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ESCENA PRIMERA

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Señor Eulogio, Cirila, Secundino y un vendedor de flores. Al levantarse el telón, aparece el señor Eulogio sentado ante una mesita baja llena de herramientas de zapatería, trabajando. El florero, con un borrico cargado de tiestos, pregona su mercancía. Cirila, con un cántaro apoyado en la cintura, habla en la esquina de la izquierda con Secundino.

Vendedor.—¡Buenos tiestos de claveles dobles!...

Eulogio (Machacando suela y cantando.)—

Estoy por decir, señores,

que si me tiran a un río

salgo llenito de flores.

(Se pone a hacer engrudo.)

Cirila (Empujando a Secundino que la quiere abrazar.)—¡Vamos, quita, quita! ¡Al principio tóos seis iguales!... ¡Muchas palabras... y luego!...

Secundino.—Vamos, no me digas eso, porque tú no me conoces a mí cuando yo me ofusco con una morena como tú. Ven y verás...

Cirila.—Sí, pa que me dejes al segundo chotis, cuando está una más ilusioná, y te vayas con otra...

Secundino.—¿Dejarte yo a ti... que eres más rica que una mermelada...? ¡Vamos, que te calles, cacho e gloria! (Intenta abrazarla.)

Cirila (Rechazándole.)—¡Vamos, hombre!...

Eulogio (Que los ha estado mirando, mientras hace el engrudo.)—¡Eh!... ¡Chist, chist, chist!...

Cirila.—¿Qué hay?

Eulogio.—Na... que... ¿si queréis que me vaya a hacer el engrudo ahí dentro?

Cirila.—¿Es envidia u caridaz?

Eulogio.—¡Es... bacalao de Escocia!... ¡Miá tú esta!

Secundino (A Cirila.)—Conque, ¿vienes u qué?

Cirila.—Güeno; tú, a las tres, u tres y media, vas al puente de Toledo, y, según se entra, a la derecha, te arrimas a la primera bola que haiga, y me aguardas.

Secundino.—A las tres y media, me tiés arrimao a la bola... ¡Prenda! ¡Serrana! ¡Me tiés más loco, que!...

Cirila.—¡Anda, anda, zaragata! (Le empuja y vase hacia la casa primera derecha. Secundino coge el cesto y una zafra pequeña de aceite, que tiene en el suelo, a su lado, y se dirige hacia la tienda.)

Eulogio (Al pasar Cirila delante de él.)—¡Ay, Cirila, Cirila, Cirila!... ¡Qué mal te veo! (Lo dice como cantando.)

Cirila.—¿Sí?... ¡Caramba!... ¡Pues míreme usté con lentes! ¡El demonio del tío visión!... (Entra en la casa.)

Eulogio (Silba y machaca, y de pronto se agacha como para mirar las piernas a Cirila que sube.)—¡Negras!... (Sigue silbando y trabajando.)

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