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Año Mundial de la Física (2005)


Sello postal: Año mundial de la Física

Sello conmemorativo del año 2005 como Año Mundial de la Física, emitido conjuntamente con el sello conmemorativo del Cincuentenario del Instituto Balseiro. Viñeta: fotografía de Albert Einstein y facsímil de la revista Annalen der Physik; impresión offset multicolor. Leyenda: “E=mc2 – ALBERT EINSTEIN”. Valor: 75c. Fecha de emisión: 23 de abril de 2005.

Historia

La Organización de las Naciones Unidas declaró al año 2005 como Año Mundial de la Física, en conmemoración del centésimo año desde que Albert Einstein publicó en la revista alemana Annalen der Physik cuatro trabajos que cambiarían la historia de la ciencia en el siglo XX. En el primero de ellos ofreció una explicación del llamado efecto fotoeléctrico que fue fundamental para el desarrollo posterior de la mecánica cuántica. En el segundo trabajo propuso otro modo para determinar propiedades de átomos y moléculas. Y en los dos trabajos restantes estableció la Teoría de la relatividad especial, paso previo a la Relatividad general presentada en 1915, que reemplazaría a la Gravitación de Newton —vigente durante 250 años— sentando las bases de la física moderna.

La nueva teoría representa una concepción diferente del tiempo y del espacio: la duración y la distancia dejan de ser valores absolutos, su medición varía de acuerdo con el movimiento relativo de los observadores y la única constante es la velocidad de la luz. La famosa fórmula: E = mc2 es una de las principales conclusiones a las que arriba Einstein, que permite comprobar la existencia de grandes cantidades de energía incluso en las masas más pequeñas. La declaración del annus mirabili (año extraordinario) dedicado a Einstein busca destacar la importancia de la ciencia como motor del conocimiento y del desarrollo tecnológico y socioeconómico, en particular la física, y su incidencia en la vida cotidiana en cuestiones como, por ejemplo, el desarrollo del láser, las energías solar y nuclear, la automatización mediante células fotoeléctricas, e incluso las computadoras.12

Coincidentemente, también en el año 2005 se celebra el 50° Aniversario de la creación del Instituto Balseiro, un emblema de formación universitaria en física e ingeniería de prestigio internacional.

El 22 de abril de 1955, las autoridades de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) firmaban un convenio que daría nacimiento al Instituto de Física de Bariloche, hoy llamado Instituto Balseiro, en homenaje a su primer director, el físico argentino José Antonio Balseiro.13

El Instituto Balseiro se constituyó como un centro de formación universitaria en física e ingeniería con la siguiente oferta académica: Licenciatura en Física y Doctorado en Física; Ingeniería Nuclear; Ingeniería Mecánica; Ingeniería en Telecomunicaciones. Y a nivel de posgrado, la Carrera de Especialización en Aplicaciones Tecnológicas de la Energía Nuclear y tres maestrías: en Ciencias Físicas, Ingeniería y Física Médica; más dos Doctorados: en Ingeniería Nuclear y en Ciencias de la Ingeniería. El Instituto ofrece un sistema de becas, que, en el caso de carreras de grado, especialización y maestrías, son otorgadas por la CNEA y financiadas por el Estado. En el caso de los doctorados, las becas son de CNEA y también del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

El desarrollo de la ciencia en nuestro país es de larga data. El sacerdote jesuita Nicolás Mascardi, fundador de la primera reducción indígena de Nahuel Huapi, instaló en esas remotas regiones algunos aparatos de astronomía y realizó investigaciones. Mascardi murió martirizado por los indígenas en 1673. Otro jesuita Matías Strobel, hacia 1739, realizó observaciones astronómicas en Buenos Aires. El primer argentino en efectuar trabajos de astronomía fue el sacerdote Buenaventura Suárez, quien escribió el trabajo Lunario del siglo, en 1744, que contenía reglas prácticas para calcular eclipses.

