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1. REPARTO DE LA VERIDICCIÓN
ОглавлениеLa problemática de la veridicción, tal como se infiere de la presentación que se hace en Semiótica 1 (Greimas y Courtés, 1982), es, por tomar una expresión de Hjelmslev (1971a), un «resultado definitivo» (p. 11)**, aunque susceptible de ser tomado a cargo por un «punto de vista nuevo». Si consideramos la estructura mínima del decir: decir es decir algo a alguien, los momentos de esa estructura reciben las denominaciones cómodas siguientes:
Las modalidades veridictorias han privilegiado la comunicación en detrimento de la predicación, como lo muestra la elección de los términos utilizados para calificar las deixis: «secreto» y «mentira». A nosotros nos gustaría atenernos brevemente a esta magnitud: «algo», examinándola desde el punto de vista del valor: ¿qué es lo que merece, qué es lo que vale la pena ser dicho, ya sea que ese decir se dirija a otro o a uno mismo?, ¿qué es ese «qué», que en el corazón de «algo» reclama irresistiblemente el decir, el hacer-saber? ¿En virtud de qué condiciones soy llevado a pensar que otro me agradecerá, a fin de cuentas, que le comunique ese «algo» a cambio de ese quantum de atención que me concede?1.
Como puede verse ya, nos orientamos en una dirección totalmente contraria a la que sostienen las modalidades veridictorias: estas últimas se adecúan a una retórica de la retención para la cual la preservación del secreto por el recurso a la mentira es la regla, mientras que nuestra problemática es exactamente inversa, la de la divulgación. Divulgar es definido por el diccionario como «poner algo en conocimiento del público» [del vulgo]. En tal sentido, nos inclinamos hacia la estructura tensiva canónica que ve en el contenido la intersección de la intensidad y de la extensidad. En el caso de una semiótica de la retención, la conservación de la intensidad, aquí la del secreto, exige su concentración en la medida en que su divulgación es pensada como dispersión y pérdida; la divulgación es, en ese caso, negadora.
Pero si la pertinencia o, lo que es lo mismo, la acentuación se desvía de la intensidad a la extensidad, en una palabra, si la divulgación se convierte en «algo bueno», asistimos a una inversión del valor: la divulgación del contenido valioso es significada y aprobada como reparto altruista, empático, mientras que la confiscación del secreto es ahora moralizada y reprobada. Sea la estructura siguiente:
Así, proyectando la estructura tensiva elemental del decir, accedemos a los estilos2 enunciativos de la retención y de la divulgación: según el estilo retensivo, es la intensidad, más exactamente el evitamiento de su decadencia, la que es pertinente. En cambio, para el estilo divulgante, es la extensidad, cuya expansión es favorecida actualmente por la instantaneidad y por la gratuidad de la información, la cual retiene el «acento de sentido».