porque no es posible existir sin ella. Ésta es como una necesidad condicional. [10] Como, por ejemplo, puesto que es preciso que el hacha corte, hay necesidad de que sea dura y, si es dura, de bronce o de hierro, y de la misma manera, puesto que el cuerpo es una herramienta32 (pues cada una de sus partes sirve para algo, y lo mismo el todo), hay consecuentemente necesidad de que sea así y hecho de tales elementos, si debe ser aquella herramienta.

La forma y el fin

Decimos que hay dos tipos de causas, [15] y es preciso al hablar definir perfectamente ambas o, si no, al menos intentar dejarlo claro, porque todos los que no hablan de esto no dicen nada, por así decirlo, sobre la naturaleza, pues la naturaleza es principio más que la materia.

A veces, también Empédocles cae en esto, llevado por la propia verdad, y se ve obligado a decir que la substancia [20] y la naturaleza son proporción33, por ejemplo al explicar qué es el hueso34: no dice, pues, que sea uno de los elementos, ni dos, ni tres, ni todos, sino la proporción de su mezcla. Es, por tanto, evidente que también para la carne sucede del mismo modo, y para cada una de las partes de tal género. La causa de que nuestros predecesores no llegaran [25] a ese modo de explicación es que no les era posible conocer la esencia, ni definir la substancia; sin embargo, Demócrito fue el primero que tocó el tema, no por considerarlo necesario para la ciencia natural, sino llevado por la realidad misma35; en tiempos de Sócrates este modo de investigación progresó, pero cesó la indagación sobre la naturaleza, y los filósofos se inclinaron hacia la virtud útil y [30] la política.

Hay que hacer la demostración así: por ejemplo, que la respiración es para este fin, y esto se produce necesariamente por estos medios. La necesidad significa, por un lado, que, si aquello es el fin, estas condiciones se dan por necesidad; por otro, que las cosas son así y lo son por naturaleza. Es necesario, en efecto, que el calor salga y de [35] nuevo entre al encontrar resistencia, y que el aire fluya hacia dentro. Esto es ya necesario. Pero como el calor interno [642b] opone resistencia, la entrada del aire de fuera se produce durante el enfriamiento36. Éste es, pues, el tipo de método, y éstas y de tal género las cosas sobre las que hay que establecer las causas.

Crítica de la dicotomia

[25] Algunos tratan de tomar lo particular, dividiendo el género en dos diferencias. Pero eso, por una parte, no es fácil, por otra, es imposible. En algunos casos, de hecho, existiría una sola diferencia, y las otras serían superfluas, como, por ejemplo, los animales con patas, bípedos o con pies provistos de dedos37: ésta es realmente la única importante. Y si no se procede así, [10] es necesario repetir muchas veces lo mismo. Aún más, no conviene separar cada género, por ejemplo las aves, unas en una división, otras en otra, como las tienen las Tablas de División38; allí, en efecto, sucede que unas están clasificadas entre los animales acuáticos y otras en otro género39. De acuerdo con esta semejanza se aplica el nombre de ave, [15] según otra el de pez. Otras divisiones no tienen nombre40, como los sanguíneos y los no sanguíneos41, pues no existe un nombre unitario para cada uno de ellos. Así, si no hay que separar ningún grupo homogéneo, la división en dos sería vana; pues al hacer la división así, es obligado separar y dividir: en consecuencia, algunos animales de múltiples patas están clasificados entre los terrestres, otros entre [20] los acuáticos.

Dificultades de la dicotomía

Además, será necesario dividir según [3] la privación, y así realizan la división los que proceden por dicotomías. Pero no existe diferencia en la privación en cuanto privación. En efecto, es imposible que existan especies de lo que no es, por ejemplo, de la ausencia de patas o de alas, como existen por la presencia de alas o de patas. Por el contrario, es preciso que existan especies de la diferencia general, pues si no existieran ¿por qué habría [25] diferencia general y no específica? Algunas diferencias son generales y conllevan especie, como el tener alas, aunque el ala unas veces es indivisa y otras dividida. Y el tener patas lo mismo, tanto la pata con varias divisiones, con dos divisiones (como los artiodáctilos42) o no dividida [30] y sin separación (como los perisodáctilos43). Realmente es difícil separar, incluso en tales diferencias que suponen especies, de modo que cualquier animal esté incluido en ellas y no el mismo animal en muchas, por ejemplo, alado y no alado (de hecho, el mismo animal puede estar en ambas44, como la hormiga, la luciérnaga45 y algunos otros), pero la división más difícil o imposible es la basada en los contrarios. [35] Es necesario en este caso que cada diferencia se dé en una de las especies particulares, y consecuentemente igual la diferencia contraria. [643a]

