Читать книгу El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J - Страница 25
1. Lectura del «Libro VII» de La República (para Sócrates, el hombre más virtuoso es el hombre más feliz)
ОглавлениеEn cuanto a La República, nos limitaremos al «Libro VII» (p. 134), el cual es famoso por la imagen de la caverna. Sin embargo, no se utilizará en sus implicaciones gnoseológicas, es decir, en relación con la realidad de las ideas supremas, ni en orden a la construcción de un Estado donde los hombres dedicados a la justicia, según la opinión de Sócrates, vivirían felices. Únicamente nos concentramos sobre la variedad de seres que se despliegan ante nuestros ojos a lo largo de la narración:
1 La representación de los hombres encadenados y liberados ofrece la ocasión para descubrir toda una gama de entidades que poseen la calidad de seres en grados diferentes: desde las luces y sombras de la cueva hasta el ser de las estatuas y el de los hombres que las transportan. Se amplía el concepto de luz: desde la luz del fuego y la reflejada en la superficie de las aguas hasta la luz del sol que se distribuye sobre todas las cosas de la naturaleza.
2 Pero esto no es más que el comienzo. La idea de liberar a los hombres encadenados no tanto en la oscuridad física, sino en cuanto la ignorancia de su condición y su miseria, en comparación con la superioridad moral de los hombres libres. Esto incluye también el «ser» de los juicios con que se califican respectivamente: el hombre justo, bueno, noble, que a la vez es impopular e incomprendido en su superioridad.
El panorama se amplía a un mundo justo, regulado por leyes, o un mundo donde las injusticias ocurren inevitablemente. Se establece entonces la utopía de la construcción de un mundo justo, para lo cual será necesario educar y entrenar en la justicia a hombres selectos desde la juventud. De allí brota la necesidad de seleccionar los contenidos para esta forma ideal de educación. El mundo nunca será gobernado justamente hasta que los gobernantes sean filósofos, es decir, hasta que sean seres guiados por las ideas. Se encuentra, entonces, la idea de lo bueno como aquello que lleva la perfección divina de la justicia y que conduce al hombre hacia su ser perfecto. Por lo tanto, se desvelan las entidades ideales que nunca podrán efectuarse por completo en este mundo, pero que poseen un modelo ideal para quienes lo quieren contemplar en su puro ser.
En la descripción, las entidades más elevadas y abstractas hacen acto de presencia: las formas visibles y los discursos acerca de ellas, las geométricas y las matemáticas, las conmensurables y las inconmensurables, las cosas y sus figuras, las imágenes en el papel y en las aguas, y aquellas que pueden verse solo con la mente. En el orden inteligible, se encuentran los supuestos y los principios que se asumen en la investigación, las semejanzas de las imágenes, la realidad y las apariencias, las clases superiores e inferiores, las copias y las configuraciones.
Como un sector diverso de lo inteligible se incluyen el poder deductivo de la mente, el proceso dialéctico, los supuestos dados por absolutos y los principios meramente hipotéticos, las contexturas y el fundamento, las derivaciones y lo que impele a alcanzar aquello que no requiere supuestos; es el punto de partida de todo; quiere decir distinguir el aspecto de la realidad de lo inteligible, lo cual se observa por el poder de la dialéctica, como algo más verdadero y más exacto que los objetos de las llamadas artes y ciencias, cuyos supuestos son puntos de partida arbitrarios («Libro VlI», 511 c).
El «Libro VlI» recorre prácticamente todos los niveles del ser. Sin duda, la alegoría de la cueva es un punto de referencia para situaciones análogas a las de la vida real, personal y colectiva. Se plantean los conflictos que nacen en el intercambio entre justos e injustos, entre sabios iluminados e ignorantes, entre la incomprensión de los elegidos y la brutalidad de las masas ignorantes y apasionadas. Después de haber recorrido extremos, desde la invencible ilusión de las sombras hasta la contemplación de la fuente de la luz con ojos entrenados y capaces de resistirle, no se queda Platón en la especulación vacía. Enseguida la aplica a la capacidad de educarse del ciudadano, como el supuesto hombre liberado de la caverna y obligado a observar la verdadera luz.
La dialéctica aclara la visión. El camino de la dialéctica se aparta de lo sensible, hace ver lo que es mejor para el alma. El hombre se encuentra con el mal. Un hombre corriente es incapaz de cumplir con la razón, no posee completa la razón; mientras, los que gobiernan deben ser racionales y coherentes con los principios: distinguir entre lo auténtico y lo que es meramente aparente. En esta situación, es necesario educar a los pequeños para que puedan distinguir la jerarquía de los seres. Hay seres superiores a otros:
Figura 7 |
La analogía se aplica a la sociedad, porque es igual a un lugar para elevar al ciudadano. La cumbre más elevada es «el ser en sí mismo». Poseer la cumbre es la «ciencia de la verdad», que vale por sí misma.
