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Clotario Blest y la CUT

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Los desistimientos de las querellas, anunciados por el ministro del Interior, entre agosto y noviembre no bajaron la presión de la olla político-social. En noviembre de 1960 el líder de la CUT, Clotario Blest, llamó a una marcha hacia La Moneda, que terminó con gran violencia callejera. Resultaron muertos dos obreros y hubo varios heridos por las balas de Carabineros159. Blest, recién retornado de Cuba, hizo un discurso incendiario: «El heroico pueblo de Cuba ha sido capaz de enfrentar al imperialismo norteamericano (...). Nosotros, los chilenos, debemos responder a este llamado y ser capaces de tener nuestra Sierra Maestra. Debemos desde este instante luchar con nuestras armas, con nuestros puños, con nuestro esfuerzo y valentía. Cuando el pueblo se lanza a la calle nadie lo detiene. Estamos convencidos que todos los trabajadores de Chile, todos unidos en un PARO NACIONAL, seremos capaces derrotar a este gobierno. (…)»160. El 4 de noviembre, La Nación sintetizó el discurso de Blest en el titular: «Derribemos el gobierno y hagamos nuestra propia Sierra Maestra». Culpándolo de la violencia, el gobierno se querelló en su contra por sedición161. La querella fue interpuesta el 5 de noviembre en la secretaría general de la Corte de Apelaciones por el abogado de la intendencia y con la firma del intendente-alcalde de Santiago, Ramón Álvarez Goldsack.

A su vez, una querella contra Carabineros quedó presentada ante el magistrado Osvaldo Salas de la primera fiscalía militar. Fue firmada por los presidentes de dos partidos políticos, Humberto Mewes de la Vanguardia Nacional del Pueblo y Jorge Costa del Partido Democrático Nacional, y por dos secretarios generales: Salomón Corbalán del Partido Socialista y Luis Corvalán del Partido Comunista. Los abogados Alejandro Pérez y Jaime Faivovich defendieron la querella162. En tanto, los querellantes acusaron a Carabineros de homicidio (dos delitos), lesiones graves y lesiones menos graves163. El abogado Óscar Waiss patrocinó una querella en contra del general Arturo Queirolo Fernández, general director de Carabineros (1958-64), por dar órdenes dedisparar al cuerpo contra los trabajadores. Se denunció que la orden la habría dado por intermedio de las radios de los vehículos de Carabineros (radiopatrullas)164.

Los tribunales recibieron denuncias derivadas de los conflictos políticos y de la «lucha de masas» desdetodos los sectores, incluyendo a los partidos de izquierda que decían confiar poco en la «justicia de clase». El Consejo Nacional de Federaciones llamó a un paro general para el 7 de noviembre, día del funeral de los obreros caídos. El día 7, Blest declaró: «Los trabajadores cansados de someterse a los dictados de la Intendencia y del Ministerio del Interior, cuando indican las calles que debe usar el pueblo para sus desfiles, no aceptamos esa humillación y avanzamos a pesar de que los carabineros quisieron obstruirnos el paso. Santiago será en este país la Sierra Maestra que aplastará a la reacción y aplastará al señor Alessandri y sus corifeos (...)»165. Las declaraciones de Blest nutrían las preocupaciones de la derecha y parecían justificar las medidas represivas y judiciales desplegadas por el gobierno. Por decisión del Partido Comunista y algunos socialistas, el paro se levantó, contra la opinión de Blest, evidenciando las diferencias dentro de la CUT.

Alessandri rechazó la demanda salarial y la CUT convocó a la IV Conferencia Nacional para los días 3 y 4 de diciembre de 1960, definiendo su plataforma de lucha para 1961: solicitar sueldos y salarios mínimos vitales para todo tipo de trabajadores, sin distinguir entre los sectores económicos del país; asignación familiar única para todos los trabajadores, incluyendo a los jubilados; pensiones mínimas de jubilación, estabilidad en sus trabajos para empleados y obreros y una asignación en diversas especialidades para los obreros, empleados y campesinos afectados por el sismo del año anterior. La CUT recomendó que este «pliego único»se incorporara a los pliegos de peticiones de sus federaciones y sindicatos.