Pero si no es posible que una forma de substancia única e indivisible pertenezca a animales diferentes en especie, sino que siempre habrá una diferencia (como entre el ave y el hombre: en efecto, el bipedismo es otro y diferente; y aunque son sanguíneos, la sangre es diferente, o hay [5] que admitir que la sangre no es una característica esencial; si es así, una única diferencia existirá entre los dos); entonces, si esto es así, es evidente que es imposible que la privación sea una diferencia. Las diferencias serán tantas como las especies indivisibles de animales, siempre que éstas sean indivisibles y las diferencias también lo sean, y ninguna sea común. Si se admite que no exista ***46 y [10] común, pero sea indivisible, es evidente que, al menos respecto a la diferencia común, están en la misma división, aun siendo seres distintos en especie. De modo que es necesario que, si las diferencias en las que entran todos los individuos son específicas de ellos, ninguna sea común. Si no, seres distintos irán en la misma diferencia. Es preciso que una especie única e indivisible no vaya de una a otra [15] diferencia de las divisiones, ni seres diferentes a la misma división, y que todos los animales aparezcan en estas divisiones.

Errores a los que conduce la dicotomía

Está, pues, claro que no es posible tomar las especies indivisibles como las dividen los que utilizan las clasificaciones dicotómicas de los animales o de cualquier otro género de cosas47. Y, efectivamente, según aquéllos es necesario que las diferencias últimas sean iguales en número a todos los animales indivisibles en cuanto a la especie. Así pues, dado un cierto género [20] cuyas diferencias primeras sean blanco y no blanco, pero existan otras diferencias para cada uno de ellos, y así en adelante hasta los individuos, las diferencias últimas serán cuatro o alguna otra cantidad de entre los múltiplos sucesivos de dos; y tantas serán también las especies.

La diferencia es la forma en la materia. Y ninguna parte [25] del animal existe sin materia, ni la materia sola; de hecho, un cuerpo que no está completo no será nunca un animal, ni ninguna de sus partes, como se ha dicho muchas veces. Además, hay que dividir según las características esenciales y no según las diferencias accidentales propias, como si se dividiesen figuras geométricas porque unas tienen los ángulos iguales a dos rectas, y otras a más, pues es [30] un accidente del triángulo el tener los ángulos iguales a dos rectas.

También hay que dividir por contrarios, pues los contrarios son recíprocamente diferentes, como la blancura y la negrura, la rectitud y la curvatura. Si entonces uno es diferente del otro, hay que dividir según el contrario, y no uno según la natación, el otro según el color, ni por otro lado, [35] al menos respecto a los seres animados, basándose en las funciones comunes del cuerpo y del alma, como en las Tablas ya citadas48 se divide en animales que marchan y [643b] animales que vuelan. Hay, en efecto, algunos géneros a quienes corresponden ambas características, y son alados y sin alas, como el género de las hormigas.

Y dividir en salvaje y doméstico49, pues de la misma manera parecería que se dividen las mismas especies. De hecho, por decirlo así, todos los animales domésticos se [5] encuentran también en estado salvaje, como los hombres, los caballos, los bueyes, los perros en la India, los cerdos, las cabras, las ovejas; cada uno de ellos, si llevan el mismo nombre, no están clasificados aparte si constituyen una única especie, y no es posible que el estado salvaje y el doméstico suponga una diferencia.

