Читать книгу Colligite Fragmenta - AA.VV - Страница 17
ОглавлениеJESÚS EN EL ISLAM[1]
Mohammad Hosseiní
Fundación Alulbeyt (Madrid)
Nosotros quisimos favorecer a quienes habían sido desfavorecidos en la Tierra y les hicimos dirigentes y les hicimos los herederos.[2]
Corán, sura 28, aleya 5
En verdad, escribimos en los Salmos, después del Recuerdo, que la Tierra la heredarían mis siervos rectos.[3]
Corán, sura 21, aleya 105
1. LA FIGURA DE JESÚS EN EL ISLAM
Según el libro de Mayma’ al-Bayan, en los comentarios a estos versículos, el Imam Mohammad Baquer dijo: «Los herederos y los siervos rectos mencionados en dichas aleyas serán los compañeros del Imam Al-Mahdi («el oculto») al final de los tiempos».[4]
Uno de los temas comunes en todas las religiones monoteístas de tradición abrahámica es el punto de vista unánime relativo a la cuestión de la aparición de un Mesías reformador al final de los tiempos. En ello coinciden judíos, cristianos y musulmanes, e incluso, de otro lado, hay religiones cósmicas y panteístas que esperan también a aquél que llenará la tierra de justicia y equidad. Para confirmar esta idea no hay más que consultar el Antiguo y Nuevo Testamento de la tradición judeocristiana. En lo que respecta al Islam, es evidente lo que recogen los recopiladores del hadiz, es decir, de los dichos y hechos del Profeta Mohammad: «Aunque no quedara en el tiempo más que un día, ciertamente que Dios lo alargaría para enviar a un hombre de la gente de mi casa que llenara el mundo de justicia así como antes fue llenado de iniquidad.»
Los dichos del Profeta y de los Imames Inmaculados, en general, hablan de los signos que acontecerán y describen los atributos que ha de tener este Mesías, coincidiendo todos ellos con los que tiene el hijo del undécimo Imam de los chiíes, Hasan Askari.
Por orden divina, el Mahdi esperado nació en la ciudad de Samarra (Irak) en el año 255 H. (869 d. C.) y su vida se ha prolongado hasta hoy en día. Tuvo dos ocultaciones. La ocultación menor empezó a sus cinco años de edad y duro sesenta y cinco años, hasta el año 939 d. C., en que comenzó el periodo de la ocultación mayor, que continúa hasta nuestros días. En este momento, lleva una vida normal de incógnito entre nosotros. Él durante su ocultación menor se comunicó con sus seguidores a través de cuatro sucesivos representantes.
Según la visión del Corán y de los musulmanes de las diferentes escuelas islámicas, no es extraño encontrar el atributo de una larga longevidad entre algunas personas relevantes, como es también el caso del profeta Al-Jidr.
En lo que se refiere a la segunda venida de Jesús al mundo, la parusía, el Corán no es muy explícito. Aunque es algo admitido por todos los musulmanes, fundamentándose sobre todo en los hadices, dichos del Profeta, que hablan de su segunda venida.
En el Corán, Jesús conserva el nombre de Mesías, pero el término coránico masih pierde el sentido categórico que tiene en el judaísmo como figura mesiánica definitiva. El título escatológico principal en el Islam es el de Mahdi, que normalmente no es atribuido a Jesús, a pesar de la existencia de un hadiz concreto que lo afirma. En el chiismo, el Mahdi es el Imam oculto que aparecerá al final de los tiempos al lado de Jesús. Después de esto, Jesús morirá y será contado entre los bienaventurados.
Después de presentar algunos puntos de acercamiento entre el Jesús evangélico y el coránico, hay que constatar, no obstante, sus sustanciales diferencias. Pues la imagen que cada religión se forma de Jesús continuará siendo siempre distinta mientras el cristianismo se niegue a presentar a un Jesús anunciador –y, en consecuencia, discípulo de Mohammad–, y mientras los musulmanes nieguen la cruz, la muerte y la resurrección de Jesús. A este respecto en las aleyas 171 y 172 de la sura 4 del Corán leemos:
¡Oh, Gente de la Escritura (Sagrada)! No exageréis en vuestra religión y no digáis de Dios más que la verdad.
En verdad, el Mesías Jesús hijo de María es un profeta de Dios. Su palabra depositada en María y un espíritu procedente de Él.
Creed, pues, en Dios y sus Mensajeros y no digáis «Tres». ¡Acabad con eso! Es mejor para vosotros.
