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El compromiso
Оглавление¿Por qué, entonces, existe una irresistible atracción por parte de muchos cristianos de “bautizar al diablo” por medio de la búsqueda de una armonía entre la Evolución y las Escrituras? A pesar de que no podemos conocer los motivos individuales, la respuesta dominante está unida a la creencia contemporánea global de que la Evolución debe ser verdad, porque la ciencia lo dice. Después de todo, ¡la ciencia es la ciencia!
Además, cuando los más grandes pensadores mundiales, los mejores y más brillantes, los más aclamados expertos, los ganadores de premios de Nobel en Biología, Química, Economía, Física, Literatura y Medicina; los más educados, reconocidos e informados entre nosotros; los doctores, los colegas, los posgraduados, los eruditos de Rodas, los renombrados, los famosos, los brillantes; cuando todos esos creen en la Evolución, muchos cristianos creen que deben hacer lo mismo. Cuando cada disciplina (biología, astronomía, medicina, teoría política, psicología, crítica literaria, historia, química, ética, economía, geología, sociología, e incluso teología) de manera abierta promueve una cosmovisión neo darwiniana, estos cristianos sienten la presión de seguirla. Cuando “nuestro mundo interpretado”, como lo llama Rilke,30 es interpretado a través de las suposiciones de la Evolución, cuando cada aspecto de la vida de la Tierra (de la placenta del antílope a los pepinos, a la invención de las matemáticas), se filtra, analiza y explica en términos de la Teoría Evolutiva, no es de extrañar que muchas personas, incluso los cristianos, se vean arrastrados en ese fervor. Es psicología de multitudes, que rebalsa desde las calles y se filtra hasta el púlpito.
El bautismo del diablo busca mostrar que esta rendición no es solo innecesaria, sino también equivocada. Es solo un ejemplo más de cristianos bien intencionados que comprometen su fe ante la cultura impuesta;31 el ethos de nuestra era, que es la ciencia vestida con los trajes filosóficos del cientifismo. Y no solo la ciencia del experimento, las pruebas y la verificación (que nos ha dado muchísimo), sino además una rama especulativa de la ciencia que tiene sus raíces en capas y capas de suposiciones, retrodicciones e intuiciones de la fe epistemológica a lo largo de millones, e incluso miles de millones, de años hipotéticos. Si miramos las preguntas (y otros) sobre la ciencia que propusimos anteriormente en este capítulo, El bautismo del diablo anhela liberar a las personas de la acción automática de que la única reacción lógica y racional a la frase “¡Es ciencia!” es renunciar a sus creencias, incluso las religiosas. En algunos casos, eso puede ser prudente (la ciencia de la meteorología, en oposición a la hechicería, para explicar las fallas en los cultivos es un caso poderoso en este punto), pero no en todos los casos, y menos aun cuando se trata de reemplazar el relato del Génesis con la última encarnación de la síntesis neo darwiniana, o lo que es peor, tratar de amalgamarlas.
La ciencia ha brindado a la humanidad poderosos métodos y herramientas para convertir la materia en maravillas prácticas: de vacunas a smartphones y submarinos nucleares. Sus éxitos tecnológicos hablan por sí solos. Pero eso no es lo mismo que encontrar la verdad; incluso, hasta puede no llegar a tener nada que ver con la verdad; excepto en ámbitos muy estrechos como los que se necesitan para crear vacunas, smartphones y submarinos nucleares. Y aunque todavía hay una discusión con respecto a si la ciencia revela la realidad tal como es o solo como se nos muestra, no es solo una feliz coincidencia que la gravedad de la Luna le diera al dañado Apolo 13 algo del empuje que necesitaba para volver a casa. La ciencia de Newton dijo que lo lograría, y lo logró; lo que significa que había algo de verdad en el medio, más allá de todo lo desconocido, de los errores y las suposiciones falsas que importunaban a la teoría en sí misma.
La ciencia, entonces, sí revela conocimientos sobre la realidad misma, sin importar lo limitados o distorsionados que puedan ser esos conocimientos. Y ese es el punto principal de este libro: mostrar cuán limitados son esos conocimientos y cuán influenciados están por la subjetividad ineludible que inclina todo el pensamiento humano, razón por la cual precisamente los cristianos no deberían comprometer una creencia tan fundamental como lo es la de los orígenes solo porque la ciencia, o mejor dicho, las apreciaciones de algunos científicos, enseñen algo contrario.
Un ateo, en Italia, plasmó las siguientes palabras en una pared: “Dios no existe, y María es su madre”. Si bien es ridícula, esta inscripción revela algo primordial sobre la búsqueda de la humanidad por la verdad. Somos subjetivos sin remedio. Lo que buscamos y cómo lo buscamos es solo a través de íconos, axiomas y presupuestos de nuestra cultura, genética y educación; lo que a su vez investigamos, observamos, interpretamos y expresamos en los resultados de nuestras indagaciones. No podemos escapar a estos filtros, así como no podemos escapar a nuestro pensamiento, porque a través de estos filtros pensamos y, de hecho, también hacemos ciencia.
