Читать книгу Todo sucedió en Roma - Anne Aband - Страница 11
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Renata se desperezó a las once de nuevo. Jamás había dormido tanto y tan profundo como esos días. Además, la alimentación sana estaba haciendo su efecto. Antes, apenas comía cualquier cosa. Ahora, había fruta y verdura fresca, había vuelto a cocinar y hacía gustosa la comida para ambas.
Era domingo y prepararía unas hamburguesas de mijo y zanahoria con salsa de almendras. Se sentía llena de energía.
Salió con su habitual glamur a pesar de estar recién levantada. Alicia estaba sentada junto a Calígula, el perrito que su compañera estaba adiestrando. Parecía preocupada.
—¿Qué te ocurre, cara mia? —saludó a la joven dándole un beso en la coronilla.
—Esta mañana hemos tenido un accidente, Calígula ha mordido a un chico y gracias a Dios que no ha querido denunciarme.
—¡Vaya, qué raro! Si Calígula es muy bueno.
—Sí, he observado que es muy bueno con las mujeres, pero con los hombres no. Tal vez quien le maltrataba era un hombre. El caso es que lo he curado, pero estoy preocupada. ¿Y si al final decide denunciarme? Tendría que volver a España.
—No te preocupes, conozco a un abogado en tal caso, tranquila cara. Si el chico no ha denunciado es porque no era tan importante. Mira, voy a preparar unas hamburguesas de mijo y fusilis con ajos tiernos, ¿quieres que le invitemos a comer? Así te quedas más tranquila.
—No sé. Parecía un chico agradable, pero no lo conocemos Renny, puede ser cualquier maniaco —acabó Alicia riéndose.
—Como quieras bella, quizá puedas intentarlo, nada más.
Alicia pensó en invitar al joven. Parecía educado y desde luego muy atractivo, pero no lo conocían de nada, así que solamente lo llamaría más tarde para ver qué tal estaba.