Читать книгу La voz sola - Ana María Martínez Sagi - Страница 28

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serenidad

¡Serenidad, serenidad! Escucha,

mi voz grave y dolida,

la voz hecha de angustia y de amargura

infinita.

Estréchame en tus brazos y haz que el viento

se lleve mis melancolías.

Déjame el alma limpia de inquietudes,

como una Primavera florecida

de soles, de capullos, de canciones,

de arrullos y de risas…

¡Serenidad, serenidad! ¡Mírame hondo

con tus claras pupilas! 81

La voz sola

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