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PRESENTACIÓN

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Más allá de los estudios genealógicos, el panorama historiográfico sobre la nobleza española ha ofrecido una perspectiva bien pobre hasta épocas muy recientes. Las corrientes que renovaron el objeto y el método históricos, a partir de las décadas centrales del siglo xx, abrieron paso a la Historia Social y, de manera significativa, a la irrupción de las clases populares en la Historia, pero arrinconaron a aquellos colectivos minoritarios –como la nobleza– que, durante siglos, habían ejercido un poder indiscutible en los ámbitos económico, social, cultural y político. De la misma manera, el fin del largo y exclusivo protagonismo desempeñado por la Historia Política contribuyó aún más a oscurecer y minimizar el estudio de quienes habían gozado de una presencia relevante en este espacio, al menos durante las épocas medieval y moderna. Sin embargo, y como ocurrió en otros ámbitos, los años setenta del pasado siglo rescataron la Historia Política para adecuarla a los retos que se abrían ante el historiador. Se trataba de dejar a un lado los hechos políticos para analizarla en toda su complejidad y poder dar respuesta a un amplio y complejo entramado de cuestiones, tales como la acción de gobierno, el ejercicio del poder, la sociología del poder, las élites de poder, las redes clientelares, la cultura política, en fin, todo aquello que sirve para explicar los mecanismos del poder y la proyección social, económica, política, cultural y artística de la nobleza.

En el caso valenciano, trabajos recientes permiten que en la actualidad resulten ya significativas las aportaciones en las que se presta a este colectivo la atención que merece. Con todo, perfilar su composición precisa todavía de trabajos complejos que pensamos que pueden ser bien abordados desde el análisis de los linajes más relevantes de la escena valenciana, siempre que sean afrontados desde una perspectiva que permita incorporar los aspectos económico, social, político, cultural e incluso religioso, para que expresen su auténtica dimensión. Ciertamente, el estudio de los linajes se está evidenciando como un excelente mirador desde el que contemplar, conocer y analizar la sociedad valenciana, y como una auténtica clave interpretativa, capaz de desentrañar sus más íntimos entresijos, al tiempo que permite acercarnos al estudio de la clase dirigente, sus preocupaciones, sus actitudes, su proyección política y militar, pero también la cultural y religiosa. Creemos que solo así será posible comprender, en toda su complejidad, una etapa crucial de nuestra historia.

Fue esta consideración la que hace unos años nos hizo concebir la idea de profundizar en el estudio de los más destacados linajes valencianos durante el largo periodo comprendido entre los siglos xiii y xix, y a ellos hemos dedicado ya algunos estudios que han quedado plasmados en diferentes publicaciones. Continuando con esta línea, la monografía que ahora presentamos surgió precisamente del deseo de contribuir con una aportación a un proyecto de investigación mucho más amplio y ambicioso, del que esta no pretende ser más que la primera piedra de un edificio de compleja y larga construcción. A tal fin, reunimos un total de diez estudios que permiten proyectar el tema desde perspectivas a la vez diferentes y complementarias.

Así, en el conjunto de contribuciones que conforman esta obra, M.ª Luisa Muñoz Altabert muestra cómo, tras una etapa de progresivo ascenso, el linaje Mercader llegó a la época moderna sólidamente asentado en la cúspide de la pirámide social valenciana, alcanzando su culmen en 1604, cuando la nobleza del linaje se vio acrecentada con la concesión del título de conde de Buñol. La Bailía General de Valencia, a cuyo frente estuvieron varias generaciones de Mercader, les permitió acumular honor, poder y patrimonio, al tiempo que ir tejiendo, mediante el matrimonio, un entramado familiar como estructura de soporte de su promoción social. La posesión de un señorío territorial y jurisdiccional les confirió, además del prestigio que este otorgaba ante sus iguales, el principal sostén económico del linaje. El trabajo presenta también las estrategias matrimoniales seguidas por la rama familiar de los Mercader, poseedora del vínculo de Buñol, creado en 1467 por mosén Berenguer Mercader, hasta su incorporación al marquesado de Albaida, a inicios del siglo XVIII.

Por su parte, Eva María Gil Guerrero se hace eco del modo en que los profundos cambios que comportó la conquista del Reino de Valencia repercutieron sobre el lugar de Alaquàs. Y muestra que, tras ser donado al caballero Bernat de Castelló en 1238, conoció señores de diversos linajes hasta finales del siglo xv, cuando pasó a la familia García de Aguilar, uno de cuyos titulares instituyó el vínculo de la Casa de Alaquàs, y que el azar biológico propició que, un siglo después, por extinción de la rama masculina, llegase por vía matrimonial a los Pardo de la Casta. Esta aproximación histórica al señorío de Alaquàs queda todavía más completa al adentrarse en el estudio de uno de los linajes que lo poseyeron, los Pardo de la Casta. El trabajo aborda los orígenes de esta estirpe como ricos hombres de procedencia aragonesa, su asentamiento en el Reino de Valencia y su ascenso social y político al servicio regio, sin descuidar otras facetas, como las estrategias matrimoniales, la configuración y transmisión patrimonial o el análisis de sus rentas, y prueba que la historia de los Pardo de la Casta quedó ligada al señorío de Alaquàs a finales del siglo xvi, siendo la primera y más preeminente de sus posesiones en tierras valencianas hasta la extinción del linaje, a principios del XVIII.

