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4. LA PERTINENCIA ESQUEMÁTICA DE LA CONCESIÓN
ОглавлениеA partir del diagrama presentado anteriormente, la búsqueda del sentido puede ser aprehendida como la travesía de un paradigma (Zilberberg, 2015b, pp. 109-145). Esta búsqueda se expresa por el paso de un valor de absoluto a un valor de universo. La condición requerida es doble: paso de /fuerte/ a /débil/; luego, paso de /concentrado/ a /difundido/. Hemos propuesto en otra parte (Zilberberg, 2006, pp. 93-102) esquematizar esos recorridos decadentes según la [atenuación → aminoración], pero si la aminoración se realiza, ¿el proceso queda con eso agotado? Aquí, la concesión hace oír su voz: la aspectualidad que acabamos de tener en cuenta es una aspectualidad intrasecuencial, que el despliegue de la concesión viene a virtualizar instalando un posible más allá de la secuencia expresada: a pesar de que la tarea por cumplir haya terminado, yo la llevo más adelante. El esquema implicativo a dos tiempos: [atenuación → aminoración] deja lugar a un esquema concesivo de tres tiempos [repunte → redoblamiento → superación]. Así:
La manifestación de la concesión tiene algo de heroico, que Fontanier (1968) ha captado muy bien a propósito del paradojismo, al que describe en estos términos:
El paradojismo, que viene a ser lo que se llama comúnmente alianza de palabras, es un artificio de lenguaje por el cual ideas y palabras, ordinariamente opuestas y contradictorias entre sí, se encuentran aproximadas y combinadas de manera que, dando la impresión de que se combaten y se excluyen recíprocamente, golpean la inteligencia con el más sorprendente acuerdo, y producen el sentido más verdadero, como el más profundo y el más enérgico. (p. 137)
Como se ve, la concesión se halla en la base del asombro, de la sorpresa, desde el punto de vista subjetal; y del evento (Zilberberg, 2008)*, desde el punto de vista objetal. Que la figura del evento se encuentra colocada en el más alto puesto de la jerarquía tensiva lo confirma con fuerza este juicio de Arendt (2004): «No son las ideas, sino los eventos los que cambian el mundo» (p. 343). El evento, pues, confirma el valor.