Читать книгу Sainetes - Carlos Arniches y Barrera - Страница 17

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ESCENA XII

Venancio e Isidra

Isidra (Después de una pausa, durante la cual Venancio la mira a hurtadillas, sin atreverse a hablarla.)—¡Pues tú dirás! (Soltándole la blusa.)

Venancio (Muy azorado, soplando por el sofoco y limpiándose el sudor.)—No... si yo... es que la...

Música

Isidra

Anda, y desembucha

lo que has de decir.

Venancio

Dispénsame, Isidra;

tengo un nudo aquí.

Isidra

Desátalo y habla.

Venancio

Si no puede ser.

Isidra

¿Por qué?

Venancio

Porque... ¡Vamos,

no digo el por qué!

Isidra

Cuando el hombre no es hombre de veras,

y hablar con mujeres

le da desazón,

pues... se debe dir a las afueras

y andar con los chicos

jugando al peón. (Va a marcharse.)

Venancio

Oye, espera un momento si quieres,

que voy a decirte...

¡que tienes razón!

Aunque yo, pa las otras mujeres,

no soy tan cobarde

ni soy tan melón.

Isidra

Pues vete con ellas.

Venancio

Si no quiero dir.

Isidra

Pues habla en seguida.

Venancio

¡Lo voy a decir!

Isidra, yo siento

fatigas...

Isidra

¿Por qué?

Venancio (Acobardándose.)

Por... nada. ¡Recontra!

¡Ya me atraganté!

Voz (Dentro.)

¡Buenos tiestos de claveles dobles!

Venancio

¿Te gustan los claveles?

Isidra

¡Pues ya lo creo!

Venancio

Si yo te los regalo,

¿me harás un feo?

Isidra

No tengo esa costumbre.

Venancio

¡Bendita seas!

Voy a escape por ellos

para que veas.

Isidra (Deteniéndole.)

Espera un poco.

¿Qué voy a ver?

Venancio

Pues que yo... ¡Vaya,

que no pué ser!

Isidra

Maldigo y reniego

de tu cortedad.

¡Un hombre que calla

no sirve pa na!

Venancio

Las palabras, aquí se me anudan.

Maldigo y reniego

de mi cortedad.

¡Que no sepa decir lo que siente

un hombre que sabe

querer de verdad!... (Isidra va a marcharse.)

Espérate un poco.

Isidra

Ya no hay ocasión.

Venancio

En cuatro palabras

está la cuestión.

Isidra

Pues dilas.

Venancio

Que tengo

deseos...

Isidra

¿De qué?

Venancio

¡De... nada! ¡Recontra!

¡Ya me atraganté!

Voz (Dentro.)

¡Buenos tiestos de claveles dobles!

Isidra (Riéndose.)

El de los claveles

se va por allí.

Venancio (Decidido.)

¡Pues voy a traerlos,

pa que hablen por mí!

(Vase Venancio corriendo por el foro y la Isidra se mete en su casa.)

ESCENA XIII

Eulogio, Epifanio y el Rosca

Hablado

Eulogio (De la casa.)—¿Qué habrá pasao? ¡Se han ido! ¡No se ve a naide! Digo, ¡contra!... ¡Epifanio viene!... (Se sienta a trabajar.)

Epifanio (Por el foro.)—A éstos... (Señalando la casa del sillero.) les estropeo yo la merienda esta tarde.

Rosca.—No te ofusques, Epifanio, no te ofusques, y deja ya a la Isidra, porque de esa no has sacao ni sacarás... ¡pero que ni agua!

Epifanio.—Ya sé que no he sacao na; pues ese es mi coraje... ¡Pero yo te juro que no me voy de rositas!

Rosca.—¡Epifanio!

Epifanio.—¡Rosca... al Retiro! (Vase Rosca a la taberna. A Eulogio.) Oiga usted, maestro: ¿sabe usted, por una casualidaz, si ha salido la Isidra?

Eulogio.—¿La Isidra?... No sé... digo, sí, hombre; ahora que me acuerdo... hace un rato que la he visto ahí en la puerta hablando con su novio. (Epifanio hace un aspaviento de asombro, que asusta a Eulogio.)

Epifanio.—¿Con su qué?...

Eulogio.—¡Con su novio! ¡Con ese chico que la habla ahora!

Epifanio.—Pero, ¿cuálo?

Eulogio.—¡Ese chico... Venancio! ¡El panadero ese!... ¡Na!...

Epifanio.—¿Conque ese?...