Aproximarse al alcance que el extrañamiento morisco supuso para las rentas señoriales de los Vilaragut y cómo, desde esta perspectiva, don Alonso, primer conde de Olocau, encarna la tragedia de una nobleza herida de muerte desde el punto de vista económico, constituye el objetivo del trabajo de Paz Lloret Gómez de Barreda. A lo largo de estas páginas demuestra que en 1609 don Alonso Vilaragut perdió a todos sus vasallos moriscos, y al lógico impacto demográfico se sumó la repercusión en la economía señorial, al afectar de manera grave a la fuerza de trabajo disponible de los señoríos de la Casa: Olocau y Llanera. A tal fin ha contado con unas fuentes de información privilegiadas, que hasta el momento no se han podido localizar para otras casas nobiliarias. En efecto, a la documentación notarial que resume las partidas de ingresos y gastos de la Casa entre 1606 y 1611, ha podido sumar los informes presentados por el administrador de las rentas familiares en ese periodo; una declaración del propio don Alonso de los ingresos procedentes de los señoríos de Olocau y Llanera –tanto antes como después de la expulsión morisca–, y el balance económico que elaboró un perito independiente a instancias del Consejo de Aragón en el contexto del proceso de averiguación y evaluación de los daños sufridos por la Casa de Vilaragut como consecuencia de la expulsión de los moriscos.

Por su parte, Enric Marí Garcia aborda el análisis del patrimonio vinculado a D. Francisco Roig y Dou a través de tres documentos fundamentales: el Libro de familia o Libro de cuenta y razón, iniciado por el autor en 1688, fuente fundamental para el estudio de la familia Roig desde época medieval; el testamento ológrafo del cabeza de linaje, en el que se instituye y regula el mayorazgo con la totalidad de los bienes atesorados por la familia, y el inventario de bienes, cuya minuciosidad solo se explica por la consulta directa del citado libro de administración, fuente, testimonio y salvaguarda documental primordial del patrimonio familiar hasta bien entrado el siglo XIX. Se trata de un mayorazgo tardío de esta familia de prohombres valencianos, ennoblecidos en el siglo xvii, constituido por bienes aportados por diversas herencias y dotes, de forma acumulativa, lo que permite vislumbrar la evolución de las estrategias sucesorias, alianzas matrimoniales y redes de parentesco, en un proceso de promoción social que inauguraba, a imitación de la nobleza, la herencia troncal, y que al tiempo recomendaba la gestión patrimonial directa, como rentistas.

Josep San Ruperto Albert, consciente de que el acercamiento a un linaje nobiliario requiere también el tratamiento de aspectos tan diversos como los económicos, sociales o políticos, comienza su estudio analizando la estrategia de ascensión social de la familia Cernesio desde su llegada a Valencia a principios del siglo xvii, la posterior obtención del título de condes de Parcent en 1649 y de la Grandeza de España. Con estas premisas, el autor se centra en la proyección cultural. Ser noble, además de proporcionar un título y una preeminencia social, exigía representarse como tal. De ahí el interés de abordar también la educación recibida, la actitud ante la muerte, la construcción y decoración de suntuosos palacios, la adquisición de obras de arte, la relación entablada con pintores y escultores, el patronazgo artístico y religioso o la conformación de una voluminosa biblioteca, e incluso profundiza en el parentesco con el papa Inocencio XI, todos ellos factores clave en la consolidación del linaje.

Les siguen a estas otras aportaciones dedicadas al estudio de algunos miembros de las casas nobiliarias desde perspectivas diversas y complementarias. En esta línea, Vicent M. Garés Timor, interesado por el recurso a la violencia por parte de la nobleza, encuentra un paradigma en la figura de don Galcerán de Castellví y López de Mendoza –heredero del señorío de Carlet–, en tanto que, mediante su matrimonio con doña Ángela Montagut –sucesora de la baronía de la Alcudia–, se pretendían zanjar las frecuentes parcialidades que enfrentaban a ambos señores desde finales del siglo xiv. A tal fin, profundiza en el análisis del comportamiento violento de don Galcerán en la doble dimensión familiar y extrafamiliar. Tras subrayar sus frecuentes incursiones en la baronía de Alginet, donde actuaba en favor de una de las facciones oligárquicas enfrentadas, se adentra en el ámbito doméstico y privado. Ello le permite sacar a la luz el maltrato al que sometió a su esposa y que la impulsó a solicitar el divorcio, así como los subsiguientes enfrentamientos legales por la restitución de la dote y por la custodia y posterior matrimonio de su única hija, María de Castellví. Muestra también cómo, prófugo de la justicia del Reino de Valencia por sus numerosos delitos, Galcerán sería acogido por un personaje tan significado en el Reino de Aragón como don Juan de Luna.