Registros históricos señalan que, en 1762, los jesuitas solicitaron autorización para incluir el estudio de las ciencias, en particular las matemáticas, en la Universidad de Córdoba: “Sería una vergüenza —decían— que nuestros alumnos, profesores y estudiantes ignoraran en estas tierras lo que ahora es tan vulgar: si no se sabe matemáticas es imposible llegar a saber bien la física…”. En la Universidad de Córdoba, se concedía gran importancia a las ciencias experimentales a través de la cátedra fundada en 1808 por el Dean Funes, quien sostenía que: “… en las ciencias experimentales, los microscopios y los termómetros son instrumentos más a propósito que los silogismos para alcanzar la verdad”, a la vez que proponía la adquisición de los aparatos necesarios para el estudio de la física. 14

En Buenos Aires, no hubo enseñanza de matemáticas hasta 1771. Desde la instalación del Consulado, en 1794, Manuel Belgrano bregó por conseguir la autorización para fundar escuelas técnicas, en particular Escuela de Geometría, Arquitectura, Perspectiva y toda especie de Dibujo, y la de Náutica, iniciativas que, en general, no eran tenidas en cuenta por la Corona. El gobierno patrio instalado en 1810, también a instancias de Belgrano, abriría la Escuela Militar de Matemáticas, cuyo plan de estudios no era muy amplio, pero era un inicio. Hacia 1816, José Ignacio Álvarez Thomas, por entonces Director Supremo, crea una Academia de Matemáticas, bajo la dirección de Felipe Senillosa. Recién el 24 de agosto de 1821 se inauguraría la Universidad de Buenos Aires.

Posteriormente, entre los años 1830 y 1860, los emprendimientos científicos sufren un colapso debido a las guerras externas e internas. Durante las administraciones de Sarmiento y de Avellaneda se alcanzó el cumplimiento de la ley que permitía incorporar profesores extranjeros —en general provenientes de Alemania—, especialistas en física y matemáticas. Algunos de ellos fueron: Luis Brackebush, quien realizó el primer catálogo de minerales argentinos; Alfredo Stelner, también especializado en mineralogía; Oscar Doering, quien creó un observatorio magnético y fue, además, el primer Decano y organizador de la Facultad de Ciencias de Córdoba. A iniciativa de Sarmiento, el científico estadounidense Benjamín Gould fue convocado para organizar el Observatorio Astronómico de Córdoba, que se erigió en las sierras cordobesas por la pureza de su atmósfera y suavidad de clima.

En 1872 se redactan los estatutos de fundación de la Sociedad Científica Argentina, para fomentar el estudio de las ciencias físico naturales y su aplicación práctica. Su primer presidente fue el ingeniero Luis Huergo. A partir del año 1906, se observa un incremento del estudio de la física, con la creación del Instituto de Física, dependiente la Facultad de La Plata bajo la dirección del físico Emil Hermann Bose, al que sucedería otro físico alemán, Richard Ganz y luego el argentino Ramón Loyarte, físico formado en el mismo instituto.15

A fines de la primera década del siglo veinte, la actividad ingresa en un nuevo impasse de más de tres décadas, para volver incipientemente en 1944 con la creación de la Asociación Física Argentina (AFA). El fin de la Segunda Guerra Mundial y las experiencias bélicas atómicas motivaron una confrontación entre la visión academicista de la recientemente creada AFA y las iniciativas del gobierno de Perón orientadas a promover sectores estratégicos, especialmente la física atómica, diferencias que se amplificaron por las presiones de los Estados Unidos, a pesar de lo cual hubo avances en la creación de un entorno institucional para el desarrollo de la física experimental aunque, inicialmente y hasta el derrocamiento de Perón, desvinculado del ámbito universitario.

12 Texto del Folleto Día de Emisión, Oficina Filatelia, Correo Oficial de la República Argentina.

13 El proyecto originario del actual Instituto Balseiro fue ideado por Ramón Enrique Gaviola (1900–1989), destacado científico argentino que contribuyó con importantes descubrimientos en la física y la astronomía mundial. Entre sus logros más relevantes figuran la recuperación del Observatorio Astronómico de Córdoba, la creación de la Asociación Física Argentina y del Instituto de Matemática, Astronomía y Física de Córdoba. Fuente: página web del Instituto Balseiro.

14 José Martín de Altolaguirre poseía, en su quinta en la Recoleta, todo un gabinete de aparatos de física y química: una máquina eléctrica, otra neumática, termómetros y hasta una linterna mágica, los que pone en venta. Las autoridades de la Universidad de Córdoba desean adquirirlas y piden autorización a su Cabildo, que negó la autorización alegando que: “el colegio se había fundado para que enseñara teología”. La resolución afortunadamente fue modificada por el virrey Del Pino. Fuente: Zuretti Juan Carlos: Historia de la Cultura argentina, Itinerarium 1963, Pág. 121.

15 Fuente: Zuretti Juan Carlos: Historia de la Cultura argentina, Itinerarium 1963

El sello y la pluma

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