Читать книгу Encuentros - Carmen Guaita Fernández - Страница 19

De vez en cuando «Todas las cosas le suceden a uno precisamente ahora». JORGE LUIS BORGES

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De vez en cuando conviene encontrar dentro del alma a la niña, al niño que fuimos. Y entonces, como un ejercicio sostenido tanto tiempo como se pueda, volver a mirar con su mirada blanca, su confianza extrema en el mundo adulto, su fragilidad y su fuerza. Así, durante un buen rato, no sentiremos autocompasión, perdonaremos con alegría los errores de quienes nos rodean. Y, por supuesto, empezaremos a sonreír por los ojos, a hablar sin censura, a considerar juego todo lo que es un juego.

De vez en cuando conviene sentir una preocupación honda por los niños de nuestro primer mundo. Y entonces, como un ejercicio sostenido tanto tiempo como se pueda, rechazar que la relación de los adultos con ellos sea tan brusca, tan áspera como suele. Así, durante un buen rato, evitaremos que paguen nuestros platos rotos y nuestra ajada inmadurez, o que se levanten cada mañana en medio de trifulcas, desamor y egoísmo. Si esta preocupación por los niños dura en nosotros el tiempo suficiente, los veremos sobreprotegidos en lo accesorio y abandonados en lo importante, con su aparatito electrónico en la mano a todas horas, rodeados de estímulos para abandonar prematuramente la infancia y, sin embargo, aferrándose a ella.

De vez en cuando nos deben doler los niños refugiados, famélicos, enfermos, maltratados y dolientes. Aquellos que viven «bajo el umbral de la pobreza». Así los llama la estadística, con un toque neutro para que no se nos alborote el estómago, como si vivieran «en el segundo, derecha». Si nos dolieran realmente, nos pararíamos a pensar en todo lo que no hay debajo de ese umbral: desde el alimento y el calor hasta la seguridad y las oportunidades, pasando por los calcetines, la pasta de dientes, los libros del cole, el lapicero, una chocolatina y una visita al parque. Pero también los veríamos reír y jugar, convertir palos en caballos y escombros en cuevas del tesoro, con esa concentración total en el instante presente que convierte a los niños en los verdaderos reyes del tiempo.

Conviene observar cómo se toman la vida los niños. En medio de muchas dificultades, ya sea en un mundo o en otro, no hay fe, esperanza ni amor como las de ellos.

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