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3. Características de la agricultura tradicional 3.1 Trabajo y producción

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Como cualquier proceso de producción, la agricultura depende de la dotación de factores de producción (tierra, trabajo y capital) y de las técnicas disponibles. Dado que en toda la etapa preindustrial el capital dedicado a la agricultura era escaso y variaba muy lentamente, se considera que la producción agrícola depende básicamente de los factores tierra y trabajo y de las técnicas disponibles.

La tierra, entendida como espacio apto para la explotación y el cultivo, es una creación del trabajo del hombre, pero también es limitada (la argumentación de Malthus se basa en este hecho) y no homogénea: su valor cambia según la calidad (tierra buena o mala) y la ubicación (cerca o lejos de las zonas pobladas, del agua y de las vías de comunicación).

El trabajo es prácticamente indisociable de las técnicas disponibles, que van desde herramientas más o menos adaptadas a cada labor hasta una gran variedad de conocimientos: las plantas aptas para cada clima y cada suelo, el momento oportuno de sembrarlas y recolectarlas, las operaciones que ayudan a su crecimiento, las técnicas de conservación de los productos, las mejores combinaciones de cultivos o las formas de conservar la tierra y utilizar el agua, entre muchas otras (Persson, 1988).

Naturalmente, estas actividades requieren capital, aunque en economía tradicional las inversiones se reducen a prácticamente la compra de herramientas o animales de trabajo y a la reserva de alimentos y dinero necesarios para llegar a la próxima cosecha. Otras actividades que solemos considerar exigentes en capital (aportación de fertilizantes, construcción de caminos o de sistemas de regadío, por ejemplo) se pueden sustituir en gran parte por trabajo. Por lo tanto, el factor capital, sin estar totalmente ausente, era poco importante en las economías agrarias preindustriales. El capital posee, sin embargo, una gran capacidad de transformación sobre la agricultura, de modo que los adelantos agrarios más importantes dependieron en gran parte de él, como veremos más adelante. De hecho, la utilización masiva de capital es la principal diferencia entre la agricultura tradicional y la agricultura moderna.

La característica principal de las economías tradicionales, que explica la mayor parte de sus problemas, es que se trata de economías orgánicas, economías donde todo procede de la tierra: la alimentación, la energía, las herramientas y los bienes de consumo. Por lo tanto, la tierra debe atender a demandas alternativas, que dificultan el crecimiento económico. La ampliación de la superficie cultivada, respuesta normal al crecimiento de la población, supone disminuir los pastos o el bosque: en el primer caso se resiente la ganadería (animales de trabajo, carne, lana, leche, piel), mientras que en el segundo se resienten sobre todo la madera para la construcción (desde vigas hasta mangos de herramientas), la leña (energía calorífica: desde la chimenea de leña hasta la transformación de minerales) y, a largo plazo, si la deforestación es muy fuerte, todo el equilibrio ecológico, en especial el régimen de lluvias.

Introducción a la historia económica mundial (2ª ed.)

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