Читать книгу Sainetes - Carlos Arniches y Barrera - Страница 25

ESCENA VI

Оглавление

Dichos, Venancio y Eulogio. Venancio y Eulogio se acercan por detrás del grupo que forman los que bailan, y vienen a pasar por delante de Epifanio y el Rosca.

Venancio (A Epifanio.)—¡Buenas tardes!

Epifanio (Poniéndose la mano en pantalla delante de los ojos.)—¿Quién ha sido?

Venancio.—¡Un servidor! (Epifanio y Rosca se vuelven a mirarle.)

Eulogio (Coge una de las copas de vino que tienen en la mesa.)—¡Con permiso!... (Se la bebe.)

Rosca.—Oiga usté: ¿quién le ha dao a usté licencia?...

Eulogio.—¡Tengo bula! (Va hacia el sitio donde está el señor Matías.)

Epifanio.—Bueno, ¿y quieres decirme dónde le pego yo a este chico que no le haga daño?

Rosca.—¡Yo le daba en el cerviguillo!

Venancio (Llegando al grupo donde está el señor Matías.)—¡Buenas tardes, señores!

Eulogio.—¡Pero que mu güenas!

Matías.—¡Paco, no toque más! (Cesa el baile.)

Venancio.—Señor Matías, usté dispense, pero...

Matías.—Y usté, ¿se pué saber a qué tenemos el honor de que haiga usté venío a sobrar?... (Muy enfadado.)

Eulogio.—Oiga usté, pero ¿es que esto es un baile de señoras solas?...

Matías.—¡Aquí lo que sobran son hombres!

Eulogio.—¡Hombres de... mote! (Mirándolos a todos.)

Venancio.—Bueno, a lo mío. Siento sobrar: pero yo le he dao a una mujer palabra de bailar con ella, y vengo a cumplirla... Y esa mujer me espera...

Matías.—Esa mujer no quiere bailar.

Venancio.—Vamos a verlo. (Va hacia ella.) Isidra, ¿me hace usté el favor de bailar conmigo?

Isidra.—Sí, señor. Gracias, Venancio. (Se levanta y se cogen del brazo.)

Venancio.—Ya lo ve usté. Que hagan el osequio de seguir tocando.

Todos.—¡Sí, que toquen! ¡Que toquen!

Matías (A Paco.)—No toques. Y tú (A Isidra.) te sientas, que aquí no quió broncas. (Con mucha furia.)

Ignacia (Levantándose enfurecida.)—¡Paco, a tocar!

Paco.—¡Yo no toco!

Matías.—¡No toques, no toques!

Ignacia.—¡Vaya, u toca él u toco yo!

Paco.—Misté que ahora viene una habanera ceñida.

Todos.—¡A bailar, a bailar!

Venancio.—Gracias, señá Inacia.

Ignacia (Sentándose.)—No hay por qué darlas.

Matías.—¿Y qué papel hago yo aquí ahora, se pué saber?

Eulogio.—¡Papel Job! (Se sienta el señor Matías. Empieza a tocar Paco y sigue el baile.)

Rosca (A Epifanio.)—¡Oye tú... que... que están bailando!

Epifanio.—¡Ya lo veo! Rosca, ve y avisa la Extremaunción pa un choto.

Venancio (Cada vez que pasa bailando por delante de Epifanio se quita el sombrero como saludándole, y le dice con sorna.)—¡Servidor!... (El señor Eulogio, que va bailando solo detrás de Venancio, al pasar por delante de Epifanio, le echa una bocanada de humo en la cara. Epifanio hace un movimiento de ira. Dan otra vuelta.) ¡Servidor!

Epifanio (Levantándose.)—¡Vaya, se acabó el panizo! (Se acerca a Venancio y le da un cogotazo.) ¡Servidor! (A Paco.) Toque usté a banderillas. (Retrocede, metiendo mano al bolsillo.)

Isidra (Deteniendo a Venancio en su primer impulso.)—¡Venancio, por Dios!... ¡Por mí!... (Venancio se detiene.)