Una lista objetiva de los seres encontrados a lo largo del «Libro VlI», puede ser la siguiente:
1 El discurso de los seres y de la verdad desde las sombras hasta la contemplación de la verdad.
2 La ignorancia que contempla en la sombra y la visión que descubre el ser.
3 Las virtudes del alma que habitan en el cuerpo.
4 La orientación hacia el bien y hacia el mal.
5 La necesidad de educación para presidir el Estado.
6 Las islas de los bienaventurados.
7 La tarea esencial de los fundadores para reflexionar sobre el bien y ayudar a los que permanecen en la apariencia.
8 La realidad de lo justo, bueno y bello en ciudades mal gobernadas.
9 La superioridad de los iluminados.
10 Un mundo más puro para los discípulos iluminados.
11 Un ideal de vida mejor.
12 Una riqueza, no de bienes de oro, sino de bienes que den felicidad.
13 Los guardianes de la ciudad.
14 Las conversaciones acerca del alma.
15 Los estudios que moldean el alma.
16 Los estudios que llevan el alma desde el mundo del devenir al mundo del ser.
17 Las tretas de las guerras; los estudios útiles a las guerras.
18 Las costumbres de educar en gimnasia y en música no son los estudios útiles.
19 La matemática, porque se encuentra en todas las ciencia.
20 Las cosas sensibles se prestan a juicios adecuados que no suscitan dudas o inadecuados que generan inseguridad.
21 El estudio de las contradicciones despierta el alma (524 a).
22 Los opuestos duro-blando y pesado-ligero entrañan comunica-ción con el alma.
23 Lo uno y lo múltiple, unidos y separados (524 b).
24 Lo sensible y lo inteligible como realidades distintas.
25 Los números como realidades deben verse «en sí» (524 d).
26 La contradicción mueve el alma a buscar.
27 La percepción visual empuja el alma a contemplar el verdadero ser.
28 El uno «en sí» encierra todos los números.
29 A los gobernantes se les debe enseñar la aritmética, porque lleva a la contemplación de la naturaleza del número.
30 Conduce al estudio, por sí mismo.
31 En lo material, tiene partes; en el pensamiento, es indivisible (256 a).
32 Hay estudios más elevados que las prácticas que necesitan instrumentos.
33 La geometría es otro estudio necesario, no solo para los ejércitos y las batallas, sino para el conocimiento de los emplazamientos.
34 No basta su aspecto pragmático, sino que hace conocer formas.
35 La contradicción entre ciencia y lenguaje genera un puro conocimiento (527 a).
36 Se pregunta sobre lo que siempre es y sobre lo que pasa.
37 La astronomía es ciencia necesaria.
38 Pero a nivel de los cuerpos en sí mismos.
39 El movimiento de los sólidos hace conocer el orden.
40 Enseña la búsqueda de las razones más que de cosas (529 b).
41 Los efectos cósmicos aparecen ordenados por una causa.
42 En las cosas no hay verdad absoluta a pesar de la belleza del hechor.
43 Se reconoce el hechor de los cielos en la ordenación de los días y de las noches.
44 La música es otra ciencia necesaria (531).
45 Algunos tratan de la armonía y de las medidas como los pitagóricos. No es el movimiento de los instrumentos lo que vale.
46 Para conocerlo, hay que interrogar a hombres que saben «generalizar».
47 Estos son los que definen con precisión los conceptos dialécticos (532).
48 En la dialéctica, hay una aclaración de visión análoga a lo que se vio en la gradualidad de las cosas (532 b).
49 El camino de la dialéctica se aparta de lo sensible para encontrar el acceso a las esencias, y no se detiene hasta que no haya encontrado el bien en sí mismo.
50 Conduce a ver lo que es mejor para el alma, y a contemplar las realidades supremas (532 c). Con esto se alcanza la melodía «en sí».
51 Solo la dialéctica conduce a tales cosas (533 a).
52 Hay grados en la certeza: la ciencia, el entendimiento, la creencia, la conjetura.
53 Si un hombre es incapaz de esto, no posee completa la razón.
54 Caerá en un sueño eterno (534 c).
55 Los que gobiernan deben ser plenamente racionales (534 e).
56 Con la educación se crea un nuevo tipo de hombre. La filosofía exige mentes especulativas; el alma busca la verdad y evita la mentira.
57 Las virtudes dan libertad al alma (536 c).
58 Hay bienes y costumbres tradicionales dignas; otros son deseos y prácticas (538 d).
59 Hay grados en los principios: algunos, aparentes; otros, auténticos (359 a).
60 El estudio de la dialéctica bien aplicado produce la verdad.
61 Quince años son suficientes para alcanzar toda forma de conocimiento que puede aplicarse para el recto Gobierno.
62 Los que hayan cumplido con lo indicado son modelos divinos y pueden irse a las islas felices.
63 El Estado les ofrecerá sacrificios como a divinidades o a seres divinos.
64 Este ser ideal se alcanza con la educación de los pequeños.
Con lo anterior, se ha trazado una «panorámica» del ser para el hombre. Los seres no son únicamente las cosas, sino todos sus grados, sus diversidades, las relaciones, los principios y las causas, las virtudes y las conductas que ennoblecen al hombre. Esta gran región del ser que Platón ha pintado, a menudo sin proponérselo expresamente, nos introduce al mundo de todos los seres que rodean al hombre, desde los más grandes hasta los más elevados, desde los más concretos hasta los más abstractos. No hay duda de que este es todavía hoy el marco en el cual se mueve la metafísica occidental.