En verdad, Dios es uno, ¡Glorificado sea! ¡Tener Él un hijo!
¡A Él pertenece lo que hay en los cielos y en la Tierra! ¡Y Dios se basta para administrarlo!
El Mesías no tiene a menos ser un siervo de Dios ni tampoco los arcángeles querubines.
Y, pronto congregará junto a Él a todos los que tengan a menos adorarle y sean arrogantes.[5]
Según la afirmación explicita de Dios en el Corán, Jesús es la Palabra Divina y la aparición acontecerá en el poder de las palabras. El mundo material es manifestación de la Palabra Divina. Por ello, el ser humano es una manifestación de la palabra divina. Jesús es una de estas manifestaciones o teofanías.
El verbo se hizo carne, significa lo que en el Corán se expresa diciendo: Kun fa iakun. Es decir: «Dios dice: ¡Sé! Y la cosa es».
Jesús deberá volver al mundo setenta y dos días después de la aparición del Imam Al-Mahdi y descenderá en la ciudad de Bagdad al tiempo de la oración del amanecer, conforme al hadiz profético. Jesús y el Imam Al-Mahdi serán los comandantes de los ejércitos de la justicia y todas las personas benevolentes y generosas se alistarán bajo su bandera y comandancia a fin de reivindicar la justicia y su causa tendrá éxito.
En la aleya 61 de la sura 43 del Corán a este respecto aparece lo siguiente: «Y, en verdad, él (Mesías) es un medio para el conocimiento de la Hora. Así pues, no dudéis de ella y seguidme. Éste es el camino recto».[6]
En relación con esto, podemos decir que Jesús, hijo de María, es un medio para obtener conocimiento de la existencia del día del Juicio Final, ya que dando vida a los muertos y creando pájaros vivos a partir del barro, mostró a los hombres el poder de Dios para dar la vida y recrearla. Asimismo, hay creencias de que su parusía anuncia la cercanía del Juicio Final. Y, se ha dicho que el sujeto de «seguidme» es Dios y también que es el profeta Mohammad.
En la aleya 159 de la sura 4 del Corán leemos lo siguiente: «Entre la gente de la Escritura (Sagrada) no habrá nadie que no crea en él antes de su muerte y el Día del Levantamiento él será testigo sobre ellos».[7]
Se puede entender esta aleya de dos maneras. Una es que, en el momento de la muerte, tanto a los judíos que no creían en Jesús, como a los cristianos que le creían, Dios mismo les evidenciará la verdadera condición profética de Jesús. Y otra interpretación es que, tras la parusía de Jesús, todos los judíos y cristianos, que le verán rezar tras el Imam Al-Mahdi, creerán en su condición profética antes de que mueran.[8]
Sobre la afirmación profética de Jesús en la aleya 49, sura 3 del Corán leemos:
Y [será Jesús] un profeta [enviado] a los Hijos de Israel [que proclamará]:
En verdad, he venido a vosotros con una señal procedente de vuestro Señor. Crearé para vosotros, del barro, algo con la forma de un pájaro, luego soplaré sobre él y será un pájaro [vivo], con el permiso de Dios.
Y sanaré al ciego y al leproso y resucitaré al muerto, con el permiso de Dios.
Y os informaré de lo que coméis y de lo que guardáis en vuestras casas [sin haberlo visto].
En verdad, en ello hay una señal [de que yo soy un profeta] para vosotros, si es que sois creyentes.[9]
Los musulmanes veneran a Jesús como profeta. Esta posición islámica respecto a Jesús también será mencionada en la Declaración sobre las religiones no cristianas (Nostra aetate) del Concilio Vaticano II de la Iglesia católica. Como indica Imbach: «Esta afirmación, que se encuentra en la Declaración conciliar sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, no pretende ser una síntesis de lo que el Corán enseña sobre Jesús, sino una simple indicación de que el Islam considera a Jesús como profeta.»[10]
2. EL ESPÍRITU SANTO EN EL ISLAM
El Islam enseña que el Espíritu Santo es sólo una teofanía de Dios y no Dios mismo. Enseña que Jesús habló en la cuna, profetizando la venida de Mohammad y después se refería a él cuando prometió la venida del otro consolador. En este sentido, en la aleya 87 de la sura 2 del Corán aparece lo siguiente:
Verdaderamente, entregamos a Moisés la Escritura y después de él seguimos enviando profetas.
