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ESCENA IV

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Eulogio, el Señor Matías, Juan el Migas, Paco el Curial, Epifanio y el Rosca. Se oye en la taberna un gran estrépito de banquetazos, palos, voces y gritos de pelea.

Eulogio (Levantándose asustado.)—¡Anda, diez!... ¡Ya se ha armao aquí dentro! ¡Bronca en el ocho!

Música

Matías (Dentro.)

¡Toma, granuja!

¡Toma, ladrón!

Epifanio (Ídem.)

¡Déjame, Rosca!

Rosca (Ídem.)

No quiero yo.

(Salen a la calle el señor Matías; y sujetándole Paco “el Curial” y Juan “el Migas”.)

Matías

Sal aquí, cobarde,

sal aquí y verás

como te acogoto

y no chillas más.

Eulogio (Sentado en su silla.)

Se armó la bronca,

¡vaya por Dios!

Pero no hay miedo

con estos dos.

Epifanio (Saliendo, y con mucha calma.)

Ya estoy en la calle,

¿qué quiere usté?

Matías

Darte un par de tortas.

Epifanio

Gracias.

Matías

¡No hay de qué!

Epifanio

Es usté un anciano,

respeto sus canas,

y aunque me provoque

yo no tengo ganas,

porque ya usté sabe

que si le hago así, (Ademán de pegar.)

da usté con sus huesos

en Valladolid.

Matías

Dejaime en seguida,

le como el redaño.

Eulogio (Que se ha levantado de su asiento, aparte al señor Matías.)

No coma usté cerdo,

que le va a hacer daño.

Epifanio

¡Basta de bromas,

soltarle ya!

Rosca

Déjale, chico.

Epifanio

¡Maldita siá!

Matías

A mí los hombres guapos

de tu fachenda

me sirven de entremeses

pa la merienda,

porque en cuanto yo quiero

largar sopapos,

se acaban en seguida

los hombres guapos...

Epifanio

¡Que no es verdad!

Juan y Paco

¡Calma, señor Matías!

Matías

¡Maldita siá!

Epifanio

Yo, cuando quiero sangre

me comprometo

con hombres que merezgan

algún respeto;

y no con un pelele

sesagenario

que es la última palabra

del Dicionario.

Matías

¡Que me lo como,

dejaime ya!...

Epifanio

¡Suéltame, Rosca!

¡Maldita siá!

Eulogio (Riéndose.)

¡La sangre al río

no llegará!

Matías

¡Ah!

Epifanio

¡Ah!

Los dos

¡Ah!

Eulogio

¡Ja, ja, ja, ja!

(Quedan, Matías en una actitud furiosa, sujeto por Juan y Paco, y Epifanio, en una actitud semejante, sujeto por el Rosca.)

Hablado

Eulogio (Adelanta mirando al señor Matías y señalándole con el dedo. Llega cerca de él y le echa una bendición.)—“¡Dominus vobiscum!”

Matías (Con coraje.)—¿Y qué es eso?

Rosca.—¡Que está usté indultao! (Con desprecio.)

Matías.—¡Randa! ¡Golfo! ¡So gallina!

Epifanio.—Y que no se le olvide a usté el encarguito; ¡su hija de usted es para un servidor!

Matías.—¿Mi hija pa ti?... ¡Antes la quieo ver muerta! ¡Cien veces muerta!

Epifanio.—Mire usté, pollo, tómese usté una taza de tila pa que se le pase el susto, porque es usté una miaja aprensivo, y cuando se haiga usté tranquilizao hablaremos. (Volviéndole la espalda.)

Matías.—¡Soltarme! ¡Soltarme! ¡Expósito!...

Epifanio.—¡Chist! Y si me ve usted en la calle no tenga usted miedo, que yo no tiro a los gorriones...

Matías.—¡Gorrión a mí!

Epifanio.—¡Lo dicho! (Empieza a marcharse.)

Eulogio.—¡Adiós, cóndor!

Epifanio.—¡Vamos, Rosca! (Vanse mirando y riéndose por el foro.)

Matías.—¡Maldita sea mi estampa!... ¡No te vayas... so gallina! ¡Ven aquí!...

Paco (Conteniéndole.)—Pero, ¿quiés callar, señor?... ¡Miá que pué volver!

Juan.—¡Gachó! ¡Tiés un timbre la mar de escandaloso!

Matías.—¡Déjame, que lo quió matar!... ¡Ven aquí! ¡Vuelve!... ¡Timador! ¡Golfo! ¡Granuja! (Grita, yendo hacia el sitio por donde Epifanio ha desaparecido, y a cada insulto levanta más la voz.)

Sainetes

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