Читать книгу Introducción a la historia económica mundial (2ª ed.) - Carles Sudrià Triay - Страница 24
4.1.2 La revolución agrícola en Gran Bretaña
ОглавлениеLas innovaciones holandesas pronto fueron imitadas y mejoradas en Inglaterra: al incremento de los rendimientos (por superficie) se sumó el incremento de la productividad (por persona), al aplicarse el modelo holandés en explotaciones mucho más extensas y con una mayor aportación de capital.
La revolución agrícola inglesa no presenta ningún factor nuevo. La novedad radica en la búsqueda de la combinación más favorable de los factores de producción, en la mayor extensión de las transformaciones y, en definitiva, en los resultados: el paso de unos excedentes medios de cerca del 25% a unas cifras superiores al 50%, hecho que explica que en la primera mitad del siglo XVIII Gran Bretaña fuera una gran exportadora de cereales, a pesar del fuerte incremento de población que se estaba produciendo al mismo tiempo.
Los cambios más importantes consistieron en:
1 La introducción de rotaciones de cultivos, con la inclusión de leguminosas y forrajes, que incorporan nitrógeno a la tierra, mejorando así su fertilidad, y permiten la disminución del barbecho hasta su eliminación (Wrigley, 2006).
2 La selección de semillas y de animales reproductores.
3 La inversión de capitales en la mejora de los campos (cierre, drenaje, corrección de suelos).
4 La preocupación por el progreso agrario, expresada en la publicación de multitud de libros y folletines y la creación de sociedades agrarias.
Una de las principales innovaciones fue una mayor flexibilidad en el uso de la tierra: según los precios relativos de los cereales y los productos ganaderos, se dedicaba más tierra a los cultivos o a los pastos: es lo que se conoce como explotación convertible (convertible husbandry). El resultado es la progresiva sustitución de una agricultura de autoabastecimiento, destinada a obtener en cada explotación una parte importante de lo necesario para la subsistencia del grupo familiar, por una agricultura destinada al mercado, que se especializa en los productos que pueden rendir mayores beneficios en cada momento, a cambio de tener que comprar el resto de bienes necesarios.
El proceso británico es muy complejo y combina cambios técnicos con cambios estructurales representados por el proceso de enclosure o «cierre de campos» (closed fields), en oposición a la anterior agricultura comunitaria, de campos abiertos (open fields). De hecho, el nuevo sistema de explotación era rentable sobre todo en fincas grandes, pero precisamente en Inglaterra se estaba produciendo desde hacía tiempo un fuerte proceso de concentración de la propiedad en manos de los señores, de miembros de las clases urbanas elevadas, de la pequeña nobleza rural (gentry) y de campesinos pudientes (yeomen). Esta estructura de la propiedad, y más aún de la explotación, era distinta de la que se considera típica del continente en aquella época, caracterizada por la preponderancia de la pequeña explotación campesina, destinada al autoabastecimiento y poco capitalizada. Como hemos dicho ya también, esta new husbandry requería más inversión de capital y una cierta capacidad empresarial, de modo que las grandes fincas fueron quedando en manos de arrendatarios que pudieran aportar a la vez capital (dinero, instrumentos de trabajo, ganado), conocimientos agrarios y capacidad de gestión para sacar adelante la explotación.
De aquí surgió la idea, difundida a través de David Ricardo, de que la forma normal de organización de la agricultura era un propietario rentista, un arrendatario capitalista y una mano de obra asalariada. Vale la pena advertir que Ricardo (1772-1823) era un gran terrateniente y que gran parte de su teorización va destinada a justificar el aumento que experimentaba la renta de la tierra en su época, es decir, a defender sus intereses de clase.
El último y principal episodio de esta concentración de la propiedad es el proceso de enclosure, de cierre de tierras, lo que supone la destrucción de la agricultura tradicional, comunitaria (de open fields), encaminada al autoabastecimiento, y su sustitución por la agricultura capitalista, de explotaciones cerradas (física y legalmente, closed fields), de propiedad absoluta y de explotación sin constricciones.
Es un proceso muy largo, que empieza tras la Peste Negra y no finaliza hasta el siglo XIX, pero la parte más importante corresponde a la llamada enclosure parlamentaria, que a partir del último cuarto del siglo XVII permitía a los propietarios de la mayor parte de las tierras de un pueblo obtener un decreto del Parlamento que obligaba al resto de propietarios a aceptar el cierre y la redistribución de tierras. Esta redistribución tenía la finalidad de obtener explotaciones compactas e incluía también las tierras comunales, que eran repartidas en proporción a la propiedad de cada uno, incrementando así aún más las diferencias en la estructura de la propiedad.
La enclosure parlamentaria era cara (como mínimo había que cerrar las tierras y construir nuevos caminos) y conflictiva (había intereses contrapuestos y suspicacias sobre si las tierras recibidas eran de la misma calidad que las poseídas anteriormente). Ello explica que no se produjera ni rápidamente ni de forma continua. El cerramiento solía plantearse cuando se preveía que la inversión necesaria sería más rentable que las formas alternativas de inversión del capital. Por lo tanto, se puede decir que existe una relación directa entre el proceso de enclosure y el precio de los productos agrarios e inversa respecto a la tasa de interés corriente.
El cierre de tierras facilitaba la introducción de las innovaciones que el propietario considerara oportunas y conllevaba más seguridad en la inversión de capital, en el sentido de que los beneficios no se verían reducidos por razones ajenas al mercado. Permitía, por ejemplo, organizar libremente los cultivos o mantener un ganado más sano, ya que no quedaba expuesto a posibles contagios por parte de animales desatendidos, prácticas que no eran posibles en una agricultura tradicional de open field. Así se obtenía a la vez la máxima eficiencia agraria y el máximo beneficio para los propietarios. En cambio, el proceso de enclosure perjudicaba a gran parte del campesinado: el arrendamiento familiar desapareció prácticamente, muchos pequeños propietarios acabaron vendiendo o perdiendo sus tierras porque no podían afrontar los costes del cerramiento (que, por otra parte, eran proporcionalmente más elevados en una finca pequeña que en una grande) y, en especial, porque sus explotaciones eran inviables sin el recurso a las tierras comunales, de las que obtenían pastos y leña. Otros pequeños propietarios pudieron mantenerse, si bien en una situación social degradada, combinando los jornales que ofrecían las grandes explotaciones con el cultivo de la tierra propia, que gracias a la introducción de la patata permitía asegurar en buena medida la alimentación de la familia.
Las transformaciones agrarias provocaron un fuerte incremento de la producción por el aumento de la superficie cultivada, con el cultivo de parte de las comunales y la disminución del barbecho gracias a la introducción de rotaciones de cultivos más largas, así como por la mejora de los rendimientos medios. Si el crecimiento fue obra principalmente de las innovaciones técnicas (Allen, 1992) o del proceso de enclosure (Overton y Campbell, 1991), es difícil de discernir. En cualquier caso, la conjunción de los dos procesos hizo que la agricultura inglesa fuera la más avanzada de la época y la comercialización de productos agrarios fue un factor de primera magnitud para la transformación de la economía británica en una plena economía de mercado. Hay que tener presente que el excedente agrario y la economía de mercado son dos condiciones básicas para el advenimiento de la Revolución Industrial (van Zanden, 2009).
Naturalmente, las mejoras en la agricultura no pueden desligarse de los cambios en el conjunto de la economía, y en especial de los cambios en el comercio y la vida urbana, que son objeto del capítulo siguiente.