Condena de la dicotomía

En general, esto sucede necesariamente a quien divide cualquier cosa según [10] una diferencia única. Sin embargo, hay que tratar de tomar los animales por géneros, siguiendo el camino que nos marcaba ya la mayoría al distinguir el género de ave y el de pez. Pero cada uno de esos géneros es definido por muchas diferencias, y no según la dicotomía. Así, en efecto, es absolutamente imposible clasificar por géneros (pues el mismo [15] ser cae en muchas divisiones y los contrarios en la misma), o habrá sólo una única diferencia y, sea ésta simple o resultado de una combinación, constituirá la especie última. Pero si no se saca la diferencia de una diferencia, será necesario, como al realizar la unidad del discurso mediante las conjunciones, hacer que el proceso de división [20] sea continuo. Me refiero a lo que sucede a quienes dividen en sin alas y alados, entre los alados, domésticos y salvajes, o en blancos y negros, pues ni el ser doméstico ni el ser blanco es una diferencia del alado, sino que son principio de otra diferencia y están allí por accidente. Por eso hay que dividir inmediatamente la unidad según muchas diferencias, [25] como decimos. Y así, en efecto, las privaciones formarán una diferencia, mientras en la dicotomía no lo harán.

Que no es posible tomar ninguna de las especies particulares dividiendo en dos el género, como algunos creyeron50, es evidente a partir de las siguientes consideraciones51. Es imposible, en efecto, que exista una única diferencia de los seres divididos por especies, ya se tomen [30] diferencias simples, ya complejas (digo simples si no comportan otras diferencias, por ejemplo la división del pie, complejas si la comportan, como el pie con división múltiple frente al pie con división simple. Esto, pues, exige la continuidad de las diferencias por medio de la división a partir del género porque el todo es una unidad, pero, al contrario [35] de lo que se dice, sucede que la diferencia última parece ser la única, por ejemplo el tener el pie con divisiones múltiples o el ser bípedo; y el poseer pies o el tener más [644a] pies son superfluas).

Que es imposible que tales diferencias sean muchas, está claro: avanzando, pues, siempre se llega a la diferencia final, pero no a la última, ni a la especie. Ésta es, si se está dividiendo al hombre, o el pie dividido sólo o bien todo el conjunto, por ejemplo, si se reuniera el poseer pies, ser [5] bípedo, tener el pie dividido. Si el hombre fuera sólo un animal de pie dividido, ésta sería así una diferencia única. Pero ahora, puesto que no es así, es necesario que existan muchas diferencias no obtenidas por una única división. Pero realmente no es posible que existan muchas diferencias de una cosa obtenidas por una sola dicotomía, sino que se llega al final una por una. De modo que es imposible obtener [10] cualquier especie animal de forma individual por la división binaria.

Principios para la clasificación

[4] Uno se podría preguntar por qué desde antiguo los hombres no han llamado con un solo nombre a ambos, uniéndolos a la vez en un solo género que comprenda a los animales acuáticos y alados52. [15] Hay, de hecho, algunos caracteres comunes tanto a éstos como a todos los otros animales. Pero, sin embargo, están divididos correctamente de esta manera. En efecto, todos los géneros que se diferencian por exceso, sea lo más o lo menos, están agrupados en un único género, mientras que los que presentan analogía están aparte53; quiero decir, por [20] ejemplo, que un ave se diferencia de otra ave por el más, o sea por exceso (una tiene alas grandes, otra pequeñas), mientras que los peces se diferencian de un ave por la analogía (lo que es pluma en una, es escama en el otro). Pero hacer esto con todos los animales no es fácil, pues a muchos animales les afecta la misma relación analógica. Como las especies últimas son esencias y no se pueden diferenciar [25] ya en especies, por ejemplo Sócrates o Corisco54, es necesario o primero decir sus caracteres generales o repetir muchas veces lo mismo, como ya se ha dicho.

Lo universal es común: llamamos universal los caracteres que se dan en muchos seres. Pero está la duda en sobre cuál de ellos hay que basar nuestro estudio. Por un lado, esencia es lo indivisible en especie, y lo mejor sería, si se [30] pudiera, estudiar aparte los seres particulares e indivisibles en especie, como se hace con el hombre, y así se haría no con el ave, pues este género tiene especies, sino con cualquier especie indivisible de ave, como el gorrión, la grulla o cualquier otra. Por otro lado, se dará el caso de hablar muchas veces sobre el mismo carácter por encontrarse en [35] muchas especies en común, por ello es un poco absurdo y [664b] largo el hablar de cada uno por separado.

