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2.1 El dominio del comercio mediterráneo

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La Europa de la Alta Edad Media estaba muy atrasada en comparación con los mundos musulmán, bizantino o chino. Sin embargo, el desarrollo agrario y una serie de cambios institucionales favorecedores del crecimiento económico (van Zanden, 2009) permitieron que el Occidente europeo superara a las anteriores potencias mediterráneas a partir del siglo XII y lograra el predominio sobre el comercio mundial a partir de los grandes descubrimientos de finales del siglo XV.

Ciertamente, el predominio sobre la navegación y el comercio mediterráneos debió mucho a los aspectos militares, que pueden sintetizarse en la primera cruzada (1096-1109), si bien es cierto que no habría podido mantenerse sin el crecimiento del comercio intraeuropeo, y más concretamente sin la disponibilidad de productos con una demanda suficiente en el comercio oriental. En un primer momento, solo el comercio de esclavos, obtenidos principalmente en los Balcanes, permitía frenar un poco la salida de plata. La situación cambió con la exportación de paños de Flandes, tejidos de lana gruesos, de buena aceptación en Europa, pero que sobre todo fueron durante mucho tiempo el principal producto de exportación al Próximo Oriente a través de los puertos italianos. Al mismo tiempo, este intercambio activó el comercio europeo, en el que entraban también productos orientales e italianos (otros tejidos de lana, lino y seda y metales obrados, en especial armas y corazas).

Se constituyó así el eje comercial Flandes-Italia-Próximo Oriente, a partir del cual se organizaba el resto del comercio europeo. Con el tiempo este eje se transformó por los dos extremos. En Europa perdió importancia relativa a partir de finales del siglo XIII, a consecuencia del establecimiento de la ruta marítima directa entre Italia y el mar del Norte, una vez conseguido el dominio cristiano del estrecho de Gibraltar (1277). Ya desde el siglo XII Génova era la potencia predominante, seguida de Venecia y Pisa, pero pronto adquirieron también gran importancia Florencia, Barcelona y Mallorca. Por su parte, Flandes destacaba por el gran número de ciudades medianas, con Brujas como centro principal. En Oriente, el gran eje comercial se prolongó hacia el interior asiático, a través de la llamada ruta de la seda, que permitía entrar en contacto con el comercio chino; el episodio más conocido de esta ruta es el viaje y estancia del mercader Marco Polo en Pekín (1275-1291).

Italia y Flandes siguieron siendo los grandes centros comerciales durante toda la Edad Media, pero después de la Peste Negra aparecieron nuevos centros comerciales. Los principales fueron Inglaterra, la Hansa, la Alemania del sur y la zona comprendida entre el estrecho de Gibraltar y la desembocadura del Tajo. Inglaterra, tradicional exportadora de pesca salada y de lana, empezó en el siglo XIV a exportar tejidos baratos mientras sus marineros se convertían en los principales transportistas internacionales. La Hansa era una agrupación de ciudades mercantiles del norte y centro de Alemania, de las cuales Hamburgo, Lübeck y Colonia eran las principales. El gran negocio de la Hansa era el dominio del comercio con el mundo Báltico, del cual obtenía materias primas (cereales, pieles, maderas) a cambio de vino, sal y productos de lujo. La Alemania del sur (Augsburgo, Nüremberg, Ravensburgo...) creció gracias a su situación a medio camino entre Flandes y Venecia por los pasos del Tirol y las buenas comunicaciones hacia Hungría y Polonia, pero sobre todo adquirió importancia por su gran riqueza minera, en especial de plata.

El frente sur-occidental de Europa, desde el estrecho de Gibraltar al Tajo, es decir, las coronas de Castilla y Portugal, con los dos grandes centros de Sevilla y Lisboa, era el punto de contacto entre el Mediterráneo y el Atlántico, además de centro de avances, más militares que comerciales, sobre las costas africanas y las islas atlánticas, donde se podía obtener oro y esclavos y en las que se introdujo la producción de azúcar. Esta penetración por el Atlántico culminaría con los grandes descubrimientos de finales de la Edad Media: la llegada de Colón a América (1492) y de Vasco da Gama a la India (1498).

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