1 Isaac Newton, Mathematical Principles of Natural Philosophy, trad. I. Bernard Cohen y Anne Whitman, asistidos por Julia Budenz (Berkeley: University of California Press, 1999).
2 Sir Isaac Newton, Abadía de Westminster, https://www.westminster-abbey.org/our-history/people/sir-isaac-newton. El Papa había esperado que este epitafio se pusiera en el monumento a Newton, pero no se permitió. En vez de eso, lo siguiente, que fue inscrito aquí, aunque no era tan elocuente como las líneas del Papa, de todas formas, cumple con el propósito: “Aquí yace enterrado Isaac Newton, Caballero, quien gracias a una fuerza mental casi divina, y principios matemáticos peculiarmente propios, exploró el curso y los números de los planetas, los senderos de los cometas, las olas del mar, las diferencias en los rayos de luz y, lo que ningún otro erudito había imaginado: las propiedades de los colores así producidos. Diligente, sagaz y fiel en sus exposiciones de la naturaleza, la antigüedad y las Sagradas Escrituras, vindicó a través de su filosofía la majestuosidad del poder y la bondad de Dios, y expresó la simplicidad del evangelio en sus modales. Los mortales se regocijan en que haya existido tal adorno de la raza humana. Nació el 25 de diciembre de 1642 y murió el 20 de marzo de 1726 (Ibíd.).
3 Austin L. Hughes, “The Folly of Scientism”, The New Atlantis, Nº 37 (Otoño 2012), p. 32. Para una crítica poderosa reciente al cientificismo, ver Richard N. Williams y Daniel N. Robinson, eds., Scientism: The New Orthodoxy (London: Bloomsbury Academic, 2015).
4 Alex Rosenberg, The Atheist’s Guide to Reality: Enjoying Life Without Illusions (Nueva York: W. W. Norton, 2011), edición Kindle, cap. 1.
5 Atribuido a Russell en Ted Peters, Cosmos as Creation: Theology and Science in Consonance (Nashville: Abingdon Press, 1989), p. 14, con una nota de que fue “dicho en una audiencia de la BBC [hace un tiempo en este siglo]” (Ibíd.). La otra versión de la cita atribuida a él es “Lo que la ciencia no puede descubrir, la humanidad no puede saberlo”.
6 John W. Loftus, ed., The Christian Delusion: Why Faith Fails (Nueva York: Prometheus Books, 2010), edición Kindle, cap. 4.
7 Newton, Principia, 943. “Todavía no he sido capaz de deducir a partir de los fenómenos la razón para estas propiedades de la gravedad, y no compongo ninguna hipótesis. Porque lo que no se deduzca de los fenómenos debe ser llamado hipótesis; y las hipótesis, ya sean metafísicas o físicas, o basadas en cualidades ocultas, o mecánicas, no tienen lugar en la filosofía experimental. En esta filosofía exprimental, las proposiciones se deducen a partir de los fenómenos y generalmente se hacen por inducción” (Ibíd.).
8 Newton a Richard Bentley, 189.R.4.47, ff. 7, 8, Trinity College Library, Cambridge, RU, publicado en octubre de 2007, http://www.newtonproject.sussex.ac.uk/view/texts/normalized/THEM00258
9 Alexander Bird, Philosophy of Science, Fundamentals of Philosophy (Routledge, 2006), edición Kindle, cap. 4. Algunos argumentan que llamarlo “falso” es demasiado fuerte; sería mejor decir que estaba incompleto, o viable solo bajo ciertas condiciones.
10 Massachusetts Institute ofTechnology, “Toward Quantum Chips: Packing Single-Photon Detectors on an Optical Chip Is Crucial for Quantum-Computational Circuits”, Science Daily, 9 de enero de 2015, https://www.sciencedaily.com/releases/2015/01/150109101047.htm
11 W. T. Stace, “Science and the Physical World”, en Introductory Readings in the Philosophy of Science, ed. E. D. Klemke, Robert Hollinger y David Wyss Rudge, con A. David Kline (Amherst, Nueva York: Prometheus Books, 1998), p. 355 (cursiva en el original).
12 Alister McGrath y Joanna Collicutt McGrath, The Dawkins Delusion? Atheist Fundamentalism and the Denial of the Divine (Downers Grove, Illinois: IVP Books, 2007), p. 38 (cursiva en el original).
13 Arthur Schopenhauer, The World as Will and Representation, t. 2 (Londres: J. M. Dent, 2001), p. 3.
14 Ian G. Barbour, When Science Meets Religion: Enemies, Strangers, or Partners? (Nueva York: HarperSanFrancisco, 2000), p. 14 (cursiva en el original).