Resumen del método correcto

Tal vez es, entonces, correcto hablar sobre los caracteres comunes según los géneros, tal como ya están adecuadamente explicados por determinadas personas, y que tienen una sola naturaleza común y cuyas especies no son muy distantes, como el ave y el pez, y cualquier otro grupo que no tenga nombre propio, [5] pero comprenda igualmente en el género las especies que tiene; los animales que no reúnen estos requisitos serán estudiados individualmente como, por ejemplo, el hombre y cualquier otro en el mismo caso.

Prácticamente, sólo por la configuración de las partes y del cuerpo entero, si tienen semejanzas, se definen los géneros, por ejemplo el género de las aves se encuentra en esta situación, y el de los peces, cefalópodos y gasterópodos. [10] Sus partes, pues, difieren no por similitud analógica, como en el hombre y el pez se presentan el hueso frente a la espina, sino más por características corporales, como la corpulencia o pequeñez, la blandura o dureza, la lisura o la rugosidad y otras semejantes, en suma, por el más y el menos. [15] Se ha dicho, en efecto, cómo hay que admitir la investigación acerca de la naturaleza, y de qué manera el estudio de los problemas se desarrollaría con método y facilidad; además, acerca de la división, de qué manera se puede obtener utilidad al seguirla, y por qué el practicar la dicotomía [20] es, por un lado, imposible, por otro, vano.

Una vez que esto está definido, vamos a hablar de los temas siguientes tomando este punto de partida.

Interés de la biología

[5] De los seres que están constituidos por naturaleza unos, no engendrados e incorruptibles, existen por toda la eternidad, otros, en cambio, participan de la generación y la corrupción.

[25] Pero sobre aquéllos nobles y divinos55 sucede que nuestro conocimiento es escaso (pues también particularmente pocos son los hechos visibles por medio de los sentidos a partir de los que se podrían investigar estos seres, sobre los que tanto anhelamos saber). En cuanto a los seres perecederos, tanto plantas56 como animales, tenemos más fácil el camino hacia su conocimiento por nuestro medio común; [30] así, cualquiera podría recabar muchos datos sobre cualquier género de los existentes, con tal de querer esforzaŕse lo suficiente.

Pero cada uno de estos mundos tiene su propio encanto. Así pues, por poco que podamos alcanzar de los seres superiores nos resulta, sin embargo, más agradable, debido a lo valioso de su conocimiento, que todo lo que tenemos a nuestro alrededor, del mismo modo que contemplar una parte pequeña y al azar de los objetos amados es más dulce que ver con exactitud otras cosas por muchas y grandes [35] que sean.

En cambio, los otros seres, debido a que nuestro conocimiento [645a] de ellos es mayor y más amplio, dan lugar a una ciencia más vasta, y además, porque nos son más cercanos y más familiares a nuestra naturaleza, suponen una compensación, en cierto modo, respecto a la filosofía de los seres divinos. Pero puesto que de éstos ya hemos tratado57, [5] exponiendo lo que nos parecía, queda por hablar de la naturaleza viviente58, no dejando de lado nada, en la medida de lo posible, sea humilde o elevado. E, incluso en los seres sin atractivo para los sentidos, a lo largo de la investigación científica, la naturaleza que los ha creado ofrece placeres extraordinarios a quienes son capaces de conocer [10] las causas y sean filósofos natos. Sería, pues, ilógico y absurdo que, si nos alegramos contemplando sus imágenes porque consideramos el arte que las ha creado, sea pintura o escultura, no amásemos aún más la observación de los propios seres tal como están constituidos por naturaleza, al menos si podemos examinar las causas. [15]

Por ello es necesario no rechazar puerilmente el estudio de los seres más humildes, pues en todas las obras de la naturaleza existe algo maravilloso. Y lo mismo que se cuenta que Heráclito dijo a los extranjeros que querían hacerle una visita, pero que, cuando al entrar lo vieron calentarse frente al horno, se quedaron parados (los invitaba, en efecto, [20] a entrar con confianza, pues también allí estaban los dioses59), igual hay que acercarse sin disgusto a la observación sobre cada animal, en la idea de que en todos existe algo de natural y de hermoso.

