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3. LA ALTERNANCIA ELEMENTAL

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En este estadio, el análisis en busca de dependencias distingue entre valencias intensivas y valencias extensivas. La intensidad controla la tensión entre /fuerte/ y /débil/, mientras que la extensidad toma a su cargo la tensión entre /concentrado/ y /difundido/. Entre las combinaciones posibles, la hipótesis tensiva retiene dos parejas prioritarias: [intenso + concentrado] y [débil + difundido], que son los términos polares de un arco esquemático. La combinación [intenso + concentrado] la aceptamos como un valor de absoluto, y la combinación [débil + difundido], como un valor de universo. Esta partición define la estructura del campo de presencia. El diagrama que sigue manifiesta el lugar que cada uno de esos valores ocupa en el espacio tensivo.


Los términos que retenemos pertenecen a un grupo que es definido por la energía que encierra: «Lo sincrónico es una actividad, una ενέργεια. La sincronía es la teoría de los procedimientos lingüísticos. La δυναμις es el principio más elemental del lenguaje; de él nada escapa, cualquiera que sea el punto de vista adoptado» (Hjelmslev, 1976, p. 56). Cada uno de esos valores obedece así a una lógica interna que, por supuesto, es formulada a posteriori: la /fuerza/ presupone la /concentración/; en cambio, la /debilidad/ presupone la /difusión/, la /dispersión/.

Concentrando la foria sobre una sola magnitud, el valor de absoluto es exclusivo, mientras que repartiendo la foria sobre un número variable de magnitudes, el valor de universo es distributivo. Si el valor de absoluto anda a la búsqueda de lo único, el valor de universo busca lo universal. Aunque pertenecen al mismo sistema, cada valor puede constituir un punto de vista: el valor de universo reprochará al valor de absoluto su arbitrariedad, y este reprochará a aquel su aceptación de la mediocridad.

No se puede evitar la pregunta: ¿cuál es el alcance de este modelo? Sobre este punto, la semiótica greimasiana hace tiempo que asignó a la narratividad un alcance de universalidad, que Propp (1981) no había considerado, pues escribía: «Pero las cosas se complican por el hecho de que la claridad, en la estructura de los cuentos, solo es tal para los campesinos, y aun para unos campesinos poco tocados por la civilización». En ese sentido, el esbozo de tipología de los valores que proponemos parece que conviene al análisis político de nuestro tiempo, dado que ella trata de desenmarañar la organización de los poderes.

La concentración de los poderes confía los tres poderes a un solo sujeto, régimen que merece la denominación de monocracia. Los pensadores del siglo XVIII hablaban de despotismo, los del siglo XX se han visto confrontados con la dictadura o con el totalitarismo. La distribución de la foria corresponde a la policracia. Los antiguos hablaban de república; los modernos, de democracia:


Tocamos aquí la cuestión de la adecuación, de la aplicabilidad y, más prosaicamente, de la actualidad. En cuanto forma de vida, el modelo proppiano3 es inactual. Inversamente, ante la cuestión trágica del totalitarismo, nuestra actualidad nos invita a superar el doble inconveniente de tener que pensar estructuras sin vivencias y vivencias sin estructura.

Horizontes de la hipótesis tensiva

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