Читать книгу Anatomía & Pilates - Carmen Perelló Navarro - Страница 16
ОглавлениеLA RESPIRACIÓN EN PILATES
La respiración en Pilates se coordina y fluye con todos los movimientos de nuestro cuerpo. Por esta razón, es esencial aprender a controlarla y sincronizarla con los ejercicios.
Mediante este ejercicio de respiración en sedestación podemos notar y ser más conscientes de la expansión torácica durante la inspiración.
Durante la respiración, realizamos una serie de movimientos voluntarios automatizados para poder intercambiar gases en las fases de inspiración y espiración. Como movimiento automático, no le prestamos mucha atención y se coordina con el habla, cuando comemos, estornudamos, tosemos, etc. Al ser voluntario, podemos recuperar el control, entrenarlo y hacerlo más consciente.
Estos movimientos involucran el tórax (respiración costal), la zona abdominal (respiración abdominal) e, incluso, la musculatura de la zona pélvica; incluyendo las vísceras que hay en estas regiones.
En Pilates, la respiración debe ser consciente y voluntaria, es el motor que inicia el movimiento, facilita la conexión con el centro de nuestro cuerpo (core) para proporcionar equilibrio y seguridad al realizarlos.
Durante una respiración en reposo o relajada, la inspiración se inicia cuando el diafragma se contrae y desciende, la pared abdominal se relaja y aumenta el diámetro abdominal. Al espirar, el diafragma se relaja y asciende, y la pared abdominal aumenta su tono y disminuye su diámetro. Cuando tenemos que ejercer más presión al aire, por ejemplo, al toser o estornudar, hacemos una mayor inspiración, el diafragma baja rápidamente y el abdomen se relaja más, a lo que le sigue una fuerte contracción de la musculatura abdominal y del suelo pélvico. Esto provoca un ascenso rápido del diafragma, que aumenta la presión del aire en los pulmones para que salga hacia el exterior con más fuerza.
Teniendo en cuenta el mecanismo anterior, si al inspirar ponemos énfasis en la respiración costal (del tórax), la zona abdominal se expandirá menos y esto facilitaría el control y la contracción de los músculos abdominales durante todo el ejercicio para estabilizar el tronco. Al aumentar la profundidad de la espiración “cerrando las costillas inferiores”, activamos el músculo oblicuo interno del abdomen, el transverso y la musculatura del suelo pélvico.
Así pues, como norma general, espiraremos en el momento de realizar un esfuerzo, ya que durante la espiración desciende la presión intraabdominal y augmenta la contracción de los músculos abdominales.