Recuerdo del método apropiado

En las obras de la naturaleza, en efecto, no existe el azar, sino el para qué de [25] algo, y en grado sumo; y el fin para el que un ser está constituido o producido toma el lugar de lo bello. Pero si alguien considera que el estudio de los otros animales es despreciable, es preciso que piense también del mismo modo sobre el estudio de sí mismo, pues no es posible ver sin mucho desagrado de qué está constituido el género humano: [30] sangre, carne, huesos, venas y partes semejantes.

De igual manera, al discutir sobre cualquier parte u objeto, se debe considerar no hacer mención de la materia, ni hacer el estudio en función de ella, sino de la forma total, como, por ejemplo, se habla de una casa, pero no de ladrillos, mortero y maderas. También en lo que concierne a la [35] naturaleza se debe hablar sobre la composición y sobre el ser total, pero no sobre los elementos, que no se dan nunca separados del ser al que pertenecen.

[645b] Es necesario, en primer lugar, explicar para cada género los caracteres accidentales que pertenecen esencialmente a todos los animales, y después intentar explicar sus causas. Se ha dicho ya antes60 que muchos elementos son comunes a muchos animales, unos de forma directa, por [5] ejemplo, las patas, las alas, las escamas y otras características del mismo tipo que éstas, y otros por analogía. Entiendo por analogía61 que unos animales tienen pulmón, pero otros no lo tienen, sino otro órgano en lugar del pulmón que tienen los primeros; también unos tienen sangre, otros algo análogo que tiene la misma función que la [10] sangre entre los animales sanguíneos. Pero el hablar por separado de cada especie particular ya dijimos antes que llevará a repetir lo mismo cada vez que hablemos de todas las características, pues las mismas características se dan en muchos seres. Por tanto, que esto quede definido así.

Pero, puesto que todo instrumento62 tiene una finalidad, que cada una de las partes del cuerpo es para algo, [15] y que la finalidad es una acción, es evidente que también el cuerpo en su conjunto está constituido para una acción compleja. La acción de serrar, efectivamente, no tiene como finalidad la sierra, sino que la sierra tiene la finalidad de serrar, pues serrar es un uso de la herramienta. De modo que también el cuerpo en cierta manera tiene como finalidad el alma, y las partes tienen como finalidad las [20] funciones que cada una tiene fijadas por naturaleza. Entonces hay que hablar primero de las funciones comunes a todos los animales y de las propias de cada género y especie.

Definición de algunos términos

Llamo63 funciones comunes a aquéllas que existen en todos los animales, propias del género a aquéllas en que las diferencias entre animales las vemos por [25] exceso (por ejemplo, digo ave según el género, hombre según la especie) y todo lo que de acuerdo con la lógica general no presenta ninguna diferencia. Unos animales, pues, tienen características comunes según la analogía, otros según el género, y otros según la especie. Todas las funciones que tienen como finalidad otras, es evidente que los órganos a los que corresponden esas funciones [30] están en la misma relación que ellas. Igualmente, si algunas son anteriores y resultan ser fin de otras funciones, la misma relación tendrá también cada una de las partes cuyas funciones son tales; y en tercer lugar, algunos órganos existen necesariamente como consecuencia de la existencia de otros.

Por otra parte, llamo propiedades y funciones a la reproducción, el crecimiento, el acoplamiento, la vigilia, el [35] sueño, la marcha y todo lo de tal tipo que se da en los animales; llamo partes a la nariz, al ojo y al conjunto del rostro, [646a] cada uno de cuyos elementos se llama miembro. Y del mismo modo también respecto a los otros.

Y sobre el método de investigación queda dicho esto; trataremos de explicar las causas respecto a las propiedades comunes y a las específicas, empezando, como hemos establecido, primero por lo primero.

