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6. ESTRUCTURA DEL EVENTO

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Como se habrá podido apreciar, el evento en nuestra propia aproximación es un sincretismo resoluble como intersección de los tres modos siguientes: el sobrevenir por el modo de eficiencia, la captación por el modo de existencia, la concesión por el modo de junción. El sincretismo puede ser recibido de dos maneras: como un hecho, o bien como una concordancia en la acepción gramatical del término, como una adecuación entre categorías. En el estudio titulado «Ensayo de una teoría de los morfemas», Hjelmslev (1972) admite que entre las categorías se puede ejercer «cierta afinidad»:

Así, sin que haya conformidad absoluta entre las categorías que acabamos de establecer y algunas categorías nocionales, hay, no obstante, alguna afinidad que hace que una categoría nocional se preste a ser formada en una categoría morfológica familiar dada, y que se pueda prever un optimum allí donde esta afinidad desemboque en una armonía absoluta entre forma y substancia. (pp. 200-207)

Esto nos obliga a formular ahora una pregunta: si tal categoría, que aquí es el evento, se presenta como una integración de modos, que a su vez son dados en alternancia, ¿cuáles serían los correlatos que corresponderían a la integración del «llegar a» en cuanto dependiente del modo de eficiencia, de la mira en cuanto dependiente del modo de existencia y, en fin, de la implicación en cuanto dependiente del modo de junción?

Varias respuestas son posibles. Para la semiótica greimasiana, la respuesta sería la noción de estado como sincretismo del «llegar a», de la mira puesta en la permanencia, de la implicación en cuanto consolidación. Un fragmento de los Escritos (2002) de Saussure, lamentablemente no del todo desarrollado, avanza la distinción [evento vs. estado], que recogemos:

Tal vez solo en lingüística existe una distinción sin la cual los hechos [lingüísticos] no serían comprendidos en ningún grado. […] Tal es en lingüística la distinción entre el estado y el acontecimiento [evento*]: porque uno se puede preguntar si esa distinción, una vez reconocida y aceptada, permite aún la unidad de la lingüística […]. (p. 233)

Una segunda posibilidad existe a partir de la lectura de los Cuadernos de Valéry. El término acontecimiento está poco representado en el índice de los Cuadernos y con frecuencia es descalificado8. En un fragmento reflexivo, leemos: «Ego. Remarco una vez más que las cosas humanas me interesan menos cuanto más se alejan de lo ordinario de la vida y se imponen por acontecimientos y no por funcionamientos [el subrayado es del autor]» (Valéry, 1973, p. 186). El autor nos propone, pues, la pareja [acontecimiento vs. funcionamiento].

Existe una tercera posibilidad, que tomamos de los análisis magistrales, inigualados, y tal vez inigualables, de la pintura holandesa realizados por Claudel (1973). Podemos leer allí:

Quiero decir que [los cuadros] no constituyen simplemente una presencia, ellos la ejercen. A través de ellos se establece una solidaridad eficaz entre nosotros y ese mundo de allá atrás abandonado por el sol. Llevamos con nosotros bastante pasado como para amalgamarlo con el de ellos, y el modo en que tenemos que sufrir nuestra propia existencia no es extraño a esa utilización de la duración, a esa consolidación del rostro por la expresión, que los habilita para la persistencia. (p. 184)

Las naturalezas muertas, y sobre todo los retratos, están del lado del ejercicio, es decir, del «llegar a» y de la lentitud, del lado de la mira: «[…] sentimos […] la plenitud de un alma que se dirige a la nuestra y la provoca a la conservación, alguien que ofrece su rostro»; en fin, del lado de la implicación, o sea, de la necesidad.

Recogemos de todo esto tres términos posibles: el estado, el funcionamiento y el ejercicio. ¿Cuál elegir? De manera intuitiva, sin más, admitimos que de los tres el bello término ejercicio se encuentra más cerca de actuar que los otros dos. El término estado es muy poco dinámico, a pesar de que podemos invocar un hacer llamado estativo; el de funcionamiento resulta demasiado organicista. Dicho esto, el ejercicio y el evento se presentan como integraciones concordantes de los tres modos semióticos reconocidos.


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