Читать книгу Baúl de recursos - Ana Gimeno - Страница 6
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
Este libro, eminentemente práctico, aunque puede ser útil para otras personas, va dirigido, en primer lugar, a los psicoterapeutas que trabajan con el modelo de la Psicoterapia Integradora Humanista. Pero igualmente les será útil a terapeutas que trabajan con modelos flexibles.
En él recojo una serie de propuestas de intervención que he ido creando a lo largo de mis cuarenta años de ejercicio de la profesión. En algunos pocos casos, se inspiraron parcialmente en algún otro autor, y en ese caso dejo constancia de ello a través de la cita del concepto que me catapultó a crear la intervención.
El libro no pretende ser un recetario, sino un conjunto de sugerencias que sirvan de estímulo para que el psicoterapeuta las modifique y adapte a la situación y la persona que tiene delante, porque el objetivo es ser útil a esa persona desde el punto de vista de su salud mental y su crecimiento personal.
Para aquellos psicoterapeutas que no conocen el modelo de la Psicoterapia Integradora Humanista, aclaro que los principios metateóricos y teóricos están ampliamente descritos en los dos libros (Gimeno-Bayón & Rosal, 2016 y 2017) cuya referencia figura al final de esta introducción. También, en cada propuesta, pongo la referencia de aquellos libros que puedan ser útiles para consultar o ampliar la parte teórica de lo que en ella de dice.
De cara a estos últimos lectores, y para que puedan comprender mejor la estructura del libro, haré una pequeña síntesis del modelo que sustenta la estructura que hay detrás.
La Psicoterapia Integradora Humanista es un modelo creado por Ana Gimeno-Bayón y Ramón Rosal en el seno del Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista de Barcelona (España). Fue presentado a la comunidad científica en mayo de 1988, en el marco del Primer Encuentro de Psicoterapias Dinámicas (Salamanca), presidido por Luis Cencillo, y del IX Congreso Europeo de Psicología Humanista (Barcelona).
Es epistemológicamente constructivista y sistémico, y está especialmente interesado en los factores típicos que diferencian al ser humano de otras especies: temas como la creatividad, el amor, el proyecto existencial o los valores éticos.
En el plano psicoterapéutico, es ante todo experiencial –por lo que exige al terapeuta un papel activo-, integrador (a distinto nivel) de diferentes modelos y técnicas, si bien considera que antes que ellas lo relevante es el vínculo terapéutico inspirado en las actitudes rogerianas, y considera que cada persona es única e irrepetible, por lo que es tarea indispensable del psicoterapeuta la adaptación de cualquier intervención en forma idiosincrásica a la persona y momento del proceso que atraviesa.
Se estructura en torno a un ciclo del fluir vital, en un ir y venir de lo global del ciclo marcado por el proyecto existencial (incluida su dimensión espiritual) y los diferentes aspectos en que este se concreta.
Las fases del fluir vital que contemplamos en el modelo de Psicoterapia Integradora Humanista son las siguientes:
1 Fase de receptividad sensorial. Alude al momento de recepción de estímulos externos (a partir de la capacidad sensorial exteroceptiva) o internos (a partir de la sensibilidad intero o proprioceptiva) que inician un proceso teleológico, a la espera de una respuesta a las correspondientes sensaciones corporales de desazón, inquietud energética o vibración interna, expresivas de algún tipo de carencia, necesidad o deseo.
2 Fase de filtración de las sensaciones. Se refiere esta fase al proceso de selección de parte de esos estímulos desde la atención (consciente o inconsciente).
3 Fase de identificación afectiva. Comprende lo que se relaciona con el movimiento emocional y los demás tipos de fenómenos que configuran Psicoterapia de la Gestalt afectiva, a partir de los estímulos seleccionados.
4 Fase de identificación cognitiva. La constituyen los procesos interpretativos y los fenómenos a ellos vinculados tales como el razonamiento lógico, la intuición, la exploración de sensaciones y afectos con atribución de un significado cognitivo a los mismos, la configuración de una Gestalt cognitiva.
5 Fase de valoración. Consiste en el proceso de implicación valorativa en lo que está aconteciendo, e incluye la valoración de los distintos procesos y tendencias, establecimiento de prioridades entre ellos, la jerarquización de motivaciones, elección de metas y juicio de adecuación o no adecuación de ellas al Self.
6 Fase de decisión implicadora. Viene constituida por la involucración de la voluntad en el proceso y compromiso con el mismo desde la motivación.
7 Fase de movilización de recursos, equivalente a la fase de energetización de la Psicoterapia de la Gestalt, entendida como excitación energética, caldeamiento, expansión, aunamiento y concentración de la fuerza motivacional.
8 Fase de planificación. Consiste en la identificación –a partir de la información externa e interna disponible, procesada en base a las expectativas o marco de referencia anticipatoria del individuo– de objetivos y opciones específicos, medios y procedimientos, programación de fases y subfases de la acción.
9 Fase de ejecución de la acción. Coincide con la denominada fase de acción en la Psicoterapia de la Gestalt, caracterizada por el movimiento orientado, la acción práxica exploratoria de una opción, el manejo de la realidad interna o externa a fin de provocar un cambio en la misma. El cambio puede ser de cualquier tipo, no sólo material, pues en él se incluyen cambios tales como la obtención de información, comunicación de sentimientos, ofrecimiento de una determinada imagen del mundo a otros, experienciar placer estético o compartir el afecto, por ejemplo.
10 Fase de encuentro. La constituye la realización del contacto e interacción con el objeto (material o inmaterial) hacia el que se dirige el proceso.
11 Fase de consumación. Viene dada por el logro del objetivo, es decir: el logro de la modificación de la realidad tal como se deseaba –la satisfacción de la necesidad o el deseo– con la correspondientes sensación de plenitud y homeostasis.
12 Fase de relajamiento. Consiste en el proceso de ir realizando la retirada energética y la finalización del proceso de contacto.
13 Fase de relajación. Se caracteriza por la permanencia en un vacío receptivo –más o menos prolongado– correspondiente a la desestructuración temporal que media entre un proceso finalizado y la iniciación de otro proceso.
El hecho de que las intervenciones descritas se encuadren en una y otra fase, no significa que cada una de ellas no se pueda utilizar más allá de ella. Es una sugerencia, pero cada uno de los ejercicios tiene múltiples posibilidades que el terapeuta puede considerar.
El libro está estructurado en tres secciones:
la primera, con propuestas que se refieren a intervenciones sobre el conjunto del ciclo, entendido desde el punto de vista del proyecto vital y el sentido de la vida
la segunda, con propuestas para las fases concretas del ciclo del fluir vital
la tercera, con propuestas respecto al desarrollo de la dimensión espiritual –o transpersonal- de la persona, ampliamente desarrolladas por la autora en Gimeno-Bayón (2015; 2019a; 2019b).
Ana Gimeno-Bayón