Читать книгу Baúl de recursos - Ana Gimeno - Страница 9
Оглавление1
DIÁLOGO CON EL YO ANCIANO
A veces la persona, ante un problema concreto, experimenta una sensación de atrapamiento, en la que la vida no tiene futuro. Cuando se trata de la magnificación del problema que parece que tapona el curso natural de la vida, se puede recurrir a este diálogo en el que la persona prescinde de contemplar el futuro desde el aquí y ahora, y recurre a contemplar ese aquí y ahora desde el futuro, para relativizarlo.Normalmente convendrá previa o posteriormente a este ejercicio explorar la programación de las líneas del tiempo utilizando los recursos de la Programación Neurolingüística. No sería extraño que la persona tenga una programación de la línea del futuro de frente, y que el problema tape la continuación de la misma, con lo que convendría programar una visualización ordenada en rampa ascendente. O bien puede ocurrir que las líneas entre pasado y futuro se entrecrucen y la persona no logre salir de ese laberinto, cosa que indicaría la necesidad de ordenar ambos tiempos separadamente.El diálogo con el yo anciano ofrece una perspectiva desde la cual los problemas actuales se contemplan con distancia y otorga esperanza para la superación de los mismos. |
En postura de relajación.
Imagínate que han pasado unos cuantos años desde el momento de ahora. Los suficientes para que seas una persona anciana, muy anciana. Eso sí, sana, en plenas facultades mentales y con la sabiduría de alguien que ha vivido muchas experiencias, superado muchas dificultades y aprendido mucho de todas ellas.
Tómate unos momentos para imaginarte con esa edad. ¿Cómo es tu aspecto físico? Tu rostro, tu porte, tu peinado y vestido… ¿tienes muchas arrugas en tu cara? Fíjate en tu expresión, que rebosa serenidad y experiencia. Observa cómo la mirada tiene una luz tranquila y sabia.
Imagina el espacio donde se encuentra la figura de este “yo anciano” para tener unos momentos de diálogo con él. ¿Es un espacio luminoso, o en penumbra? ¿En el interior de una casa? ¿En un paisaje de la naturaleza, en un banco del parque, en un bar, en el salón de tu casa de ahora…?
Tómate unos momentos para visualizar o tener la sensación de que está ahí, acogedora y sonriente.
Y ahora, cuando hayas observado bien esa figura, prueba a cambiarte de sitio. Ocupar su lugar. Ser ella. Sentirte con esa seguridad y liviandad de haber vivido tantas cosas que te han ayudado a madurar como persona, a tener esta serenidad ante los contratiempos, a confiar en la fuerza de la vida y los recursos que te has ido encontrando en ella cada vez que tenías algún problema. Con esa tranquilidad de no tener que dar explicaciones ni complacer a nadie, salvo a tu propia conciencia.
Como yo anciano, cierra un momento los ojos (siempre que eso te ayude) y repasa ahora, desde este yo anciano, lo que ha sido tu vida y todos los retos que fuiste superando. Tu infancia, tu adolescencia, tu juventud… sin olvidar las decisiones equivocadas y cómo afrontaste sus consecuencias. Sin dejar de lado ni los momentos problemáticos y su desazón, las incoherencias que hayas podido tener, los fracasos a los que sobreviviste, tu fuerza para seguir adelante incluso cuando te creías débil y sin salida, y los logros de todo lo que has conseguido a lo largo de tu dilatada vida. Recuerda también esos momentos en que puedes notar el orgullo de conseguir vencer tus propios miedos e inseguridades, de luchar por tus ideales, de mantenerte en armonía con tu propio interior…
Ahora, desde este yo anciano, abre los ojos y mira a esa figura que muestra tu “yo” mucho más joven, que se siente desbordado, o paralizado, en ese momento de su vida.
Háblale. Dile cómo se ve ese momento desde tu experiencia y sabiduría. Dale algún consejo, si quieres. O simplemente, mírale y anímale con tu mirada. Si quieres, y se deja, puedes probar a abrazarle.
…
Cámbiate de sitio al de tu yo de aquí y ahora. Con los ojos cerrados (si te va bien), mira a tu “yo anciano” repasa su mirada, sus palabras, su gesto, su abrazo acaso. Deja que entren dentro de ti. Respira esa presencia suavemente, tranquilamente, repetitivamente.
….
Tómate el tiempo que necesites antes de volver al aquí y ahora de la sala de terapia.