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CONVERSOS: UN ESCENARIO SOCIAL HETEROGÉNEO

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Hacia 1500, a poco más de una década desde el inicio de la instalación del Santo Oficio en Cuenca, los conversos no eran unos individuos marginados o que ocuparan sectores poco significativos en el entramado social y económico de la Tierra de Cuenca. Cristianos viejos y judeoconversos estaban relacionados por multitud de lazos, y uno de los más significativos era el económico.

El denominado «problema converso» arranca de la reducción de las aljamas judías por la vía de la presión cristiana, fuera violenta o mediante la predicación de su credo religioso. Los diferentes cataclismos del siglo XIV parecieron transformar el ámbito en el que hasta el momento se habían desarrollado las relaciones sociales. A mediados de la centuria estalló una guerra civil en la Corona. El resultado: el ascenso de los Trastámara, que significó también el de una nobleza nueva a la que Enrique II y sus sucesores colmaron de mercedes.5 Netanyahu subraya que «Enrique fue el primer noble de España en usar el antisemitismo como instrumento de propaganda y medio de alcanzar el control político».6

En la práctica, un concejo realengo, dotado de un inmenso alfoz, había caído hacia 1355 bajo el control de Álvar García de Albornoz, primitivamente fiel de Pedro I, pero en el bando del conde Enrique de Trastámara desde el año anterior.7 La influencia del Albornoz y la propaganda antihebrea condujeron al asalto de la judería por la multitud. La toma de las torres y otros espacios de la judería dejó un buen número de muertos hebreos por medio, otros muchos fueron encarcelados y otros desterrados de la ciudad por haber sido fieles a Pedro I.8 Así, el movimiento de 1355 dejó la judería tan diezmada que poco quedaba del antiguo esplendor en 1391, cuando los sangrientos vientos antijudíos llegaron a la ciudad.

La única prueba que poseemos de la destrucción de la judería de Cuenca en 1391 es bastante posterior a los hechos. No tenemos ninguna narración que ahonde en los pormenores del terrible acontecimiento, pero ningún historiador moderno se ha permitido dudar de que la destrucción fue casi total durante aquel terremoto que se había iniciado en el valle del Guadalquivir.9

Hasta el advenimiento de los Reyes Católicos, grosso modo, la autoridad de la monarquía fue generalmente débil, excepción hecha del período de privanza de don Álvaro de Luna, donde primó la idea y la práctica de un trono fuerte ante los magnates. Las facciones nobiliarias opuestas al condestable habrían de hacer uso propagandístico de la veleidad pro-conversa del «valido».

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