Читать книгу Los grandes mitos de Occidente - Ana-Grace Avilés Martínez - Страница 38
ОглавлениеMito número 18
«Pronto seremos 10 millares de humanos a los que habrá que alimentar»
¿Por qué el arroz se convirtió en el alimento de base de los países latinoamericanos aun siendo originario del Asia, además sabiendo que, a todo lo largo del continente americano, se ha cultivado maíz desde épocas remotas y que, por esta razón, ha sido la base legendaria de la alimentación de los aborígenes americanos? Respuesta: porque vender arroz, producido por los países industrializados para «alimentar al mundo» ha sido mucho más rentable. Sí, rentable, pero solamente para quienes han invertido capitales en su producción, «el mundo», por el contrario, ha perdido enormemente. La alimentación mundial, al contrario de los inversionistas, se ha empobrecido gravemente, así como también, bajo el pretexto de «alimentar al mundo», se ha dejado en la miseria a todas las personas que producían alimentos, varios y nutritivos, para sus familias y sus comunidades. El «mundo» ha sido empobrecido bajo el pretexto de ser alimentado y está actualmente supremamente enfermo porque la comida —que es la base de la salud— ha sido convertida en un simulacro de alimento, vacía de nutrientes, cultivada en tierras muertas absorbiendo solamente toxinas que, pretextando matar plagas, terminan matando a la tierra misma y, en consecuencia, a la gente que supone vivir de esos mal llamados alimentos.
La agricultura orgánica ha sido durante décadas menospreciada por la opinión pública, acusada, entre otras cosas, de no ser rentable. Que no sea rentable significa que no genera dinero, que no crea fuentes de empleo, que no genera riquezas, que no aumenta el PIB, mas las riquezas que la agricultura responsable no genera son las que los inversionistas buscan; la agroecología —en realidad— genera muchísimas fuentes de empleo, resulta definitivamente rentable para los seres humanos que ahí trabajan y que de ella se alimentan; siendo, sin duda, la agroecología la creadora de verdaderas riquezas59. Otra de las grandes creencias que ha tenido que desmoronar la agricultura orgánica, frente a la agricultura industrial, ha sido la que tiene que ver con la idea de «alimentar al mundo». En las últimas décadas se han realizado un sinnúmero de experimentaciones para probar que, en efecto, la agricultura orgánica es capaz de alimentar al mundo y que, al contrario de la agricultura industrial, es verdaderamente rentable. Sin embargo, vale preguntarse, ¿por qué una agricultura debería ser rentable? y ¿por qué debería poder alimentar al mundo?
La idea de «alimentar al mundo» se desarrolló gracias al contexto dramático producido por las enormes guerras mundiales, por los genocidios numerosos en todo el Planeta. El exrelator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, el 27 de noviembre de 201960, explicó a una vasta audiencia el porqué no tiene sentido ahora buscar alimentar al mundo. La noción de «alimentar al mundo» da lugar a políticas y a la producción de tecnologías que generan una espiral llena de paradojas, dijo el experto. Al buscar lograr «alimentar al mundo», es decir, en la búsqueda por alimentar a los más pobres del Planeta, los políticos eligen mantener y desarrollar los bajos costos, el low-cost, incluso si para esto deben debilitar las protecciones sociales ligadas al trabajo en la producción de alimentos. Las políticas gubernamentales invierten en la producción masiva de «alimentos» dejando a la producción agrícola responsable defenderse por sus propios medios. Las políticas de desarrollo tecnológico se enfocan sobre economías de gran escala para una producción de masa donde participan solamente los actores de la producción a bajos costos, tales como los grandes distribuidores, son estos quienes consiguen grandes beneficios de las políticas gubernamentales y estatales mencionadas. Este sistema ha impactado, influenciado y determinado los modos de consumir, las maneras de alimentarse; este sistema ha engendrado una suerte de aceleración de la vida humana porque ya no hay tiempo para elegir qué comer, porque ya no hay tiempo para cocinar, ya no hay tiempo para comer y aprovechar de los alimentos, ya no hay tiempo para aprovechar de nada. Este modo de vida moderno es el que permite y ha permitido el éxito de todas las industrias particularmente de la de «alimentos».
De Schutter afirma que hemos llegado al tope del sistema económico de las políticas de los precios bajos y de los alimentos a bajo precio, si a estos se les puede llamar aún alimentos, pues ahora podemos decir con certeza que no solamente no alimentan, sino que además enferman, matan. De Schutter dice que debemos salir de esas ideas y preguntarnos más bien, cómo permitir el acceso a la calidad, y no solo de alimentos, a toda la gente pobre del mundo. Mejor que buscar «alimentar al mundo», De Schutter piensa que la soberanía alimentaria debe ser permitida y desarrollada en cada región; cada región debe ser libre de definir sus necesidades, libres de producir todo lo que necesitan, libres de poder alimentarse. La soberanía alimentaria es la necesidad fundamental que las políticas de bajo costo rechazan. La agricultura orgánica, más que un sistema agronómico, es una puerta para llegar a sistemas de alimentación durables, a precios abordables, que garanticen ingresos decentes a los productores, que garanticen una alimentación de calidad —una alimentación real, debo agregar— además de contribuir al dinamismo rural. La agricultura orgánica, en consecuencia, permite lograr un verdadero bienestar en las poblaciones. De Schutter dice que se debe crear una política de alimentación integrada, pasando de un enfoque sectorial a un enfoque territorial en el que las sinergias se multiplican, donde numerosos y diversos actores logran vivir en una real y saludable interdependencia.
El exrelator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación piensa que hay que revertir la lógica del sistema alimentario. Es muy interesante ver cómo, al buscar salir del modelo de producción actual —que es centralizado y jerárquico— se llega a la conclusión evidente de que la soberanía local es necesaria. Muchas comunidades en el mundo desean recuperar su soberanía, pero el discurso público, manejado por quienes tienen poder, les quitan valor y legitimidad calificándolas de nacionalistas, de populistas, de fascistas, de separatistas, etc. Por otra parte, los Estados tienen enormes dificultades para cubrir los gastos ligados a los numerosísimos problemas de salud pública; si la gente puede alimentarse realmente, respirar un aire sin pesticidas, beber líquidos no contaminados, vivir en lugares en los que hay muchos árboles, mirar paisajes naturales cada día, trabajar con calma, etc., muchas enfermedades dejarían de existir. Abandonar definitivamente el modelo industrial de producción de «alimentos» tóxicos es una solución real a los problemas de salud pública y de gastos públicos, pero quienes pierden, si se deja el modelo, son todas esas personas que tienen mucho poder y que han invertido y que invierten enormes capitales en las industrias de «alimentos», de pesticidas, de medicamentos convencionales, de materiales, de tecnologías, tractores, etc.
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59 Dufumier, 2019.
60 Durante la reunión en París para las, « 11è Assises nationales de l’agriculture biologique: mobilisation des territoires pour développer des filières de qualité, 11as. reuniones nacionales de la agricultura orgánica: movilización de los territorios para desarrollar canales de calidad ». Solana, Pascale. 2019. « Nourrir le monde, une idée périmée ! » Magazine, Culture(s) Bio, N.º 103. Enero-febrero.