Blest fue detenido y encarcelado hasta el 5 de diciembre, saliendo en libertad bajo fianza166. Desde su lugar de confinamiento había declarado: «Este no es un juicio corriente, se trata de un juicio político y, por lo tanto, no he retirado nada de lo que he dicho (...) No he dicho que este gobierno caerá hoy o mañana, pero caerá, porque el proceso revolucionario chileno está en marcha»167.

A la Conferencia Nacional de la CUT, de principios de diciembre, Blest hizo llegar el siguiente mensaje:

No creo que sea posible seguir engañándonos entre nosotros y (…) mantener los mitos pseudo democráticos y legalistas que nos han amarrado haciéndole el juego a la derecha económica y al imperialismo norteamericano. (…) Desde la cárcel os aseguro mi inquebrantable voluntad de lucha y mi esperanza que definitivamente tomemos el único camino que debe conducir al triunfo a nuestro pueblo: la acción directa, tajante y sin claudicaciones en demanda de la transformación revolucionaria que exige el pueblo y la clase trabajadora chilena168.

Blest estaba al borde de romper definitivamente con el Partido Comunista y con la dirigencia de la CUT (lo que haría en agosto de 1961). En 1960, los comunistas no estaban de acuerdo con promover en Chile la vía insurgente de la «Revolución Cubana» ni sus riesgos169. Buscaban conquistar el liderazgo de la CUT y Blest era un obstáculo a sus objetivos.

Para la derecha, el proceso judicial contra Blest era obviamente necesario. En el Senado, Francisco Bulnes Sanfuentes comentó: «Tengo a la vista la versión del discurso de don Clotario Blest pronunciado en la manifestación del jueves último. Entre otras muchas lindezas, dijo: “La clase trabajadora debe despertar de este letargo, los obreros, empleados y campesinos deben despertar de este sueño soporífero para levantarse en armas y derribar a este gobierno (...)”. Me parece que no es incurrir en calumnia ni hacer una suposición aventurada decir que la Central Única de Trabajadores tiene el propósito de no respetar la ley y de derribar violentamente las instituciones constitucionales y legales»170.

Pareciendo confirmar los dichos de Bulnes, Óscar Waiss (PS) escribió en la revista Arauco que no existían en Chile las condiciones geográficas para una guerra de guerrilla. En cambio, señaló que «hay que tratar de ampliar cada lucha, transformándola de lucha parcial a lucha general, de lucha económica a lucha política.(…) nuestra versión de la Sierra Maestra será una versión chilena, nacida en nuestra tradición, (…) en que la guerra de guerrilla será sustituida por la ocupación de las minas y las fábricas y la lucha en las calles, en los barrios obreros, en las ciudades mismas»171.

El 5 de diciembre, los ministros de la quinta sala acogieron el recurso de excarcelación otorgado con consulta a la Corte (libertad bajo fianza de 50 escudos) para Clotario Blest172. El diputado Mario Palestro denunciaba que «el fiscal ha pedido que sea condenado a tres años y un día por trasgredir la Ley de Seguridad Interior del Estado»173. Según Luis Vitale, «el gobierno tramita largamente el proceso porque no se atreve a dar su fallo antes de las elecciones parlamentarias de marzo. Después de haber pedido el fiscal 541 días de condena, la Corte rebaja la pena a 300 días y no hace efectiva la relegación, sino que la “remite”, según la terminología penal burguesa»174. De acuerdo con El Mercurio, la Corte de Apelaciones de Santiago dictó sentencia el 16 de marzo, confirmando el fallo de primera instancia que condenó al Presidente de la CUT, Clotario Blest, a la pena de 541 días de relegación en la localidad de Petorca. La Corte de Apelaciones rebajó esta pena a 300 días175. En la misma sentencia se indicó que se le concedió la remisión condicional de la pena, estableciendo que Blest debería estar bajo la vigilancia del Patronato Nacional de Reos durante un año176.

Frente a las demandas revolucionarias y la «subversión» los tribunales tendrían que contener las amenazas al orden vigente, aplicando las leyes de seguridad interior, de abusos de publicidad, el Código del Trabajo y el Código Penal. Para la izquierda política, el Poder Judicial era un instrumento represivo y corrupto del régimen burgués. Necesariamente, tendría que ser «reformado» y transformado para romper las cadenas que constreñían a la clase trabajadora y para avanzar hacia una sociedad más justa.

Poder Judicial y conflictos políticos. Tomo II. (Chile: 1958-1973)

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