Por su parte, Guadalupe Pérez Torregrosa indaga en la familia Boïl, originaria de Aragón, desde su llegada a Valencia acompañando a Jaime I, para centrarse en la actividad militar y política de don Pedro Boïl de Arenós y Mercader. A tal fin, estudia su participación en el gobierno de la Ciudad de Valencia, para el que fue insaculado en la bolsa de nobles, caballeros y generosos, así como en las instituciones representativas del Reino, subrayando su actuación como diputado y síndico de la Generalitat y como miembro asiduo de las juntas del Estamento Militar, de las que también alcanzó la sindicatura. Analiza, asimismo, su gestión al frente de algunas instituciones delegadas de la Corona, caso de su función como portantveus de general governador de la Gobernación de Orihuela, o del acceso a una judicatura de capa y espada en la Real Audiencia de Valencia reservada a los nobles. Contribuye con ello a perfilar una trayectoria que resulta representativa, en buena medida, de la función política asignada al Estamento Nobiliario en la Valencia del siglo XVII.

Profundizar en la vertiente intelectual de don Gerardo de Cervelló, primer conde de Cervelló, constituye el objetivo del trabajo de Amparo Felipo Orts. Calificado por J. Casey como uno de los políticos más importantes en la Valencia de la década de 1640, don Gerardo sobresalió por una intensa actividad política y militar, pero no menos destacable resultan sus preocupaciones espirituales y culturales, como evidencia su espléndida biblioteca. Además, hombre de variadas inquietudes, don Gerardo escribió dos textos que llevó a la imprenta. Si en el primero compuso la genealogía de su linaje, mayor sería el interés de un amplísimo memorial que, en representación de la Ciudad, elevó al monarca contra la pretensión del duque de Segorbe de reclamar las baronías de la Pobla, Benaguacil y Paterna, publicado en 1660. Es una obra voluminosa que destaca por su carácter erudito y en la que Cervelló, haciendo gala de su experiencia política, pero también del estudioso que encerraba su persona, se afanó en la redacción de una amplia y documentadísima defensa de la reclamación municipal contra la aspiración del duque de Segorbe, cuyo estudio se recoge en estas páginas.

Por su parte, Emilio Callado Estela analiza la etapa anterior al ingreso en el episcopado del prelado valentino fray Antonio Folch de Cardona, hijo bastardo del almirante de Aragón y destacada figura de la vida religiosa y política española entre las postrimerías del reinado de Carlos II y la Guerra de Sucesión. Un intenso periplo en la Orden de San Francisco, de la que fue lector de teología, guardián conventual, ministro provincial, comisario general de Indias y de la familia ultramontana, así como su implicación en algunos conocidos episodios de la época, particularmente las luchas cortesanas desatadas junto al lecho de muerte del último Austria español, componen este retrato biográfico de unos años hasta ahora desconocidos en la historia del personaje.

Cierra el conjunto el estudio de Carmen Pérez Aparicio sobre uno de los aspectos más complejos de la Guerra de Sucesión: el comportamiento de la nobleza valenciana. Las grandes diferencias de rango, poder político, económico y social, así como las derivadas de su adscripción al servicio de la Monarquía o de su participación en las instituciones forales, constituyen las vías de aproximación al fenómeno. Así, mientras que la gran nobleza residente en la Corte y situada en el primer plano de la escena política acató sin reservas el testamento de Carlos II y tomó partido por la Casa de Borbón, la nobleza arraigada en el Reino manifestó reiteradamente su desaprobación por la política llevada a cabo por Felipe V, quien puso en riesgo su fidelidad por el incumplimiento de los Fueros y de su obligación de acudir a la defensa de los valencianos. No obstante, la deriva populista, antinobiliaria y antiseñorial del primer gobierno del archiduque Carlos tuvo repercusiones muy negativas para la causa austracista.

Presentamos, en conclusión, una serie de trabajos a través de los cuales hemos querido aproximarnos, desde facetas diversas, a algunos de los linajes nobiliarios que se caracterizaron por su importante significación en la historia valenciana durante la Edad Moderna. Se trata de un primer acercamiento conjunto, que tiene propósito de continuidad, y que en esta ocasión ha resultado posible gracias a la calurosa acogida que hemos encontrado entre los historiadores dedicados al tema, a los que deseamos expresar nuestra sincera gratitud. Vaya también nuestro reconocimiento a Vicent Olmos, por su gestión, y a Publicacions de la Universitat de València, por haberse hecho cargo de la publicación.

La nobleza valenciana en la Edad Moderna

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