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Trastorno de la personalidad antisocial

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La personalidad antisocial es un patrón de conducta en el que no existen las normas sociales ni la conciencia moral. Su origen es desconocido, aunque hay factores biológicos y genéticos que desempeñan un papel importante. El maltrato infantil también es una de las posibles causas. Aunque se diagnostica a partir de los 18 años, siempre hay antecedentes de conducta antisocial que se ponen de manifiesto hacia los 15 años de edad, como tendencia a mentir, incapacidad para cumplir obligaciones o abuso de las drogas.

Caso

Un ejemplo de este tipo de personalidades es el de Alfredo Galán, conocido como El asesino de la baraja, que cometió seis crímenes en la Comunidad Autónoma de Madrid en 2003, dejando en algunos de ellos como señal una carta de la baraja española. Alfredo Galán se entregó espontáneamente a la policía y confesó sus crímenes que estaban motivados, según dijo, por el deseo de demostrar que era capaz de matar; que, para él, matar era fácil. No solamente no se arrepintió de sus crímenes, sino que confesó haber elegido a una mujer como la primera víctima “porque por alguien tenía que empezar”. Como no pudo matar a la víctima elegida porque desapareció de su campo de tiro antes de tiempo, Alfredo Galán mató sin contemplaciones al portero de la casa en que vivía la mujer.

Galán dejaba un naipe junto al cadáver de algunas de sus víctimas y, junto a otras, el casquillo de la bala, para que la policía no relacionase unos crímenes con otros o pensase en la existencia de dos asesinos distintos.

Los informes psicológicos de Galán señalaron que se trataba de una personalidad psicopática antisocial, que era plenamente consciente de las consecuencias de su conducta, que podía evitar esa conducta pero que no deseaba hacerlo y que no sentía piedad ni remordimiento alguno por los crímenes cometidos.

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La personalidad antisocial presenta las características siguientes:

 Ausencia de empatía. Es incapaz de ponerse en el lugar de los demás y de sentir lo que los demás sienten. Alfredo Galán ni siquiera pensó en el daño que iba a hacer.

 Ausencia de miedo. No siente temor ante las consecuencias de sus actos. Galán no temió el castigo ni cuando cometió sus crímenes ni cuando se entregó a la policía.

 Ausencia de remordimiento. No tiene sentimientos de culpa por lo que ha hecho o piensa hacer. Galán no se arrepintió del daño causado.

 Autoestima distorsionada. Se siente más fuerte y valioso de lo que es en realidad. Galán confesó haber matado para demostrar que era capaz de matar sin dificultades. También jugó con la policía dejando unas veces un naipe junto a la víctima y otras, el casquillo de la bala disparada.

 Búsqueda de sensaciones. Al no sentir ansiedad ni culpa, necesita sentir algo fuerte que le haga vibrar. Galán quiso probar lo que sentía matando a varias personas.

 Deshumanización de la víctima. No considera que la víctima sea una persona de su mismo grupo o condición, sino alguien ajeno, como un objeto sin derecho a piedad. Galán eligió a su primera víctima porque “por alguien tenía que empezar”.

 Distorsión de las consecuencias. Al no sentir temor ni culpa, no percibe las malas consecuencias que tendrán sus actos. Galán nunca pensó que podría ir a prisión ni que tendría que enfrentarse a un juicio porque, antes de entregarse, destruyó las pruebas de su culpabilidad.

 Egocentrismo. Todo su amor se centra en su persona. Es incapaz de amar a otros. Galán subestimó a la policía y a la justicia, estableciendo con ellos un juego terrorífico.

 Evitación de responsabilidad. No se siente responsable de sus actos. Siempre son los otros los que tienen la culpa, aunque sólo sea por estar ahí en el momento en que él decide hacer daño.

 Extroversión. No tiene mundo interior, toda su energía, sus vivencias y su mundo está volcado al exterior, de cara a los demás.

 Impulsividad. No controla sus impulsos porque no cree necesario ni importante hacerlo.

 Inteligencia. Posee una inteligencia bien desarrollada. Galán tuvo en jaque a la policía bastante tiempo hasta que, al comprender que nunca le iban a encontrar, se entregó no sin haber antes destruido las pruebas para poderse confesar culpable y que no pudiesen probarlo. Es decir, después de tener en jaque a la policía pretendió hacer lo mismo con la justicia.

 Motivación de autojustificación. Justifica sus actos a su manera. Perciben la violencia de manera diferente a como la mayoría la percibimos.

 Motivación por experimentar sensación de control/poder. El juego de Galán con la policía y con la justicia es un claro exponente de esta motivación psicopática.

La trastienda de la mente

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