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2. DEL EVENTO AL MODO

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Nos gustaría ahora, al lado del concepto de modalidad, cuya eficacia se ha probado, no ya introducir, sino ampliar la noción de modo, que ya se utiliza en lingüística y en semiótica: en semiótica, con la problemática de los modos de existencia, inaugurada por Saussure y desarrollada por Greimas; en lingüística, con los modos del verbo. La definición de «modo de…» que da el Micro-Robert de los escolares, como «forma particular con la cual se presenta un hecho, se cumple una acción», reúne o confunde los dos aspectos. Se trata de responder a la pregunta: desde el punto de vista semiótico, ¿de qué un hecho es hecho?

Antes de avanzar en el análisis, tenemos que subrayar que el hecho tiene por correlato intenso el evento o, lo que viene a ser lo mismo, que el hecho es el resultado del debilitamiento de las valencias paroxísticas de tempo y de tonicidad, que constituyen las marcas del evento. Dicho de otro modo, el evento es el correlato hiperbólico del hecho, así como el hecho se inscribe como el diminutivo del evento. El evento es algo raro, tanto más cuanto más importante es: el que afirma su importancia insigne desde el punto de vista intensivo, afirma explícita o tácitamente su unicidad desde el punto de vista extensivo, mientras que el hecho es numeroso. Todo pasa como si la transición, el «camino» que conduce del evento al hecho, se presentase como una división de la carga tímica que todo evento encierra. Para mediar la dependencia de nuestros discursos con los eventos y los hechos, basta con imaginar, con entrever por un instante la desolación, el aburrimiento definitivo de un mundo del que los eventos y los hechos hubieran desertado. Pascal y Baudelaire son insuperables sobre este punto. A la hora en que la astrofísica se centra en la historia del cosmos y en el evento que la funda, a la hora en que, todas las isotopías confundidas, la novedad se convierte en el valor que servir y que apoyar, mal se comprendería que la semiótica continuara comportándose como si el evento no existiese.

Introducimos el concepto de modo con el propósito y con la esperanza de desenredar en lo posible, de resolver ese sincretismo existencial, ese precipitado de sentido que constituye, tanto colectiva como individualmente, el evento. A beneficio de inventario, distinguimos tres suertes de modos: los modos de eficiencia, los modos de existencia y los modos de junción, de los cuales debemos hacer al menos un esbozo.

Horizontes de la hipótesis tensiva

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