1 La forma de locomoción de los animales es estudiada con detalle en el tratado de la Marcha de los animales (De Incessu Animalium).

2 La respuesta es dada en 640a13-15. La observación de los fenómenos la desarrolla ARISTÓTELES en la Investigación sobre los animales (Historia Animalium).

3 Se trata de la definición de la causa final y la causa eficiente.

4 La palabra kínēsis tiene en Aristóteles el sentido de paso de un estado a otro. La vida misma es un movimiento.

5 Metafísica V 5 y, especialmente, Física II 9 donde establece la diferencia entre el método físico y el matemático.

6 Cf. Acerca de la generación y la corrupción II 11, 337b23.

7 Cf. 639b8 y 9.

8 Esta frase es una cita textual de PLATÓN, Filebo 54a9. También se discute este problema en Reproducción de los animales (De Generatione Animalium) 778b5. Para el sentido concreto sigo la traducción de PECK y VEGETTI.

9 Aristóteles cita con frecuencia a Empédocles. Cf. 642a18 y II 2, 648a31, y también en G. A., libros II y IV.

10 Se entiende a causa de la posición del embrión en el útero.

11 Primera alusión al tema de la obra. La palabra mória unas veces se traduce por partes, y otras, con un sentido más concreto, por órganos.

12 El orden de formación de los órganos es un tema que preocupa a Aristóteles, cf. G. A. I 18; II 1, 734a14; II 6, 742a16 y ss.

13 Se refiere a los filósofos naturalistas o phyisiólogoi del siglo v. Alude a Empédocles (discordia y amor), Anaxágoras (inteligencia) y Demócrito (azar).

14 Las partes homogéneas (tà homoiomerê) son las que pueden ser subdivididas en partes similares y corresponden, aproximadamente, a nuestros tejidos. Las partes no homogéneas o heterogéneas (tà anomoiomerê) corresponden a nuestros órganos. Se trata sobre ello en los dos primeros capítulos del libro II. El origen de esta distinción se encuentra en PLATÓN, Protágoras 329d-e.

15 Cf. DEMÓCRITO, 68 B DIELS-KRANZ: «el hombre es aquello que todos vemos».

16 La muerte se utiliza con frecuencia como ejemplo para explicar el papel de la forma. Cf. G. A. 726b22; 734b25 y ss.; Meteorológicos 389b31 donde se encuentra también el ejemplo de las flautas de piedra; Metafísica 1035b25.

17 Cf. la definición de «homonimia» en Categorías 1, 1: «Se llaman homónimas las cosas cuyo nombre es lo único que tienen en común, mientras que el correspondiente enunciado de la entidad es distinto» (en Tratados de Lógica I [trad. de M. CANDEL], Madrid, Gredos, 1982, pág. 29).

18 Se sobreentiende: «y pretendiese que se trata de una mano verdadera».

19 Como Níobe a quien Zeus transformó en piedra, o Atlas convertido en montaña al contemplar la cabeza de la Gorgona que portaba Perseo.

20 La palabra ousía tiene aquí el valor de morphḗ o eîdos, forma. Cf. Acerca del alma 412a7.

21 Resumen de las ideas de Aristóteles sobre la naturaleza. Cf. Metafísica IV 4; Física II.

22 El alma nutritiva, cf. Movimiento de los animales 703b3; Acerca del alma II 4.

23 Se refiere a cualquier alteración cualitativa. Cf. Acerca del alma 406a12-14.

24 Esta división del alma es de origen platónico, cf. Timeo 69c; República IV 436a y ss. ARISTÓTELES la rechaza en Acerca del alma 411a26-b14.

25 Se sobreentiende «que no sea el hombre».

26 Se refiere a los entes matemáticos.

27 Para Aristóteles el universo es eterno e ingenerado, cf. Acerca del cielo A 10, 279b4 y ss.

28 La palabra spérma significa tanto germen, semilla como semen.

29 Aquí en el sentido de semen.

30 La entelequia es el acto en tanto que cumplido. Es el cumplimiento de un proceso cuyo fin se halla en la misma entidad. (J. FERRATER, Diccionario de Filosofìa, Madrid, 1982).

