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2 LA DEPENDENCIA

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Christophe: En términos médicos, ser dependiente significa no poder pasar sin una substancia (alcohol, tabaco, drogas), un vínculo (dependencia afectiva o sexual) o un comportamiento (dependencia con respecto a otras personas, dependencia de la aprobación de los demás). Existen dependencias normales: todos nosotros dependemos del agua, del oxígeno, del sol, de los demás seres humanos, pero de lo que vamos a hablar es de las dependencias que nos causan padecimiento.

Si la dependencia es problemática, es porque genera sufrimiento —a uno mismo y a los demás— y porque tiene un lado incontrolable. Todas las actividades que nos procuran un placer intenso o rápido pueden desembocar en una dependencia: sexualidad, alcohol, comida. Si la dependencia consiste en beber una copa de vino todas las noches, se trata, en último término, de un problema de comportamiento, pero mientras no exista una habituación que nos obligue a aumentar la dosis, con disminución del placer aportado, no es nada patológico. Nos estamos moviendo más bien en el terreno del hábito adquirido, una forma de pequeña dependencia a algo que proporciona alivio o placer, de la que podríamos desprendernos al precio de una simple incomodidad.

La dependencia tóxica reduce considerablemente nuestra libertad: la persona dependiente no vive sino a la espera de la siguiente dosis, y padece un empobrecimiento en su visión de la existencia. Es, a mi modo de ver, la alienación suprema. De la acrasía a la dependencia se da una pérdida suplementaria de libertad. En el caso de la acrasía, uno sabe lo que debería hacer —está dentro de los límites de nuestras capacidades actuales—, solo que no lo consigue de un modo duradero. Por lo que respecta a la dependencia, uno sabe lo que debería hacer, pero le es completamente imposible cumplirlo. A veces, en el fondo de uno mismo, ni siquiera tiene de verdad ganas (todos sabemos que, llegados a este punto, es muy complicado ayudar a las personas dependientes): «Es más fuerte que yo», es la divisa de la persona dependiente.

Matthieu: Podríamos describir la dependencia como una acumulación de descarríos que termina por precipitarnos en el abismo de la adicción. No es ninguna censura, es tan solo una constatación clínica. El trabajo del espíritu consiste, en estos casos, en desprenderse de las cadenas que él mismo se ha forjado. En el cerebro, tanto la dependencia como el entrenamiento del espíritu que ayuda a liberarse de ella, modifican las redes neuronales implicadas en la adicción.

Alexandre: De ahí lo importante que resulta una tremenda dosis de paciencia. Se necesita tiempo para salir del agujero…

¡Viva la libertad!

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