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Las expresiones de la historia

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Imagino que has visto la película nacional Magallanes, de Salvador del Solar. No te pediré una opinión —aunque me encantaría conocerla—, pero sí me interesa la presencia alegórica del coronel, encarnado por Federico Luppi, quien ha olvidado o simula haber olvidado lo ocurrido durante la guerra interna. ¿Crees que es la actitud asumida por nuestras Fuerzas Armadas?

No diría que es una actitud generalizada y tampoco creo que diría “olvidar”. Me es difícil pensar que algo así se puede olvidar. Debe haber grupos al interior de las fuerzas armadas que prefieren no hablar del tema. Como te decía antes, es difícil recordar lo doloroso, más aún si en algunos casos te conviertes en perpetrador cuando debías ser el protector. Supongo que dentro de ellos están los que consideran que todo lo hecho se justificaba por la “paz” o porque “seguían órdenes”. Pero de otro lado, me parece que hubo un acercamiento de las fuerzas armadas para rescatar sus versiones, las de quienes se enfrentaron al terrorismo, y extraer de ellas valiosas lecciones.

Hacia el final de la película, previo al revelador monólogo de Celina, Magaly Solier, ella interpela acremente a los personajes en la comandancia sobre por qué no proceden igual al coronel y deciden olvidar todo. O a callar todo. ¿Ha sido esa la manera como nuestra sociedad civil ha reaccionado frente al Informe de la CVR?

Es una actitud que se encuentra en varios grupos: ¿por qué remover algo tan terrible si ya pasó? Pienso que eso dice muy mal de nosotros, de nuestra sociedad y nos condena hacia el futuro. Después de que nos muestran las dimensiones sobrecogedoras de lo ocurrido, resulta fundamental que nos “reparemos” como sociedad para poder vivir en democracia y para que no pueda surgir otro proyecto autoritario y subversivo.

Películas como Magallanes, La boca del lobo, Paloma de papel, La vida es una sola... hasta la recientemente estrenada NN ponen ante nuestros ojos una situación ineludible: es preciso conocer los documentos de esa tragedia vivida. ¿Por qué crees que ha habido tanta resistencia de parte de los gobiernos de turno?

Porque apostar por el tema tiene un gran desgaste político, te abre frentes por todos lados, implica necesariamente regresar al Informe de la CVR, revisar sus conclusiones, sus recomendaciones y ya sabemos lo criticado que ha sido y que es cada vez que alguien lo cita.

También se ha producido un importante contingente literario: Lituma en los Andes, de Mario Vargas Llosa; Rosa Cuchillo, de Óscar Colchado; Abril rojo, de Santiago Roncagliolo; La hora azul, de Alonso Cueto... pero ¿conoces algún libro para niños sobre este tema?

No estoy al tanto de si hay algo para niños sobre este tema.

Crees que el temor de tocarlo en la escuela, sobre todo en la primaria, tiene las mismas razones que tuvo “El sueño del pongo”, relato popular recogido por Arguedas, o el clásico “Paco Yunque”, de César Vallejo, por considerarse subversivos. ¿Hemos avanzado o retrocedido en ese campo?

Hay algo de eso. Trabajar elInforme nos enfrenta crudamente —y debería cuestionarnos— con las desigualdades, las injusticias, la discriminación de una sociedad de la que formamos parte. Pero aquí el tema es aún más complejo e intenso, pues involucra innumerables muertes, desapariciones, violaciones, torturas de personas que están vinculadas con los niños que tienes al frente. Entonces como docentes qué tan preparados estamos para acoger todos estos testimonios, incluso para reflexionar sobre nuestros propios testimonios. No es nada fácil. Y ¿cómo convierto estas duras experiencias en aprendizaje y colaboro en la construcción de la ciudadanía? Creo que en esa línea es poco lo que hemos avanzado.

Miraflores, agosto del 2015.

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