Eulogio (A Venancio.)—¡Calma, como te he dicho! (La gente se interpone entre ellos. Eulogio se coloca detrás de Venancio.)

Venancio.—¡Soltarme!... ¡Si estoy sosegao! ¡Dejarme, a ver, que yo me entere! ¿Quién ha sido ese que me ha pegao?...

Epifanio.—¡Un hombre! (Colocándose delante de él.)

Eulogio (Alargándole hasta la cara uno de esos juguetes que se estiran y se recogen a voluntad, y a cuyo extremo va una cabeza de cartón figurando ser la de un gato, que abre la boca al estirarse el juguete.)—¡Miau!

Epifanio.—¡Estese usté quieto!... ¡Un hombre!

Rosca.—¡Hay comprobantes!

Venancio.—¡No le hagan ustés caso, que es mentira! ¡Usté no es un hombre!... Usté... ¡usté es un granuja!

Epifanio.—¿Yo? (Queriendo abalanzarse a él.)

Eulogio.—¡Miau!... (Repite el juego de antes.)

Rosca.—¡Calma, hombre, que la ofensa no es tan grande! (Conteniéndole.)

Venancio.—Usté es un granuja y un borracho que ha vivido hasta hoy asustando a varios tontos que tienen más cariño a la piel que a la vergüenza, y explotando a las mujeres para llenar el buche gratuitamente, que es lo que buscaba usté con esta familia; y eso... lo vengo yo a impedir, ¡so vago!

Epifanio.—Eso... ¡Maldita siá! (Queriendo acometerle.)

Eulogio (Repite el juego.)—¡Miau!

Rosca.—¡La cosa no es pa alterarse aún!

Venancio.—¡Y a esta joven la atosiga usté, porque ve usté que se le va el momio, y porque ella no ha tenío un hombre que la defendiera!...

Matías.—¡Oye, tú, que está aquí su padre!...

Venancio.—¡Muy señor mío! ¡Pero las cosas han cambiao!

Eulogio.—¡Todo cambea! (Con filosofía.)

Venancio.—Yo, esta mañana era un párvulo; pero dende mi casa aquí he dao el gran estirón.

Eulogio.—¡He presenciao el desarrollo!

Venancio.—Y digo que esta mujer...

Epifanio.—¡Esa mujer es mía... para que usté se entere!

Isidra.—¡Suya! ¿Tuya?... (Adelantando.)

Ignacia.—¡Isidra! (Queriendo detenerla.)

Isidra (Con ira.)—¡Pus anda, aquí me tienes; ven por lo tuyo! (Se cruza de brazos terciándose el mantón.)

Epifanio.—Bueno, y si no... ande usté con ella... ¡peor pa usté!... (En tono muy despreciativo.)

Isidra.—¡Peor!... ¿Qué dices? ¡Ladrón! ¿Qué has dicho?... (Con furia.)

Matías.—¡Hija! (Deteniéndola.)

Isidra.—¡Charrán! Peor ¿por qué? ¡Dilo fuerte, dilo pronto! ¡Dilo! (Exaltadísima.)

Venancio.—¡Basta! ¡Ea!... ¡Oiga usté, amigo, cuando esté usté delante de esta mujer, se quita usté el sombrero, así!... (Se adelanta rápidamente, se lo quita y lo tira al suelo con rabia.)

Epifanio.—¡Recontra!

Venancio.—¡Y ahora le voy a cortar a usted la lengua!

Epifanio.—¿A mí?... ¡Vamos a verlo!

Venancio.—¡Mira, ladrón! (Le da un palo.)

Epifanio.—¡Lo mato! (Mete mano al bolsillo y saca la navaja.)

Todos.—¡Socorro! ¡Guardias! ¡Que se matan! (Confusión y gritos.)

Venancio (Al verle sacar la navaja a Epifanio, le coge las manos, obligando al otro con su esfuerzo a que suelte la navaja.)—¡Suelte usté eso, cobarde! ¡Granuja! ¡Ahí quieto! (Lo sienta a la fuerza en uno de los taburetes que están al lado de la mesa del merendero.)