Y dimos a Jesús hijo de María las pruebas claras y le fortalecimos con el Espíritu Santo.
¿Es que, cada vez que os lleguen Mensajeros que vuestro ego no desea, os mostraréis arrogantes?
Habéis desmentido a algunos y a otros los habéis matado.[11]
Por este motivo, el Islam no acepta la doctrina cristiana de la Trinidad, y ve en Jesucristo uno de los grandes profetas y mensajeros de Dios. Asimismo, el Corán se refiere a Jesús como Espíritu de Dios. Hans Küng y Josef van Ess puntualizan respecto al concepto coránico de Espíritu Santo: «Cierto es que siempre es entendido como mero instrumento de Dios; incluso la mística islámica o la filosofía influida por el neoplatonismo, las cuales apelan ocasionalmente a estos pasajes, nunca extraen de ellos ni la más mínima implicación trinitaria.»[12]
Respecto al término Paráclito y su comparación con el Espíritu Santo, cabe destacar que el profeta Mohammad nunca se contempló a sí mismo como el Espíritu Santo, tal como se equipara el Paráclito en el Evangelio.[13]
En otro orden de cosas, podemos fijar que existen evidentes pruebas de la explicación coránica acerca de Jesús, apoyadas en los siguientes elementos:
• La propia historia inicial del cristianismo que continuó durante tres décadas después de la desaparición de Jesús como una secta dentro del judaísmo. «Durante las tres primeras décadas después de la muerte de Jesús, el cristianismo continuó como una secta dentro del judaísmo. Las primeras tres décadas de la existencia de la Iglesia fueron dentro de la sinagoga. Esto sería increíble si ellos [los seguidores] hubieran proclamado abiertamente la deidad de Jesús.»[14]
• Las creencias de numerosas herejías cristianas a lo largo de la historia del cristianismo.
• Los hallazgos de numerosos eruditos bíblicos y de investigaciones científicas aplicadas a la Biblia.
• El instinto de mucha gente (algunos de los cuales piensan que son cristianos), que creen en un solo Dios, pero no pueden aceptar a Jesús como Dios o como hijo de Dios.[15]
El Dr. Robert Alley mantenía el punto de vista de que Jesús nunca pretendió ser el hijo de Dios y, atendiendo a numerosas investigaciones en documentos que habían sido hallados recientemente, llegó a la siguiente conclusión: los pasajes de la Biblia en los que Jesús habla del hijo de Dios, son adiciones posteriores… Esta pretensión de deidad para sí mismo no habría sido coherente con el estilo de vida de Jesús, tal como lo podemos reconstruir. ¿A quién rezaba Jesús? Desde luego, podemos afirmar categóricamente que no se rezaba a sí mismo.
El Corán considera el nacimiento de Jesús como milagro, lo mismo que en el caso de Adán. Dice Dios en el Corán: «Si os maravilláis de la creación de Jesús sin padre, más deberíais maravillaros de la creación de Adán sin padre ni madre».
A este respecto en la aleya 91 de la sura 21, la aleya 50 de la sura 23 y las aleyas 50 y 60 de la sura 3 del Corán leemos: «Y [recuerda] a aquella que protegió su castidad y en la que Nosotros insuflamos de Nuestro Espíritu. Y pusimos a ella y a su hijo como una señal para toda la humanidad».[16]
El hecho de que el Corán nombra a María antes que a su propio hijo demuestra la alta consideración que Dios le otorga.[17] «E hicimos del hijo de María y de su madre una señal y les alojamos en una colina fértil y segura provista de manantiales».[18] «Verdaderamente, ante Dios el caso de Jesús es semejante al de Adán. Él lo creó de barro y tras ello le dijo: ʻ¡Sé!ʼ y ʻfueʼ. La verdad procede de tu Señor. ¡No seas pues de los escépticos!»[19]
En definitiva, la salvación y la espera de un salvador es una de las lecciones más importantes, vitales, y un punto común en todas las grandes religiones. Todas las religiones más relevantes desde su aparición hasta su perfección pretendían salvar a la humanidad. La salvación es en realidad uno de los secretos de éxito de las religiones. John Hick, filósofo y teólogo contemporáneo, concluye: «En todas las grandes religiones del mundo existe, de alguna manera, la soteriología y la creencia en la salvación.»[20]
A modo de ejemplo, en el zoroastrismo la salvación se plantea de una manera especial, considerando su ciclo teológico. Según la creencia zoroástrica, a lo largo de la historia hasta el último tiempo, un poder celestial o «espíritu benevolente» llamado Ahura-Mazda desafía a otro poder celestial opuesto, llamado Ahriman. Mientras tanto, en el último tiempo, con la aparición del salvador llamado Soshians, la benevolencia vence a la maldad y llega la época de la paz, la pureza y la grandeza de Ahura-Mazda.