Eulogio.—¡Creo que sí! Y no tardará... porque me parece que ha dicho que se iba a comprarla dos tiestos de claveles. ¡Na, tonterías! ¡Na! (¡Toma soga!) (Entra en la casa.)

ESCENA XIV

Epifanio y Venancio

Epifanio.—¡Anda, Dios! ¿Conque Venancio se ha atrevido? ¡Pues na, que le perniquiebro un brazo en cuanto le vea! ¡Digo, ni pintao! ¡Por allí viene! ¡Y con los claveles! ¡Se la gana! (Se oculta en la esquina de la tienda.)

Venancio (Sale muy risueño cargado con un tiesto de claveles.)—¡No los llevaba mejores! ¡Cuando los vea! (Se acerca a la casa a llamar.) Isi... (Se detiene al ver a Epifanio, que adelanta sonriendo con sorna.) ¡Anda el otro! (Tratando de ocultar el tiesto.) ¿Qué hago yo con esto ahora?

Epifanio.—¡Chist! ¡Pollo!

Venancio.—¿Qué?

Epifanio.—¡Que se ve un capullo!

Venancio.—No importa.

Epifanio.—¿Y dónde va usted con tanto reventón?

Venancio.—Donde me parece.

Epifanio.—¡Chist! (Le detiene poniéndole la contera del bastón en la cara.) Caramba, joven, ¿sabe usté que me han engañao?

Venancio.—¡No sé nada!

Epifanio.—Pues me han engañao, porque me habían dicho que era usté un cachorro de lanas, y veo que no, que usté es ratonero.

Venancio.—Yo... soy un hombre que no quié meterse con nadie... eso es lo que soy.

Epifanio.—¡Un hombre! ¿Y a usted le hacen mucha falta las muelas, joven?

Venancio.—¡Regular!

Epifanio.—¿Y qué haría usté si yo le extrajera unas varias? ¿Llorar? (Con guasa.)

Venancio.—Misté, déjeme usté en paz, señor Epifanio, que yo no me he metío con usté para nada.

Epifanio.—¿Que no se ha metío usté conmigo? ¡So tórtola! ¿Y se dirige usté a la Isidra sabiendo que es cosa mía?

Venancio.—¡Yo no sabía eso!

Epifanio.—¡Pues sépalo usté! Esa joven está prohibida... (Aparecen en las puertas respectivas Eulogio e Isidra, y quedan ocultos oyendo el resto de la escena.)

Venancio.—Eso lo veremos.

Epifanio.—¡Ya está visto! Por lo tanto se lleva usté ese tiesto a su casa y se lo regala usté a la portera.

Venancio.—¡Usted me dispense, pero este tiesto es pa la Isidra! (Con energía.)

Epifanio.—¡Quiá!

Venancio.—¡Es para ella!

Epifanio.—¿Para ella? ¡Tire usté eso! ¡So primo! (Se lo tira de dos manotazos.)

Venancio (Furioso.)—¡¡A mí!! (Va a abalanzarse a Epifanio.)

ESCENA XV

Dichos, Isidra y Eulogio

Isidra (Salen y detienen a Venancio.)—¡Venancio! ¡No!

Epifanio (A Isidra, señalándole los claveles que están en el suelo.)—¿Los ves? (Riendo.) ¡Porque eran pa ti! (A Venancio.) ¡So párvulo! (Entra riendo en la taberna.)

Isidra.—¡Ladrón! (Con furia entra en su casa.)

Venancio (Casi llorando de coraje se abalanza a la mesa del zapatero y coge la cuchilla.)—¡Le parto el alma!

Eulogio.—¡Venancio! (Sujetándole.)

Venancio.—Le parto el corazón, suélteme usté. (Forcejea.)

Eulogio.—¡Quieto!

Venancio.—¡Suélteme usté, suélteme usté, señó Eulogio, u no respondo!

Eulogio.—¡Chist! Que viene gente. ¿No oyes? ¡Quieto ahora! ¡Ya le buscaremos!

Venancio.—¡Sí, pa matarlo! ¿eh?

Eulogio.—¡Pa lo que quieras! (Le entra en la casa a empujones, después que luchan y forcejean.)

ESCENA XVI

Juan el Migas; Paco el Curial; la señora Justa, coro general de convidados. Después Matías, Ignacia e Isidra. Luego Epifanio y el Rosca. Al fin Eulogio y Venancio.

Música

Coro (Dentro.)

Alegre es la mañana

y hermoso el día:

hoy va a ser cosa buena

la romería.