Epifanio.—¡Rosca, que lo mato! (Se levanta en un esfuerzo.)

Venancio (Volviéndole a sentar.)—¡Quieto ahí!

Epifanio.—¡Rosca, quítamelo, que lo mato! (Vuelve a levantarse y Venancio lo vuelve a sentar.)

Eulogio (A Epifanio.)—¡Que tome usted asiento, señor!

Venancio.—Y ahora...

Eulogio.—¡Déjalo ya!

Venancio.—¡Gallina! (Le da un empujón y caen rodando al suelo la banqueta y Epifanio.)

Epifanio (Levantándose y con furor.)—¡Adiós! ¡Nos veremos... y miá si no te la!... (Se las jura y se va limpiándose.)

Todos.—¡Fuera, fuera! (Vanse Epifanio y el Rosca por la segunda derecha.)

Rosca (Vuelve.)—¡Y usté... (A Eulogio.) usté y yo nos veremos!

Eulogio (Con el chirimbolo.)—¡Miau!... ¡Ah... y toma! (Cogiendo la navaja del suelo y cerrándola.) Dale eso a ése y no uséis cosas de estas... ¡que son pa hombres na más! ¡Arrea! (Dándole un puntapié.)

Ignacia (A Venancio, que se ha sentado en un taburete agitado y convulso, y al que rodean Isidra, la Justa, Paco, Juan y Matías.)—¡Pero, sosiégate! ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?

Eulogio.—¡Qué quié usté que tenga! ¡El ejercicio que ha hecho!

Venancio.—Es que a mí ese... ¡Maldita sea!... (Se levanta agitado blandiendo el palo. Se separan todos asustados. Vuelve a sentarse.)

Eulogio.—¡Oye, tú, a ver si te estás quieto!

Venancio (Volviendo a levantarse.)—A mí ese chulo no me... (Se separan todos.)

Isidra.—¡Pero, Venancio!... (Le obliga a sentarse.)

Ignacia.—¡Darle agua!

Juan (Con un botijo.)—¡Bueno; pero quitarle el palo!

Matías.—Bueno. ¿Y a qué ha venío tóo esto, si pué saberse?... (Cogiendo el botijo que tiene Juan.)

Venancio.—Pues esto ha venío a que la... (Se levanta y va hacia Isidra.)

Eulogio.—¡Revienta, hombre!

Venancio (Con pasión.)—¡A que la quiero con toda mi alma, señor Matías!

Eulogio.—¡Gracias a Dios!

Matías.—¿Y pa eso sólo has armao esta bronca? ¡Vamos te daba así con el pitorro! (Amenazándole con el botijo.)

Ignacia (A Isidra.)—Ya lo has oído. Y tú, ¿qué dices?

Isidra.—¿Yo?... Ya se lo diré a él, madre.

Eulogio (A Venancio.)—¡Dile que bendita sea su boca!

Venancio.—Bendita sea la... (Aparte a Eulogio.) Cuando tenga más confianza.

Matías.—Lo único que me gusta de este chico es que tiene un carater parecido al mío.

Ignacia.—¡Calla, fiera!

Eulogio.—¡Choca, chico! (Dándole la mano a Venancio.) Y tú... (A Isidra.) el día que sea eso, cuenta con unos bebés, charol de primera. En fin, pa celebrar lo de éstos, (A Paco.) dele usté al manubrio y echemos un baile.

Todos.—¡A bailar! ¡A bailar! (Toca Paco y bailan todos.)

Eulogio (A la señá Ignacia.)—¿Quiere usté?

Ignacia.—¡Vamos allá! (Se cogen y bailan.)

Eulogio.—¡Y viva San Isidro!...

Todos.—¡Viva! ¡Viva!... (Algazara, voces y risas. Mucha alegría.)

TELÓN

Sainetes

Подняться наверх