15 Del Ratzsch, Science and Its Limits: The Natural Sciences in Christian Perspective (Downers Grove, Illinois: IVP Academic, 2000), p. 11 (cursiva en el original).
16 Paul VeyetafoenA., Against Method, 3rd ed. (Londres: Verso, 1993), p. 1; (cursiva en el original).
17 Czeslaw Milosz, “Meaning”, New and Collected Poems, 1931-2001 (Nueva York: Harper-Collins, 2003), p. 569.
18 Michael Polanyi y Harry Prosch, Meaning (Chicago: University of Chicago Press, 1977), p. 25 (cursiva en el original).
19 Leon Wieseltier, “Crimes Against Humanities”, New Republic, 3 de septiembre de 2013, https://newrepublic.com/article/114548/leon-wieseltier-responds-steven-pinkers-scientism?a&utm_campaign=tnr-daily-newsletter&utm_source=hs_.
20 Gary B. Ferngren, ed., Science and Religion: A Historical Introduction (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2002), p. xiii.
21 Michael Shermer, The Moral Arc: How Science and Reason Lead Humanity Toward Truth, Justice, and Freedom (Nueva York: Henry Holt, 2015), p. 15 (cursiva en el original).
22 Thomas Nagel, The View From Nowhere (Nueva York: Oxford University Press, 1986), edición Kindle, cap. 5, sec. 1. La cita completa, en contexto, vale la pena leer, porque también se aplica a los desafíos de la ciencia: “La pregunta es cómo seres limitados como nosotros pueden alterar su concepción del mundo para que ya no sea la visión desde dónde están sino, en un sentido, una visión desde ningún lado, que incluya y comprenda el hecho de que el mundo contiene seres que lo poseen, explique porqué el mundo les parece como lo hace antes de la formación de esa concepción y explica cómo pueden llegar a la concepción en sí misma” (Ibíd.).
23 Terry Eagleton, Reason, Faith, and Revolution: Reflections on the God Debate (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2009), p. 132.
24 Peter Machamer, Marcello Pera y Aristides Baltas, eds., Scientific Controversies: Philosophical and Historical Perspectives (Nueva York: Oxford University Press, 2000), p. 6.
25 Algunos títulos conocidos son: The God Delusion (2006); Daniel C. Dennett, Breaking the Spell: Religion as a Natural Phenomenon (2006); Sam Harris, The End of Faith: Religion, Terror, and the Future of Reason (2004); y Christopher Hitchens, God Is Not Great: How Religion Poisons Everything (2007).
26 Citado en Noson S. Yanofsky, The Outer Limits of Reason: What Science, Mathematics, and Logic Cannot Tell Us (Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 2013), p. 262.
27 Ian Barbour, Issues in Science and Religion (Nueva York: Harper Torchbooks, 1966), p. 37 (cursiva en el original).
28 Colin A. Russell, “The Conflict of Science and Religion”, in Ferngren, Science and Religion, p. 4. Dos de los libros más populares en el pasado que presionaban esta idea de guerra fueron Andrew Dickson White, A History of the Warfare of Science With Theology in Christendom (Nueva York, 1896) y John William Draper, History of the Conflict Between Religion and Science (Nueva York, 1874).
29 Richard DeWitt, Worldviews: An Introduction to the History and Philosophy of Science, 2nd ed. (West Sussex, Reino Unido: Wiley-Blackwell, 2010), pp. 312, 313.
30 Rainer Maria Rilke, “The First Elegy,” en The Selected Poetry of Rainer Maria Rilke, trad. y ed. Stephen Mitchell (Nueva York: Vintage International, 1989), p. 151.
31 Un argumento, se ha dicho, se rompe ni bien alguien menciona a los nazis o a Hitler. Quizá. Pero tenemos el ejemplo trágico de cuán rápido la iglesia cristiana en el período del Tercer Reih se comprometió con el socialismo nacional. Nadie está haciendo un paralelismo entre la evolución y el nacismo; el siguiente paralelismo simplemente revela con cuánta presteza los cristianos se pueden comprometer con el Zeitgeist predominante, incluso con algo tan horroroso como el régimen Nazi: “Los cristianos alemanes siempre retrataron a Jesús como no judío, y a menudo como un cruel antisemita. Como Hitler lo había llamado ‘nuestro mayor héroe ario’, esto no era un gran avance. Antes de que los cristianos alemanes acabaran con él, el Rabí nazareno sería un hijo con una marcha militar y amante del strudel del Reich Alemán”. Eric Metaxas, Bonhoeffer: Pastor, Martyr, Prophet, Spy (Nashville, Tennessee: Thomas Nelson, 2010), p. 172.