Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 27

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LAMENTACIÓN

¡Me doy miedo a mí misma, me doy miedo!

¡La inquietud terrible aniquila mi vida!

Una aguda tristeza se me sube a los ojos

y me abisma,

en un largo silencio que me duele

como una llaga viva.

Mis pensamientos todos se han clavado en mi carne,

y en mi frente, cansada y marchita,

llevo una corona de ideas torturantes

como espinas.

¡Ah, no pensar! ¡No pensar! Ser árbol,

ser piedra, ser torrente, nube, sima.

Vivir años y siglos, quieta, quieta,

ignorada y perdida,

en un sueño piadoso que me haga

olvidar de mí misma.

Y no obstante, mis ojos no se cansan

de otear la escondida

senda, en que mi planta vagabunda

se rinda de fatiga.

Y mis manos, que no saben del reposo,

eternamente ansían

los besos encendidos

que las dejen vencidas.

Y mi boca sedienta de imposibles,

y mi alma dolorida,

anhelan delirantes el sosiego

de las almas serenas y sencillas.

La voz sola

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