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4.1.1 El antecedente de los Países Bajos

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El inicio de los cambios se produce modestamente en los Países Bajos con el aprovechamiento de una parte del barbecho para cultivar leguminosas o prados artificiales. Este cultivo permitía obtener alimentos para el ganado y, por lo tanto, mantener más animales durante el invierno, sobre todo ganado vacuno, que proporcionaba más estiércoles y posibilitaba así un rendimiento mayor de los cereales (Tits-Dieuaide, 1984). La disminución del barbecho, pasar del reposo un año de cada tres a un año de cada cinco o seis, significaba aumentar la superficie cultivada sin aumentar la superficie poseída, pero exigía más inversión de trabajo y de capital, que solo era posible por la conjunción de una mano de obra abundante, la disponibilidad de una tierra de aluvión de la mejor calidad y con humedad suficiente, la práctica desaparición de los derechos señoriales y una situación sostenida de precios elevados de los cereales a consecuencia de la fuerte concentración urbana. En estas condiciones valía la pena invertir trabajo y capital para mejorar la producción.

Sobre estas tierras de buena calidad, más trabajadas y más fertilizadas, se empezaron a obtener rendimientos por grano sembrado cercanos al 10 por 1, mientras que en el conjunto de Europa se alcanzaba como mucho el 5 por 1. Una vez iniciado el proceso, esta agricultura dio muestras de una gran capacidad de adaptación: cuando en el siglo XVI empezó a llegar grano de los países del Báltico a precios más bajos, las explotaciones agrarias incrementaron la dedicación ganadera destinada a la obtención de carne y sobre todo de lácteos, exportables a mercados lejanos (como el queso de Holanda, de gran importancia para la alimentación de los navegantes) y también de materias primas industriales como el lino, el cáñamo, el lúpulo, plantas tintóreas e incluso flores (tulipanes). Los beneficios que proporcionaba la agricultura holandesa hacían posible la costosa inversión destinada a crear nuevas tierras mediante el drenaje y la construcción de diques. Así, desde 1540 hasta 1600 la superficie agraria creció en 150.000 hectáreas (un 2% del territorio). El resultado de estas transformaciones fue un fuerte aumento de los rendimientos por superficie, aunque no un gran aumento de la productividad por trabajador, dado que las nuevas formas de utilización de la tierra eran muy intensivas en trabajo.

Introducción a la historia económica mundial (2ª ed.)

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