31 No puede referirse al Tratado sobre la Filosofía, que según Diógenes Laercio constaba de tres libros, y cuyos fragmentos ha editado V. ROSE. Los comentaristas más recientes lo interpretan como tratados científicos en general.

32 Puesto que el cuerpo y cada órgano existen para una finalidad. Además el cuerpo es el instrumento del alma, es decir de la vida.

33 Lógos significa en Empédocles la proporción cuantitativa de los cuatro elementos en los diversos compuestos.

34 Fragm. 91, 1-3, DIELS. Estos versos son citados en Acerca del alma 410a4-6.

35 Aristóteles trata sobre la filosofía de Demócrito en Metafísica 985b5 y ss., 1078b19-21.

36 Estas ideas están expuestas en el tratado Acerca de la respiración.

37 Fisípedos.

38 Alusión a las tablas de divisiones utilizadas en la Academia para los ejercicios dicotómicos.

39 También Platón trata este problema, cf. Sofista 220b.

40 Quiere decir un nombre del lenguaje común como «ave» o «pez».

41 Esta división de los animales en dos grupos es admitida por Aristóteles en todos sus tratados biológicos, y corresponde aproximadamente a nuestra clasificación de vertebrados e invertebrados.

42 Mamíferos euterios ungulados, con dos dedos en cada pie o con cuatro, provistos de pesuños.

43 Mamíferos ungulados con número impar de dedos y el tercero más desarrollado que los restantes, provistos de pesuños.

44 Misma explicación en H. A. 523b18 y ss.

45 Lampyris noctiluca; los machos son alados, pero las hembras no poseen alas.

46 Los manuscritos presentan aquí un texto incomprensible debido, probablemente, a una laguna.

47 En el Sofista y en el Político Platón aplica la dicotomía a todo tipo de objetos.

48 Cf. 642b12.

49 Se sobreentiende «tampoco se debe hacer».

50 Alusión a las teorías de Platón.

51 Este mismo problema es estudiado en varios lugares. Cf. Tópicos 143a29 y ss.; Metafísica 1037b8 y ss.; Analíticos segundos II 14.

52 Este grupo sin nombre se opondría al de los cuadrúpedos.

53 Aristóteles trata de justificar las divisiones en géneros y especies utilizadas en el lenguaje común mediante una clasificación basada en el exceso o la analogía. El criterio del exceso implica una diferencia cuantitativa, y en este caso las especies se agrupan en un único género. El criterio de la analogía implica que las características físicas sólo son comparables por la función que desempeñan (la misma función con órganos distintos), en cuyo caso se trata de géneros distintos.

54 Dentro de la especie «hombre».

55 Se trata de los astros y las esferas celestes.

56 No se conserva ningún estudio de Aristóteles sobre las plantas; fue su discípulo Teofrasto el que se encargó de ello. Sin embargo, no separó el estudio de las plantas del de los demás seres vivos, cf. Acerca del alma II 3.

57 Alusión a los tratados de la Física, Acerca de la generación y la corrupción, Acerca del cielo y Meteorológicos.

58 El gran curso biológico comprendía zoología, psicología y, probablemente, botánica. El libro I de nuestro tratado constituía su introducción general. Véase Introducción.

59 Las palabras atribuidas a Heráclito son una variante de pánta plḗrē theôn («todo está lleno de dioses», Leyes 899b9) que PLATÓN cita sin autor, se suelen atribuir a Tales (cf. Acerca del alma 411a9). Sin embargo, DIÓGENES LAERCIO (IX 7) pone en boca de Heráclito esta afirmación próxima a la citada por Aristóteles: pánta psychôn eînai kaì daimónōn plḗrē («todo está lleno de almas y divinidades).

60 Cf. 639a19.

61 Aristóteles ya ha definido lo que entiende por analogía, cf. 644a18.

62 La palabra órganon significa tanto instrumento o herramienta como órgano del cuerpo.

63 Aristóteles trata de definir con rigor científico los términos que va a emplear. Ya lo ha hecho anteriormente al hablar de analogía (cf. 644a18 y 645b6 y ss.).

Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales.

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