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Agradecimientos

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Puedo afirmar sin equivocarme que hacer este libro no hubiera sido posible sin las ayudas, en algunos casos premeditadas y constantes, casi siempre cómplices, y en otros creo que inconscientes, por parte de muchas personas que me han apoyado a lo largo de la génesis de este libro.

Entre quienes me han guiado y asistido está, en primer lugar, Douglas Morgenstern, quien encarna para mí una asombrosa combinación de sabiduría y humildad, idealismo utópico y amor a la verdad, siempre sin despegar los pies del suelo. Douglas me acompañó, a las pocas horas de vernos por primera vez, a una reunión, que cambió mi vida, a la que me citó William J. Mitchell en su despacho del Lobby 7, bajo la gran cúpula del Rogers Building, y que me abrió una maravillosa puerta al MIT. Desde entonces todo ha sido distinto para mí. Este libro es una de las consecuencias. Por eso, mis agradecimientos a William y a su memoria nunca terminarán. Y tampoco la que debo, a partir de aquella cita, al profesor Morgenstern, con quien disfruté luego una extraordinaria, pionera y entusiasmante iniciativa que fundamos juntos, llamada MITUPV Exchange, que se mantuvo viva durante los siguientes doce años en el MIT.

Además de reiterar que agradezco, a cada uno de los participantes en los diálogos de este libro, el regalo de sus ideas y su tiempo, también debo inmenso agradecimiento a la paciencia, afabilidad, sutileza y excelente y pedagógico trabajo de mis dos editoras, Gita Devi Manaktala y Susan Buckley, y en su ayuda a la producción, a Deborah Cantor-Adams, en la edición de MIT Press.

Si esta edición del libro, en concreto, merece mi especial y emocionado agradecimiento, es al interés, constancia, empuje y tesón del profesor Antonio Ariño, vicerrector de Cultura de la Universitat de València, cuya persuasión ha sido decisiva para que se materializara este volumen, tal como el lector lo tiene en sus manos. Y también, por supuesto, quiero agradecer hacerlo posible a José Luís Canet entonces responsable del servicio de publicaciones (PUV), y Lluís Miró, gerente del mismo, así como la actual directora María Teresa Ferrer Valls, todos ellos de la Universitat de Valéncia, que asumieron con entusiasmo la idea y la tarea de publicar esta edición.

Aunque no hay espacio para mencionar a todas las personas que me han apoyado, debo citar explícitamente, al menos, a algunas. En primer lugar, agradezco sus enseñanzas, revisiones y consejos al sabio José Manuel Gironés, con quien, tras su reiterada y gran ayuda –y para responder a su buen humor–, tengo claro que, si estuviéramos en el siglo XIX y tuviera que batirme en duelo con él, yo nunca elegiría como arma la gramática. Agradezco la inestimable ayuda de mi abogado y amigo Luis Sáenz Mariscal, capaz de conseguir lo más difícil e incluso lo que parece inalcanzable. Y el reiterado e intenso apoyo en el tiempo de Ana Gómez y María Jesús Plasencia. También debo mi sincero agradecimiento por sus diversos apoyos al exrector Justo Nieto, y al actual rector de la UPV Francisco Mora, así como al vicerrector de investigación José E. Capilla. De igual modo, mi agradecimiento a mis colegas Roberto Aparici y Sara Osuna, de la UNED. Agradezco al gran Tim O’Reilly el maravilloso prefacio que escribió para este libro. Y su entusiasta apoyo a Israel Ruiz, Pablo Jarillo-Herrero, Michail Bletsas, James Patten, Manuel Ramírez (Pre-Textos), Tom Burns Marañón, Richard Stallman, Mark McCreary, Rafael de Luis, Javier Benedicto, Ricardo Baeza-Yates, José Bernabéu, José María Yturralde, Juncal Iglesias, Avelino Corma, Justo Nieto, Montse Robles, Miguel Ángel Sánchez, Rodney Cullen, Rosa Martínez, Elisa Cuenca, George Mattingley, Inmaculada Monzó, Jaime Gómez y Ramón Diago. Y las diversas ayudas de Elena Benito, Natalia Navas, Miles Roddis, Scott Adams, Enrique Dans, Miquel Alberola, Javier Sampedro, Antonio Córdoba, Miquel Ramis, Mercedes Gómez-Ferrer, Juan Quemada; y las de mis compañeros de Innovadores Rafael Navarro, Eugenio Mallol, María Climent. Y su apoyo incondicional al sabio editor y despiadado corrector Juan Lagardera; y a Juan Reig, Antonio J. Araque, Pilar Roig y Fernando Brusola.

Mi agradecimiento también a quienes en diferentes momentos me alentaron a seguir adelante y a superar los variados obstáculos surgidos en el largo proceso de invención y construcción de este raro libro y su proyecto a contracorriente. A todos ellos, mil gracias.

De neuronas a galaxias.

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