¡Vamos allá!

y el que no se divierta

tonto será.

Mujeres

Veréis cómo la Isidra

tarda una hora.

Hombres

Es que ella nunca ha sido

madrugadora.

Mujeres

Y se estará poniendo

la ropa nueva,

pa bailar en el santo

si hay quien se atreva.

Hombres

¡Pues no ha de haber!

Mujeres

Silencio, que eso pronto

lo hemos de ver...

Juan y Paco

Vamos, señor Matías,

anden ligeros,

que esperan aquí todos

los compañeros.

Isidra (Dentro.)

Ahora mismo salimos.

Matías (Ídem.)

Voy en seguida.

(Sale Isidra con pañolón de Manila.)

Hombres

¡Olé las buenas mozas!

Mujeres

¡Qué bien vestida!

Isidra

Aquí estoy preparada y dispuesta

pa dir a la fiesta

con todos ustés,

y ande ya porque estoy deseando

pasarme bailando

dos horas u tres.

Hombres

Pues por nosotros

no ha de quedar;

pero Pifanio

se va a enfadar.

Isidra (Con coraje.)

Que nadie diga

nada de ese hombre,

porque no quiero

que me lo nombren.

Coro

(¡Qué modo de engañar,

qué bien hace el papel!

¡No quiere confesar

que la ha dejado él!)

Ignacia (Saliendo. Lleva también pañuelo de Manila.)

¡Hola, señores!

Matías (Saliendo.)

Muy buenos días.

Coro

¡Señora Ignacia!

¡Señor Matías!

Matías

Si estamos todos

vamos allá;

que si no el santo

se enfadará.

Todos

Alegre es la mañana

y hermoso el día;

hoy va a ser cosa buena

la romería.

(Al empezar el desfile salen de la taberna Epifanio y el Rosca.)

Epifanio

¡Un momento!

(Deteniendo a todos.)

Isidra

¿Qué quieres?

Epifanio

Con tu licencia,

tengo que hacer a éstos

una advertencia.

Mujeres (A los hombres.)

Ya está Epifanio

provocativo.

Hombres (A ellas.)

Como le falte

le como vivo.

Epifanio (Con mucha calma.)

¿Por qué se van ustedes

a la Pradera

y a mí no me convidan?

Isidra

Pues bueno fuera.

Epifanio

Están ustedes

en su derecho,

y que les haga

muy buen provecho,

pero tengo que darles

un consejo de amigo.

¡Que esa chica no baila

más que conmigo! (Por Isidra)

Matías (Furioso.)

Bailará con quien quiera.

¡Pues no faltaba más!

Y aquí está quien te come

los hígados, si vas.

Epifanio

Usté debe callarse,

señor Matías,

porque son estas cosas

suyas y mías.

Conque, señores,

digo, lo dicho;

al que esta tarde

tenga el capricho

de sacar a la Isidra,

nada más que una vez,

allí mismo, ¡por éstas!

le rebano la nuez.

Ignacia (Furiosa.)

¡Tú rebanas muchos

pedazos de pan!

¡Canalla, granuja,

boceras, charrán!

(A los hombres.)

De tantos mozos

como hay aquí,

¿nadie rechista?

¿Qué hacéis así?

¿Es que no hay un hombre

de veras, u qué?...

Isidra

¡No hay ninguno, madre;

no se canse usté!

Venancio (Saliendo de la casa de la derecha con el señor Eulogio.)

¡Servidor!

Isidra (Con alegría.)

¡Venancio!

Venancio

Hay uno.

Epifanio (Burlonamente.)

¿Tú?

Venancio

¡Yo!

¡Yo bailo con ella!

Epifanio

¡Me paice que no!

Coro

(Buena se prepara,

por lo que se ve.)

Venancio (A Epifanio.)

Allí nos veremos.

Epifanio (A Venancio.)

Allí te veré.

Paco

Ea, señores,

no ha pasao na;

a divertirnos

vámonos ya.

Todos (Yéndose.)

Alegre es la mañana

y hermoso el día;

hoy va a ser cosa buena

la romería.

¡Vamos allá!

y el que no se divierta

tonto será.

(Se van todos, menos Epifanio y el Rosca, que quedan en medio de la escena, y Eulogio y Venancio a la puerta de la casa de la derecha, mirándose en actitud de reto, marchándose Epifanio y el Rosca por el foro riéndose, y Eulogio y Venancio se meten en la casa.)

Mutación

Sainetes

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