Читать книгу El general se confiesa - Cesar Gavela - Страница 19

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El niño ya tenía que estar muy cerca de Franco. Hasta ese momento todo había sido bastante fácil, como si fuera un sueño lo que vivía. Imaginó que algo tenía que pasar, algo que lo cerrara todo y le devolviese a la realidad. Pero no sucedía nada y él seguía caminando, cada vez más despacio.

Sintió que la tierra ardía: el monte, el mundo, el tiempo, él mismo. Había cruzado fronteras, ya estaba del otro lado.

-¡Chaval…! −gritó alguien−. ¡No puedes seguir!

Se detuvo. Esperó un poco pero nadie le dijo nada. Miró hacia la cumbre de la loma y allí estaba Franco, sentado en una butaca de cuero.

El general contemplaba la sierra: las cumbres, los robledales. Pablo no entendía cómo podían suceder así los instantes.

Estaba en el corazón de la extrañeza. Poco a poco el silencio se fue haciendo absoluto.

Pero era bien cierto que Franco estaba a unos setenta metros de distancia. Inmóvil, parecía Carlos V en Yuste, retirado y melancólico. Pero él no se había retirado ni tampoco era melancólico.

El general se confiesa

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