También en el judaísmo se plantea la cuestión de la salvación de la humanidad por parte de Dios a través de la llegada del Mesías. Él será el hijo predilecto de David. Así, el pensamiento mesiánico en el judaísmo se explicita a través de la esperada aparición de un esplendoroso y gran rey de la descendencia de David, quien, por orden divina y por medio del soplo del espíritu de Dios en él, establecerá un reino digno en Sión, que será un ejemplo para todo el mundo.
3. SOTERIOLOGÍA COMPARADA ISLAMO-CRISTIANA
Veremos ahora el tema de la soteriología comparada entre el Islam y el cristianismo, a fin de aclarar la profundidad y riqueza que posee «la filosofía de la Espera» en el Islam, comparando y distinguiendo los puntos comunes y diferentes existentes entre estas dos grandes religiones universales sobre esta cuestión.
Según el cristianismo, el hombre afectado por las pasiones saboreará la libertad y la salvación y entrará en la utopía cuando el Mesías, al final de los tiempos, realice su regreso y garantice para siempre la salvación de la humanidad. Así pues, la libertad y la salvación total se manifestarán con la segunda llegada del Mesías. De manera que la benevolencia vencerá a la maldad y el mundo vivirá en paz y tranquilidad.
La esperanza sobre la segunda vuelta de Jesús en la sociedad cristiana original era tan viva y dinámica que los cristianos dejaban sus asuntos diarios y conjuntamente hacían cuenta atrás sobre su parusía y creían que cuando regresase Jesús establecería el reino de Dios y del hijo del hombre.
La soteriología islamo-cristiana tiene puntos comunes en algunos asuntos y diferencias en otros.
A) Puntos comunes:
1. La esperanza sobre el futuro del mundo y de la humanidad gracias al dominio de la verdad sobre la falsedad. En la cultura cristiana, la creencia en el triunfo de lo justo sobre la falsedad en los últimos tiempos existe de una manera clara y explícita.
2. El salvador y reformador absoluto es un hombre enviado por Dios. Esto también es uno de los puntos comunes entre ambas religiones y, según ellas, un hombre normal no tiene capacidad para llevar a término la ejecución total y justa de la ley.
3. El tiempo de la aparición es un secreto. Hay una indeterminación del tiempo exacto de la aparición del salvador. La indeterminación de un tiempo específico es causa de que la esperanza en su llegada siga siempre viva y, de esta manera, las gentes de cada época no pierdan el ánimo ni desesperen de la misericordia divina.
4. Los signos de la aparición.
5. En el cristianismo: el Mesías aparecerá en el tiempo en que la gente comete abundantes delitos, la moral se ha relajado y la injusticia domina en el mundo. La aparición del Mesías es paralela a la derrota de los judíos corruptores de la Tierra. En el tiempo de la aparición del Mesías, los Estados estarán inmersos en conflictos y guerras. Antes del Mesías vendrá el anticristo. Aparición de signos en las estrellas, en la luna y en el cielo.
6. En el Islam: la parusía de Jesús, los cinco sucesos que ocurrirán antes de la aparición del Mahdi, que son la aparición de Al-Yamani i de Al-Sofiani, la proclamación desde el cielo de la llegada del salvador, el hundimiento de la tierra en un lugar llamado Jasf-ol-Baida (en el desierto entre Arabia e Irak), el asesinato de Nafs Az-Zakiya en la mezquita sagrada de La Meca, y, finalmente, la aparición de anticristo antes del levantamiento de Al-Mahdi.
7. La posición del salvador después de la aparición. El reformador del último tiempo, al contrario de otros reformadores, tendrá éxito total en la ejecución de las órdenes divinas, en el establecimiento de lo justo y en la eliminación de lo falso. El salvador establecerá el reino de la justicia y la libertad.
8. La ocultación del salvador. Según ambas religiones, el reformador y salvador sigue vivo actualmente, pero está oculto a nuestros sentidos corporales y se manifestará visiblemente en el último tiempo.
