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¿Qué mariposa eres tú?

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El sistema educativo actual no permite la cocreatividad en el instituto ni en la universidad. Las asignaturas son las que son y los exámenes o trabajos en grupo son la forma de evaluación habitual.

Cuando un adolescente finaliza la ESO o el bachillerato, parece impensable en nuestro país la simple idea de que viva un año sabático, es decir, no reglado. Año que podría dedicar a aprender inglés, a experimentar o, simplemente, a viajar. ¡Impensable! ¿Y si luego no quiere hacer nada? ¿Y si se pierde? ¿Y si…? De «y si…» está el mundo de los miedos lleno.

Por supuesto que esta posibilidad no es una regla para todos igual. Hay adolescentes que prefieren seguir el ritmo académico y tienen claro lo que quieren. Excelente.

Pero para aquellos que están confundidos, ¿qué sentido tiene empujarles a que «hagan cualquier cosa» aunque no les motive realmente?

A los dieciocho años, tener la oportunidad de hacer un parón con objetivos experienciales o de búsqueda personal se considera una «pérdida» de tiempo.

Pérdida de tiempo por no seguir el mismo ritmo académico como los demás, aunque ese ritmo implique elegir porque hay que elegir. Eso sí es pérdida de tiempo. Y también lo es si permanecen en casa viendo la televisión o conectados a las redes sin mayor búsqueda personal.

Sin embargo, darse la oportunidad de buscar, trabajar si es posible, viajar, aprender idiomas, conocer otras realidades… les da la experiencia de la universidad de la vida.

En muchos países de Europa, los jóvenes dedican un tiempo a viajar o a aprender alguna habilidad antes de elegir una carrera o profesión. Necesitan «tiempo» para sentir, experimentar y decidir sobre su futuro profesional.

En los grupos de padres de adolescentes, comentamos que las asignaturas que estudian a esa edad deberían partir de temas relacionados con la mayor proximidad a sus intereses actuales, para, poco a poco, retomar las raíces históricas del saber y del conocimiento. Realmente, es en la universidad o en los módulos profesionales donde emerge el verdadero interés por ampliar los conocimientos, si este aprendizaje responde a la motivación interna. El libro Veintitrés maestros del corazón, mencionado anteriormente, es una prueba experimental, entre otras, que demuestra la posibilidad de aprender de forma inteligente y gratificante en la adolescencia.

Realmente, el adolescente tiene poco interés por lo que pasó en siglos pasados. Lo viven como conocimientos «muertos».

Necesitan buscarse a sí mismos, y solo desde ahí pueden enlazar con otros conocimientos de forma más dinámica.

El otro día me llegó este correo electrónico que transcribo literalmente. Es una escena de una clase de un instituto de la Comunidad Valenciana, pero podría ser de cualquier otra:

Clase de Lengua

Miércoles, 11:10 h, en un instituto de secundaria. Una profesora de lengua llega a clase después del recreo, abre la puerta, todavía no hay nadie en clase…

La profesora: Otra vez lo mismo, estos chicos no son nada puntuales, llegan tarde y perdemos más de diez minutos en sentarnos, callarnos…

—¿Otra vez tarde? ¡Os tengo dicho que cuando suene el timbre tenéis que subir a clase rápidamente! ¡No podemos perder tanto tiempo! Venga, abrid el libro por la página 57. Recordad que el lunes expliqué el sujeto y el predicado…

—¡Yo no me acuerdo de nada!

—¡Yo, sí, recuerdo que fue un rollo insoportable!

—¡Silencio! Como iba diciendo… En una oración, el sujeto es la parte de la cual se predica o anuncia algo, y su núcleo es un sintagma nominal. El predicado, en cambio, es lo que se dice del sujeto, y su núcleo es el verbo.

—¡Pues yo sigo sin entenderlo!

—A ver, piensa en esta oración: «Juan come peras». ¿De quién estamos hablando? ¿Quién realiza la acción? El sintagma «Juan» será el sujeto.

—¿Juan es un sintagma? Yo creía que era mi primo.

—Seriedad, por favor. Y lo que Juan hace será el predicado. ¿Más claro? Hala, pues ahora haced los ejercicios 1, 2 y 3 de la página 57.

—¿Los tenéis ya…? ¿Ya están…? Venga, todavía tenemos que corregirlos y falta poco para que se acabe la clase… Bueno, ya habéis tenido suficiente tiempo, ¡corregimos!

Existen otras formas de aprender. Otras maneras de integrar los conceptos sin estar escindidos de la vida. Otras posibilidades de motivar e incentivar desde la realidad del adolescente.

Educar sin miedo a escuchar

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