Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 29
ОглавлениеLA DESPEDIDA
Los campos estaban lívidos de luna clara,
y la noche era triste y callada.
Tú y Yo en el albo sendero, dos sombras blancas,
perdidas en la noche de los sueños sin esperanza.
¡Qué largo el camino y qué frías tus pupilas glaucas!
Pupilas donde he visto arder el fuego de tus secretas ansias.
¡Qué largo fue el camino, y qué tortura la de tu boca cerrada,
y la de mi frente hundida,
tan pálida!
Agonía de silencios
y de dos vidas truncadas.
Agonía de la carne que antes vibrara:
¡fuente de deseo eterno que nacía entre llamas!
No. No desmayé… Una fuerza misteriosa me alentaba.
Muda, muda e impasible, como una estatua,
sin un grito, ni una queja,
¡y sin una sola lágrima! 82
Después: un adiós. Tu mano, entre mis manos, temblaba.
¡Y en la ruta, para siempre, nuestras sombras separadas! 83