B) Puntos de diferencia:
1. Según la soteriología cristiana, el pecado original de Adán ha afectado a todas las sucesivas generaciones. Mientras que el Islam considera que el ser humano nace puro y sometido al Dios Único. Los comentaristas islámicos creen en la pureza de los profetas y no consideran pecado el acto de Adán, ya que su desobediencia al mandato divino se produjo en el Paraíso, antes de su envío a la tierra como profeta de Dios, después de haber sido perdonado por Él.
2. La salvación en el cristianismo se producirá solamente por la pura creencia en el Mesías sin necesidad de la observancia de la ley religiosa. Al mismo tiempo, no queda claro cómo el Mesías establecerá la salvación total y absoluta tras su regreso. Sin embargo, según el Islam, la fe y la creencia deben ir en paralelo al cumplimiento de la ley religiosa para alcanzar la salvación, pues la mera creencia en un profeta no es suficiente para alcanzar la salvación. Así, la ley religiosa no sólo tiene capacidad salvadora, sino que la salvación depende del cumplimiento de la Sharia, es decir, del conjunto de normas y disposiciones religiosas y legales establecidas por el Corán y detalladas por el Mensajero de Dios.
3. Según la cultura chií, «el salvador esperado» vive y está presente en la sociedad y su ocultación no significa su no presencia en ella, sino únicamente que su presencia es ignorada por las gentes. Mientras que en el cristianismo el salvador prometido no está presente en la tierra y entre la gente, y descenderá a la tierra en el último tiempo para traer la paz y la salvación.
4. CONCLUSIÓN
La figura mesiánica de Jesús puede ser un punto de diálogo para las religiones abrahámicas cristiana e islámica. Porque tanto cristianos como musulmanes creen en Jesús como un Mesías, que vendrá en los últimos tiempos y confirmará la religión divina única.
El diálogo islamo-cristiano no podrá nunca ser una negociación para conseguir que el Islam diga «un poco más» sobre Jesús y el cristianismo «un poco menos», sino que debería consistir en reconocer que el Dios de cristianos y musulmanes es Uno, Único y el mismo; que el mensaje de Cristo y el de Mohammad son la palabra de Dios y el mismo mensaje enviado por Dios a través de todos sus Mensajeros y Profetas; y que el mensaje del Islam no es sino la continuidad del mensaje de Cristo que completa el mensaje de Dios para la humanidad, enviado por Dios a los seres humanos a lo largo de toda la historia a través de los profetas divinos. A partir de esos principios y no haciendo diferencias entre ninguno de ellos, es posible fecundar un dialogo esclarecedor que priorice la importancia de aquello que nos une sobre aquello que nos diferencia y nos permita alcanzar las conclusiones necesarias para articular una acción unitaria de los creyentes en el Dios Único dentro de la sociedad actual, permitiendo hacer frente a sus desafíos y amenazas. La fe en Dios supone un compromiso ineludible para la acción recta y la defensa de la humanidad.
Notas:
[1] Comunicació llegida el 20 d’octubre de 2011 al IV Congrés d’Estudis Personalistes «Colligite Fragmenta. Repensar la tradició cristiana en el món postmodern».
[2] El Corán [Raúl González Bórnez, ed.], Madrid, Miraguano Ediciones, 2006, p. 387
[3] Ibid., p. 331.
[4] Nemüneh, t. XIII, p. 515.
[5] El Corán, op. cit., p. 118.
[6] Ibid., p. 497.
[7] Ibid., p. 116.
[8] Cf. Nemüneh, t. IV, pp. 204-205.
[9] El Corán, op. cit., p. 74.
[10] Josef Imbach, «Enviado de Alá: Jesús en el Islam», en ¿De quién es Jesús?, Barcelona, Herder, 1991, p. 141.
[11] El Corán, op. cit., p. 38.
[12] Hans Küng y Jan van Ess, «El Islam y las grandes religiones. Jesús en el Corán», en El cristianismo y las grandes religiones, Madrid, Libros Europa, 1987, pp. 132-133.
[13] Jn 14, 26.
[14] Maher Hammad Al Johani, Jesús en el Islam, Madrid, UNIGRAFI, 1991, p. 30.
[15] Ibid., p. 28.
[16] El Corán, op. cit., p. 330.
[17] Al-Mizan, t. XIV, p. 446.
[18] El Corán, op. cit., p. 346.
[19] Ibid., p. 75.
[20] John Hick, Filosofía de la religión, México, Editorial Hispano-Americana, 1965, p. 18.