Читать книгу ¡Viva la libertad! - Alexandre Jollien - Страница 33

¿ENGANCHADOS A LA ANSIEDAD?

Оглавление

Alexandre: Hay una cuestión que me atormenta: ¿es posible que en el corazón del ser humano haya un mecanismo de autodestrucción? ¿A qué se debe que, con plena conciencia de causa, sigamos adelante con insistencia por una carretera que nos conduce directamente contra una pared? ¿Por qué, en determinados momentos de nuestra vida, nos obcecamos en comportamientos que nos arrastran al abismo? ¿Qué fuerzas imperiosas nos convierten en adictos a las causas de nuestro sufrimiento? Todo esto nos devuelve una vez más de lleno al tema de la acrasía y de la adicción…

Christophe: ¿Enganchados a la ansiedad? No me gusta demasiado acusar a las personas que sufren de «complacencia» con respecto a sus síntomas. Pero en efecto, puede haber en cada uno de nosotros una dependencia, ciertamente involuntaria, a sus sufrimientos. En ocasiones, cuando intentas aliviar a alguien que está muy angustiado, tienes la impresión como si estuviera apegado a ese sentimiento. Incluso en determinados momentos, en una especie de pulso argumentativo, intenta convencerte de que tiene buenos motivos para estar angustiado, y entonces tú, con la misma tonta obstinación, tratas de convencerlo a él de que no hay por qué estarlo. Se llega a un callejón sin salida: convicción contra convicción.

Alexandre: ¿Será que preferimos un hábito nocivo, incluso doloroso, antes que abrirnos a lo desconocido, o acoger de buena gana el vacío?

Christophe: Exactamente. Es por eso por lo que, aun siendo terapeuta, pienso que en toda sanación, en determinado momento, se da un acto de fe: uno se suelta de sus certidumbres negativas para arrojarse al vacío, para agarrar el trapecio que le tiende su maestro espiritual, el terapeuta, o un amigo que quiere su bien. Uno está colgado sobre la sima, tambaleándose sin poder parar, incapaz de controlarse, y allá abajo hay alguien que grita: «¡Suéltate! ¡Arrójate y atrapa esta solución que te lanzo!». Es normal que uno tenga miedo de precipitarse al vacío y que se sienta tentado a permanecer aferrado al trapecio de sus sufrimientos: ¡al menos es un objeto tangible, y por el momento lo tenemos bien agarrado en nuestras manos!

Matthieu: Podríamos definir el samsara, es decir, el océano de la existencia condicionada por la ignorancia y el sufrimiento, como una adicción a las causas del sufrimiento.

Alexandre: ¿Cuáles son los mecanismos de una adicción así? ¿De dónde proviene esta?

Matthieu: De la distorsión de la realidad, característica del extravío: nos precipitamos hacia las causas del sufrimiento y damos la espalda a las de la felicidad. Un texto budista nos dice también que en ocasiones llegamos a tratar la felicidad como si fuera nuestro peor enemigo. No se trata por tanto de complacencia con respecto a los síntomas del sufrimiento, sino de una falta de discernimiento.

Alexandre: Pero a veces, para gran desgracia nuestra, parece decididamente como si se diera en nosotros un empeño en embaucarnos a nosotros mismos, en dejarnos engañar por el señuelo, en perseverar en lo ilusorio y en la ignorancia.

Matthieu: Ciertamente, una de las características de la confusión mental es la de obstinarse en reproducir las causas de nuestros sufrimientos. Uno de mis maestros, que imparte sus enseñanzas en Dordoña, afirmaba: «Lo que la gente llama felicidad, nosotros lo llamamos sufrimiento». Esta afirmación drástica hace referencia a nuestro empeño en alcanzar metas que no son susceptibles de aportarnos un verdadero bienestar: el afán de posesiones, de reputación, de poder, de placeres superficiales, así como nuestro temor a lo que no sea agradable, a perder lo ganado, al fracaso, al anonimato, a las críticas, etc.

Alexandre: ¿Cómo encarnar en la vida diaria las altas aspiraciones que albergamos en el corazón? Sé perfectamente que la generosidad es un tesoro, que es clave para las relaciones humanas, un regalo del Cielo. No hay duda posible, el hecho de no fijarnos a las cosas aporta por sí mismo un remedio para muchos males, y sin embargo… me cuesta remangarme y perseverar en esta vía, hasta tal punto las fuerzas de la inercia, los hábitos, se muestran duros de pelar.

Matthieu: Nos faltan modelos en nuestro mundo contemporáneo. ¿A quién admiramos de verdad? ¿Quién merece ser tomado como modelo de ser humano? Nos gustaría jugar al ajedrez como Bobby Fischer, uno de los genios más brillantes de la historia de esta especialidad, pero ¿quién querría ser como él, una persona profundamente perturbada, con quien era imposible vivir? Cuando miramos a nuestro alrededor, a nuestros parientes, educadores, a los grandes de este mundo, pensadores, artistas, nos sentimos un poco desconcertados. Hay personas admirables, pero también muchas otras a las que no quisiéramos en modo alguno parecernos, en cuanto ser humano, sean cuales sean sus talentos particulares. Por el contrario, cuando conocemos a una persona rebosante de verdadera sabiduría, movida por una benevolencia inagotable, ¡cuánto nos gustaría poseer sus cualidades!

¡Viva la libertad!

Подняться наверх