Читать книгу Los grandes mitos de Occidente - Ana-Grace Avilés Martínez - Страница 24
ОглавлениеMito número 4
«Toda narración histórica es objetiva»
El mito fundador de nuestra era
Los relatos sobre los orígenes nos conciernen a todas y a todos; esos relatos nos hablan de aquello que nos precede, de aquello que nos falta. Esos relatos nos dicen qué y quiénes somos, nos dicen lo que pasó antes, nos hablan de quiénes nos preexistieron. ¿Cuántas narraciones sobre lo que somos y fuimos, existen?, ¿cuántas de esas historias se difunden y perduran de generación en generación?, ¿qué bocas y qué textos hablan de lo que somos y de lo que fueron quienes nos dieron la vida y dieron vida a nuestros ancestros y a nuestras sociedades? «La batalla de la historia reescrita» es uno de los capítulos del libro «Riquezas Infinitas» del escritor de Nigeria, Ben Okri23. En ese capítulo se relata el sueño de un infante dormido en algún lugar del África diciendo:
«El mundo entero está ahora dentro de su pieza, todos los eventos de nuestra historia retoman vida en el espacio reducido de su habitación, como fantasmas de todos los dramas... El gobernador general, un inglés... comienza a reescribir nuestra historia. Rehace el dibujo de todo nuestro continente al interior del mapamundi, reduciéndolo de tamaño, lo hace pequeño y además extraño; también cambia los nombres de todos los lugares, esos nombres que eran más antiguos que los mismos lugares. Los antiguos nombres perdieron así su peso en nuestra memoria, se volvieron superfluos y más extraños, perdieron su significado e incluso sus formas, nos parecieron novedosos a nosotras y a nosotros, que les habíamos nombrado... El gobernador general hizo que nuestra historia comenzara con la llegada de los suyos a nuestras costas, despertando a los hombres y a las mujeres de la edad de la piedra de un sueño inmemorable, un sueño que había comenzado un poco después de la creación de la especie humana. El gobernador general en su reescritura de la historia, de nuestra historia, nos privó de lengua, de poesía, de concepción abstracta y de filosofía, nos privó de historia y de civilización. Sin hacerlo a propósito, nos privó además de humanidad... y, sin querer hacerlo, nos borró de la creación. Sorprendido del lugar donde su rigurosa lógica lo había llevado, aquel gobernador hizo la hábil maniobra de transmitirnos la vida... en el momento mismo cuando sus ancestros habían puesto sus ojos sobre los nuestros. Mientras nosotras y nosotros atravesábamos el gran despliegue de la historia en sueños, ese hombre reescribió la luz de nuestros días y puso delante de nuestros ojos la prueba escrita de nuestro reciente despertar a la civilización. El gobernador general reescribió el tiempo haciendo el suyo más largo, el nuestro más breve. Rindió invisible nuestros triunfos, borró las marcas de nuestras antiguas civilizaciones; transformó la significación y la belleza de nuestras costumbres. Abolió nuestra espiritualidad, transformó nuestra filosofía en superstición, ridiculizó nuestros rituales, volvió rudimentario todo nuestro arte. Así fue que, al reescribir nuestro pasado, alteró todo nuestro presente». Ben Okri24.
¿Cuántas memorias impuestas sobre las historias de los otros existen?, ¿cuántas veces se han borrado recuerdos para transcribir ilusiones... para imponer creencias? Esa historia contada desde Europa dividió el mundo en primero y en último: a las poblaciones las dividió en mejores y en peores, a los seres humanos en capaces e incapaces, en fuertes y en débiles, en sabios y en tontos. Así fue cómo, desarrollo significó progreso y que, progreso significó excelencia, ¡excelencia en todo! Con el afán de mejorar, muchos seres humanos de todo el Planeta han salido de sus pueblos y naciones, esperando encontrar la sabiduría de la que les habían hablado. Se instalan primero en las capitales, en las grandes ciudades; luego, si pueden, viajan a los países y a las naciones famosas, reconocidas como superiores. Las tierras europeas son el destino predilecto de muchos migrantes que buscan contagiarse de los conocimientos profundos, de los grandes valores y de la supuesta sabiduría de los países avanzados. Después del inevitable choque cultural, algunas personas logran descubrir la quimera, lo que puede ayudar a romper los mitos, Los Grandes Mitos de Occidente.
La historia fue escrita desde Europa para el resto del mundo, la historia del mundo fue escrita y difundida desde aquel punto de vista. Si queremos reparar las heridas, necesitamos construir una nueva memoria, viva, abierta, que dé lugar a cada una de nuestras verdades, a cada una de nuestras historias. Revisar el pasado nos permite descubrir la historia, descubrir nuestras historias y saber quiénes somos, solo entonces nos será posible entrar en otra era, escribir otra Historia. Hay algo más qué decir, sin embargo, es algo sumamente importante. Al escribir el pasado, Occidente transformó la historia, no solo de los otros, también transformó la vida de los suyos; la narración eurocéntrica de la memoria mundial no solo ignoró y menospreció cada una de las historias de los otros pueblos del mundo, esa historia escrita y transcrita por los poderosos de Europa ocultó, ignoró y aún sigue menospreciando, la historia de la gran mayoría de sus poblaciones ancestrales colmadas de gente con raíces rurales, artesanos y campesinos europeos que, desde siempre, han compartido —con el resto de campesinos y artesanos del mundo— los mismos tratos de discriminación, de humillación, de explotación y de olvido.
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23 Ameisen, 2012: 277-280.
24 Ídem 23.