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CUANDO LAS EMOCIONES SE DESBORDAN

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Paul Ekman es un psicólogo norteamericano que ya en 1972 investigó las expresiones faciales, incluyendo unas tribus de Nueva Guinea cuyos miembros no habían tenido ningún contacto con la cultura occidental.

Al término de este experimento concluyó que existen seis expresiones de emociones que son universales: la alegría, la ira, el miedo, el asco, la sorpresa y la tristeza.

Ekman añade que «las emociones no deberían perdurar en nosotros más de una hora». Si se prolongan, significa que estamos retroalimentando la emoción con pensamientos circulares, y eso incluso podría derivar en un trastorno del estado de ánimo.

Cuando una emoción intensa aparece y sentimos que nos desborda, podemos llegar a perdernos en ella. Es como una nube que nos inunda y nos vuelve ciegos y sordos a todo lo que no es esa emoción.

Para evitarlo, nos resultará muy útil desapegarnos, no identificarnos con dicha emoción. La doctora Jenny Moix, que prologa este libro, en su ensayo Mi mente sin mí utiliza una anécdota de Churchill muy significativa en este sentido. Los días que se sentía deprimido anunciaba a sus colaboradores: «Hoy tengo el perro negro caminando a mi lado». Con eso lograba desidentificarse de su emoción, dándole un carácter temporal.

El Mindfulness, del que hablaré detenidamente más adelante, es una práctica perfecta para señalar al «perro negro», sabiendo que no eres él.

Al reconectar con tu cuerpo, como hiciste en el ejercicio 1, descubrirás que cada emoción va aparejada a sensaciones físicas, como las mariposas en el vientre que siente la persona enamorada. Y es justamente cuando te das cuenta de que tu no eres esa emoción, que ella deja de desbordarte.

A través de la casa del cuerpo, te invito a que saludes y aceptes cualquier emoción que te llegue, como si fuera un amigo que te visita. Siente tu cuerpo mientras la emoción te embarga. No te apegues a esa emoción ni trates de rechazarla, acógela con amabilidad, sabiendo que está de paso.

Como el rey del cuento que recibe un anillo con una inscripción redentora para tiempos adversos, repítete: ESTO TAMBIÉN PASARÁ.

Carl Gustav Jung decía: «Todo lo que resistes, persiste». Permite que la emoción entre en tu cuerpo, sin juzgarla. No está bien ni mal. Y luego déjala ir.

Si sientes un gran enfado, observa qué ocurre en tu cuerpo y dónde. Recuerdo que una vez llegó a mi consulta de terapia corporal una mujer por una fuerte ira, que se manifestaba claramente en su cuerpo. Sus brazos querían luchar, apretaba la mandíbula y le temblaban las piernas, como a una fiera a punto de saltar. Al posar las manos en su vientre noté que ardía como la lava.

Finalmente entró en erupción a través de las palabras.

Al reconocer y rastrear lo que sucedía en su cuerpo, y lo que este revelaba de sus emociones, pactó consigo misma que, en adelante, acogería con amabilidad cada una de sus emociones y dejaría que se extinguieran en su cuerpo, sin dañar a nadie ni dañarse a sí misma.

Posteriormente me contó que, en otro acceso de ira, agarró un cojín y le gritó, lo estrujó y golpeó. Más tarde salió a dar un paseo, tal como hacen los esquimales: caminar hasta que el enfado desaparece. Cuando estaba muy enfadada, a veces se alejaba tanto de su casa que no le quedaban fuerzas para volver a pie y tenía que tomar un taxi.

Aprendió mucho de su cuerpo, de sus emociones y de sí misma al permitirse sentirlas y expresarlas, además de acompañarlas con estas escapadas terapéuticas.

Toda emoción necesita ser sentida en el cuerpo de forma segura, sin resistencia. Cuando nos resistimos, entramos en un bucle de pensamientos circulares que atrapan la emoción que llevamos dentro.

Si practicas el Mindfulness, el método de meditación creado por John Kabat-Zinn a partir del budismo, reconocerás más fácilmente tus emociones y podrás desapegarte de ellas. Como el meditador que vive una interferencia en su espacio mental, y lo etiqueta como «pensamiento» y lo deja pasar, acogiendo cada emoción como una nube pasajera, sin juzgarla, retenerla ni rechazarla.

Simplemente, siéntela y déjala pasar.

Reconecta con tu cuerpo

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