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ОглавлениеPRÓLOGO
La Psicoterapia Integradora Humanista es el primer modelo terapéutico original, creado en nuestro país, en el marco de las Psicoterapias Existencial-Humanistas. En él se encuentran integradas teorías y técnicas procedentes principalmente de modelos humanistas relevantes, como la Psicoterapia de la Gestalt de Fritz Perls, el Análisis Transaccional de Eric Berne, la Terapia Centrada en la Persona de Carl Rogers, la Psicosíntesis de Roberto Assagioli, la Biosíntesis de David Boadella, el Focusing de Eugene Gendlin, etc. La Psicoterapia Integradora Humanista ha sido creada y perfeccionada, desde 1980, en el Instituto Erich Fromm de Barcelona (España) principalmente por la autora de este libro, con mi colaboración.
Entre los contenidos originales de este modelo, fue ella la creadora del modelo del “ciclo de la experiencia del fluir vital” con sus trece fases (modificando el “ciclo gestáltico”) y con la identificación de 102 problemas que pueden obstaculizar el sano fluir por bloqueos, dispersiones o distorsiones de la energía.
En muchos de los modelos de psicoterapias humanistas se ha acostumbrado a destacar como prioritaria la importancia de las actitudes facilitadoras de la buena relación terapéutica, por encima de las técnicas de intervención. Sin embargo, resulta sorprendente la gran variedad de éstas que se han ido presentando, destacándose aparte de la comunicación verbal y la escucha empática- la abundancia de procedimientos de intervención con actividad imaginaria o psicocorporal.
El terapeuta humanista es consciente de que la meta de su trabajo tiene mucho que ver -tal como señaló Abraham Maslow- con el logro de una personalidad creadora, con un estilo de vida creativo por parte del paciente. Y es también consciente de la importancia en el proceso terapéutico, de los momentos en los que se manifiestan cambios creativos intrasesión, con la ayuda, principalmente, de procedimientos con actividad imaginaria o psicocoporal. Asimismo, de la importancia de la experiencia de una vivencia en la sesión de un encuentro profundo intrapersonal e interpersonal, para el logro de una situación creadora terapéutica.
La doctora Gimeno-Bayón ha mostrado, a lo largo de cuarenta años, su sorprendente creatividad al ir creando una gran variedad de recursos terapéuticos de los que los 42 descritos en este libro son solo una muestra representativa.
A través de estas páginas habrá aspectos importantes de la relación terapéutica que difícilmente se podrán intuir por el lector, por ejemplo: el cuidadoso tono, volumen, ritmo y calidez de la voz de la terapeuta; la mirada cordial; el profundo respeto al ritmo y grado de participación del paciente al practicar la propuesta terapéutica.
De todo ello yo pude ser testigo, durante años, cuando acompañé a la autora como coterapeuta grupal en el Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista de Barcelona. Pude darme cuenta, en muchas ocasiones, cómo espontáneamente inventaba y proponía, en el transcurso de una sesión de psicoterapia grupal, un determinado ejercicio apropiado para la solución de un específico problema, a cada tipo concreto de paciente, en una fase del proceso terapéutico. Unas veces se trataba de un trabajo individual en terapia de grupo. Otras veces era una propuesta de práctica o estrategia grupal.
Ya a partir de una lectura del índice de este libro puede comprobarse que la gran mayoría de las prácticas descritas implican alguna forma de actividad imaginaria, unas veces con imágenes de la memoria y otras con imágenes de la imaginación o creativas, que otros autores –como Piaget e Inhelder (1971), o Forisha (1978- prefieren denominar imágenes reproductivas e imágenes anticipatorias. Una variante de las primeras son –según Horwitz, 1983- las imágenes eidéticas propuestas en la psicoterapia eidética de Akter Ahsen (1968). En algunas de las prácticas propuestas por Gimeno-Bayón pueden también surgir las eidéticas, aparte de las otras. Gracias al desarrollo de la neurofisiología se comprobaron hechos que permiten advertir la compleja naturaleza de la conciencia y del cerebro, y que han permitido conceder creciente validez al que muestra que los hemisferios izquierdo y derecho facilitan dos modos cualitativamente distintos de percibir el mundo, dos modos de experimentar la vida. El creciente reconocimiento de la validez de esta teoría sobre la diferenciación de funciones de los hemisferios cerebrales (Bogen, 1969; Gazzaniga, 1970; Gazzaniga & Le Doux, 1978; Kimura, 1973; Ley, 1983, 1984; Ley & Briden, 1979; Sperry & Gazzaniga, 1967), tuvo, como una de sus manifestaciones, que se le concediera a Roger W. Sperry, por los logros de su investigación en esta materia, el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1981.
En las propuestas terapéuticas de Ana Gimeno-Bayón, con la abundante presencia de esta actividad imaginaria –notablemente eficaz para entrar en contacto con las experiencias emocionales- queda patente la relevancia concedida por la autora a los potenciales del hemisferio cerebral derecho para facilitar cambios creativos en el proceso terapéutico, para la superación de los trastornos psicológicos, o de los obstáculos para avanzar en el crecimiento personal o autorrealización.
A lo largo de unos cuarenta años, Ana Gimeno-Bayón ha podido practicar como psicoterapeuta unas 27.000 sesiones de terapia individual, unas 3.600 horas de terapia grupal, unas 2.500 horas de sesiones de supervisión individual y grupal y habrá impartido más de 5.000 horas de formación de postgrado para licenciados o graduados de Psicología durante 21 promociones en el Instituto Erich Fromm, participando también en algunos programas Máster en Universidades de Barcelona.
Ramón Rosal Cortés